Capitulo 9

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-¡Maldición, Snape! ¿Cuánto tiempo crees que puedes mantenerme aquí?

La voz de Harry comenzaba a sonar ronca por todo lo que había gritado durante los últimos cuatro días. Al parecer cada vez que Snape se cansaba de sus intentos de escape, hacia que el elfo doméstico lo trasportara a la cama y Harry yacía allí hasta que recuperara el control de su cuerpo una vez más.

Cuando nada sucedió Harry cerró la boca y comenzó a fulminar con la mirada la puerta. Había recuperado el movimiento de su cuerpo hacia quince minutos, sólo para encontrar la puerta cerrada. Y eso significaba que era incapaz de dejar la habitación.

Claro que podía hacer volar la puerta en mil pedazos, pero algo se lo impidió. Hasta ahora el tratamiento de Snape había sido decente, si podía llamarlo así. En vez de encerrarlo en el sótano, el profesor le había dado una habitación para él. También estaba el hecho de que el laboratorio de pociones de Snape estaba en el sótano. Pero además recibía tres comidas al día y no había sido torturado. Era mejor que su estadía en la mansión Malfoy.

Harry se paró de la cama y empezó a recorrer la habitación como un animal enjaulado. Ya había desperdiciado cuatro días en la casa de Spinner's End. Gracias a Flubby averiguó que era el hogar de infancia de Snape. Una pequeña voz en su cabeza le informó que esa habitación probablemente había sido de Snape cuando fue un niño. Pero sin importar cuánto trataba Harry, simplemente no podía imaginar a Snape acostado en esa cama, leyendo uno de esos libros, o jugando con sus juguetes mientras sus padres lo observaban.

Frunció el ceño y se acercó a la ventana para apoyar su frente en el frío vidrio. Aunque aún no había podido salir de la casa, sentía como si conociera cada centímetro del jardín. Una cosa que había notado sobre el pequeño jardín era que habían varias macetas con lilis. La misma flor por la que había sido nombrada su madre. Se preguntó si era una coincidencia o si Snape había plantado él mismo las flores.

Ahora podía ver a Flubby en el jardín, sacando las malas hierbas de las macetas. Parecía ser una rutina. Cada día Snape trabajaba en su poción, Flubby hacia las labores de la casa y Harry trataba de encontrar una manera de huir de ese lugar cuando pensaba que nadie le prestaba atención. Hasta ahora no había tenido éxito

Por lo menos sabía que estaban en un pueblo no mágico ya que había visto pasar varias personas en ropa muggle. Extrañamente parecían no notar al elfo trabajando en el jardín. Harry suponía que habían protecciones alrededor del lugar que impedían que alguien viera algo de naturaleza mágica.

Cuando Flubby levantó la mirada Harry se quedó helado. Aunque no estaba haciendo nada malo esta vez, no pudo evitar sentir como si lo hubieran pillado haciendo algo que no debía. No podía evitar sentirse culpable por todo el trabajo que le había dado al elfo doméstico con sus intentos de escape.

Se alejó de la ventana. Al menos ahora sabía por qué el elfo no había reaccionado a sus gritos. Snape probablemente había mandado a Flubby afuera mientras él usaba el sótano, así ninguno de los dos podría oírlo.

Frunciendo el ceño todavía más, Harry volvió a sentarse en la cama sin saber qué hacer. Ya había tratado de leer los libros pero ninguno de ellos había llamado su atención, había leído la mayoría de ellos en la segunda habitación de Dudley. Ahora estaba tan aburrido que de verdad ansiaba hacer sus tareas. Ya que no tenía ninguno de sus libros de escuela, comenzó a pensar.

Aun no sabía en qué bando de la guerra estaba Snape. Aparentemente el profesor no le era leal a nadie o si no, suponía Harry, ya habría sido entregado a Dumbledore o Voldemort. Pero eso no explicaba por qué el hombre no lo dejaba marchase. Snape al parecer quería sanarlo, pero Harry no podía entender la razón de por qué y eso lo estaba volviendo loco.

Decido mi propio destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora