Corrimos hasta el coche besándonos y abrazándonos cuando él se daba la vuelta y miraba hacia mí. Cuando arrancamos el coche, me limité a poner una cadena musical en la radio que me gustaba, hasta que escuché la canción de Give me love de Ed Sheeran y los dos nos pusimos a cantar la canción a todo volumen en el coche.
Cuando llegamos a su casa, me la quedé mirando por dentro. Nathan se acercó a mí y me dio un beso suave y dulce, pero demasiado corto para no poder disfrutar de él. Mis dedos se cruzaron con los suyos y me subió al piso de arriba. Los dos entramos en una sala de juegos – PlayStation, billar, futbolín, dardos y varias maquinitas de juego.
–Madre mía. –Susurré, aunque noté que me oyó. Los dos estábamos prácticamente pegados. –¿Así cómo te vas a aburrir?
–Pues no te creas, me aburro muchas veces. –Se tiró en el sofá enfrente de la televisión y yo me tiré encima de él riéndome. –Jo, ¡Au! ¡Pesas un montón!
Mi boca se abrió sorprendida y me crucé de brazos apoyándome en el otro lado del sofá.
–Vamos, repollito. –Me dijo entre carcajadas. –No te enfades conmigo, que me pongo triste. –Puso morritos como si fuera un niño pequeño. Le miré y no pude evitar reírme.
–Eres un imbécil, ¿lo sabías?
–Sí. –Se acercó a mí, y me besó dulcemente, metiéndome la lengua. Este chico no tenía remedio.
Después de unos minutos besándonos, una voz seria pero tranquila, nos interrumpió.
–Nathan.
Nathan le miró con miedo, como esperando un castigo por estar aquí conmigo o porque me besara. Pero el padre se limitó a sonreír mientras me miraba de arriba abajo: igual pensaba que esto era lo que necesitaba Nathan. Una chica que le quisiera y que no le rompiese el corazón. Los dos nos levantamos y quise cogerle la mano a Nathan, pero igual no era el momento adecuado para hacerlo.
–Papá. –Contestó Nathan, en bajo. –Esta es…
–Allison Caffrey. –Sonrió dulce y se acercó a nosotros. Me extendió la mano y yo se la apreté. –Tenía muchas ganas de conocerla, señorita Caffrey. Su madre nos cuenta maravillas de usted. Por fin comprendo que esta vez no mentías, Nathan. –Le volvió a mirar. –Tú no fuiste el chico que causó todo eso en el instituto porque estoy seguro de que no querías dejar de verla.
–No, señor. –Intervine. –Ese fue mi ex…
–Comprendo. –Hizo una pausa. –Supongo que te levanto el castigo, hijo. Y ya hablaré con el instituto para que vuelvas a matricularte.
–Gracias, papá.
–Entonces, ¿qué? ¿Sois novios? –Preguntó sonriendo. A los dos se nos encendieron las mejillas y él se empezó a reír. –Tal vez… ¿Amigos con derecho a roce?
–¡Papá, ya! –Nathan alzó la voz muy rojo, y ya casi nervioso. Nunca le había visto rojo y tan nervioso como yo suelo ser.
–Vamos, que ni sabéis lo que sois.
Los dos nos quedamos en silencio y Nathan y yo nos miramos. Nathan empezó a hacerle señas “disimuladas” al padre y él rió.
–Lo entiendo, lo entiendo. –Volvió a reír. –No molestaré más. –Me cogió de la mano y me dio un beso en ella. –Encantado, señorita Caffrey. Dele recuerdos a su madre.
–Gracias, señor. Yo se los daré. –Sonreí dulce y el padre salió casi corriendo de la habitación. Miré a Nathan. –Pobre de tu padre, no tenías derecho a tratarle así. –Me reí un poco y pone morritos.
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Amor contradictorio
Jugendliteratur¿Alguna vez te has sentido tan enamorada que cada vez que le o la veías no podías ni respirar? ¿Un sentimiento tan fuerte que el corazón no dejaba de palpitar? ¿Quién no ha sentido esas maripositas rondando por tu estómago o el brillo de tus ojos cu...