Capitulo 10

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Harry recordó que una vez en la escuela primaria un profesor le dijo a la clase que el hogar está dónde está el corazón. En ese entonces supo que nunca encontraría un hogar con los Dursley, pese a lo mucho que lo deseara. Durante un tiempo pensó que Hogwarts era su hogar, pero mayormente era el castillo, no la gente en él. No había pasado el suficiente tiempo en La Madriguera y Grimmauld Place era, simplemente, demasiado escalofriante.

El único lugar que podía llamar hogar era la casa en la que se encontraba, pero sin Tom y Nagini no era lo mismo. Harry suspiró y pasó una mano por su cabello aun mojado por el baño que recién había tomado. Sabía que Hubert lo observaba, el fantasma sólo lo dejó a solas cuando entró al baño, y solamente porque le había prometido no desaparecer mientras estaba allí. Si hubiera sabido que su desaparición tendría semejante efecto en el fantasma habría regresado antes, aunque pensaba que unas semanas de diferencia no habrían hecho alguna diferencia.

La casa estaba casi en el mismo estado en que la había dejado. El cuerpo de Ares no estaba, pero un tour por el jardín lo llevó a una pequeña lápida bajo un árbol donde la lechuza negra a menudo descansaba cuando estaba viva. Era un lugar adecuado para Ares, y si estuviera viva ahora, él, Harry, estaba seguro de que ella estaría agradecida por lo que habían hecho con su cuerpo.

Unas cuantas cosas habían desaparecido de la casa. Las cosas de Tom y algunas de él. Harry suponía que Tom se las llevó cuando tuvo que regresar al orfanato. Su baúl no estaba, pero no se preocupó; los hechizos en el baúl impedirían que cualquier persona lo abriera, así que Voldemort no había podido sacar su capa o el mapa. Aparte de eso la casa lucía tal y como la había dejado aquél día.

Parecía que una tormenta hubiera pasado por el lugar; sólo unas cuantas cosas habían sido movidas, aunque Harry sospechaba que había sido para que Tom pudiera moverse por la casa. No había razón para que el chico limpiara el lugar si volvería al orfanato.

Hubert le había dicho que nadie, excepto Tom, había visitado la casa debido a las protecciones.

Al parecer Hubert no había estado tan solo como había creído. Durante sus últimos cursos en Hogwarts Tom lo visitaba con regularidad con el fin de que el fantasma no se sintiera tan solo. Después de su graduación había regresado unas cuantas veces; normalmente el día en que Harry lo había adoptado, el cumpleaños de Harry, y en la fecha de su supuesta muerte. Pero hacía quince años que Tom no había regresado y Hubert asumió que había muerto. Harry sabía lo que había sucedido, pero no tenía corazón para decirle la verdad al fantasma.

Hasta ahora Harry había evitado hablar con Hubert del porqué desapareció durante todos esos años. No podía contarle sus planes, suponía que el fantasma le impediría marcharse. En el peor de los casos lo volvería a poseer, cosa que Harry no quería experimentar de nuevo. Una vez había sido más que suficiente para él.

Ello aún lo dejaba con el problema de cómo salir sin que Hubert lo detuviera.

Se alejó de la ventana, desde la cual observaba Hogwarts. Tenía que moverse pronto. Gracias a la poción que Snape le había dado se sentía mejor que en mucho tiempo, pero no estaba dispuesto a esperar hasta que el efecto terminara. Tenía que hacer algo y pronto; iría a una misión de reconocimiento. Necesitaba entrar al castillo sin que Dumbledore lo averiguara. Por suerte conocía una manera de entrar al colegio, una de la que el viejo no sabía nada, de eso estaba seguro.

-Voy a salir.

-¿Volverás?

Hubert estaba frente a él, flotando en la puerta para que Harry no pudiera pasar sin atravesarlo.

Harry vaciló. No quería que Hubert intentara detenerlo, pero tampoco sería justo que el fantasma lo esperara si él mismo no sabía si saldría con vida.

Decido mi propio destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora