Capitulo 22

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Harry bajó los pies del sofá e hizo una mueca cuando sus pies entraron en contacto con el suelo frío. Tendría que buscar el hechizo que utilizaban en la casa de Voldemort. En ninguna de las habitaciones de ese lugar había sentido el suelo frío.

Envolviéndose en las mantas, Harry se levantó y bostezó. Sabía que tenía que averiguar qué estaba causando el disturbio en las protecciones. Al menos no era nada como cuando Grindelwald había tratado de llamar su atención, y a menos que Voldemort o Dumbledore estuvieran a la puerta, Harry estaba seguro de que las protecciones podrían mantener a la persona afuera. En realidad se sentía como un toque molesto en vez de un verdadero ataque. Desafortunadamente las protecciones no le decían quién era y después de todo se suponía que nadie sabía que estaba ahí.

Un escalofrío recorrió su cuerpo al salir. Harry silenció a Hubert con una mirada, dejándole saber al fantasma que se encargaría él solo del problema y cerró la puerta tras él. Levantando la mirada vio que el cielo estaba libre de nubes y las estrellas parecían brillar más de lo habitual. Haciendo una mueca, Harry alejó la mirada, las estrellas le recordaron mucho la extraña manera en que los ojos de Dumbledore brillaban y quería dejar de pensar en eso lo más posible.

Lanzó un hechizo de calor en sus pies desnudos y en sus manos vendadas. Hermione lo colgaría si supiera que salió sin estar apropiadamente vestido.

Cerrando los ojos tocó su magia y buscó el lugar donde las protecciones estaban siendo perturbadas.

Abriendo sus ojos una vez más, Harry se dirigió por el camino libre de nieve. Por suerte el hechizo que había lanzado hace todos esos años para mantener el camino sin nieve aún parecía estar funcionando como debía. Siguió el camino hasta la parte trasera de la casa. Si alguien quisiera atacarlo sería el lugar perfecto. Claro que para eso tendrían que atravesar las protecciones.

Observó entre la oscuridad sin lograr ver nada extraño. Pese a la luz que proveían las estrellas estaba muy oscuro para ver quién había perturbado las protecciones que lo despertaron. Por todo lo que sabía podía ser uno de los niños de Hogsmeade que quería ver si era capaz de atravesar las protecciones. Al igual que con la Casa de los Gritos había algo hipnótico sobre lo prohibido y lo desconocido. Harry se había encontrado en esa situación muchas veces para entenderlo.

-Potter, muéstrate para que ambos dejemos de perder el tiempo. Ya he pasado mucho tiempo buscándote. O me dejas entrar o vienes hasta aquí-. Mientras Snape hablaba el hombre fue iluminado por una suave luz azul. El maestro de Pociones estaba vestido con una cálida túnica invernal y Harry no se sorprendió de notar que era negra. Eso y el cabello negro habían hecho al hombre desaparecer en la noche. La luz azul probablemente era por un hechizo. -Potter, si no me dejas entrar ahora terminaras limpiando calderos hasta tu muerte.

Con reluctancia, Harry bajó las protecciones para que Snape pudiera entrar. Tenía la sensación de que el hombre no estaba bromeando.

Lanzando un lumus para que Snape pudiera verlo, Harry esperó que el profesor se acercara. Una vez que Snape al fin estuvo parado frente a él, más bien elevándose sobre él, Harry abrió la boca.

-No regresaré.

Snape levantó una ceja y Harry sintió que se sonrojaba pese al frio.

-¿En serio, Potter? ¿Y qué te hace pensar que escucharé una palabra de lo que digas?

-Antes de que alcance su varita las protecciones ya habrán regresado a su estado original. Siguen mis órdenes y pueden expulsarlo de aquí antes de que su cerebro registre lo que sucede. Y créame cuando le digo que no es una experiencia agradable.

Harry habló con calma pese a la tensión en su cuerpo y esperó la respuesta de Snape.

-Parece que tus modales son tan malos como los de tu padre, Potter. ¿Vamos a estar parados aquí toda la noche o me invitaras a entrar?

Decido mi propio destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora