Capitulo 24

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-¿Sabes, Draco? Pudiste pedirme cualquier cosa como pago, todo mi oro en Gringotts, ingredientes de un basilisco para pociones, cualquier cosa en lugar de esto- dijo Harry cuando salían de la chimenea, aunque en su caso fue más trastabillar. Una mano en su brazo le impido caer de cara al piso. Levantando la mirada vio que el profesor Snape lo observaba mientras lo sujetaba.

-Discutiremos el asunto de los ingredientes de basilisco cuando hayamos regresado Evan, ahora yo preferiría terminar con esto.

Sabiendo que el maestro de pociones estaba tan incómodo con esto como él, Harry asintió. Una vez que Snape estuvo convencido de que no caería, lo soltó.

-Vamos.

El maestro de pociones se dio la vuelta y su túnica negra onduló tras él y salió fuera del Caldero Chorreante, dirigiéndose hacia la puerta escondida que llevaba hacia el Callejón Diagon. Mirando a Draco que no parecía que hubiese salido recién del flú Harry suspiró y siguió al profesor Snape, sabiendo que no era bueno hacer esperar al hombre.

A diferencia de la última vez que Harry había estado en el Callejón Diagon ahora no estaba usando un disfraz. Contaba con su suerte y con el hecho de que ya no lucía mucho como Harry Potter. Un sencillo encantamiento de pegado aseguró que su flequillo se quedara en su lugar así dejando escondida su cicatriz. Había funcionado antes y no veía razones para que no funcionara esta vez.

Harry estaba consciente de que sobresalían. Snape era lo suficientemente alto como para cernirse sobre las personas y de alguna manera le recordaba a Harry a un dementor aunque no lucia tan muerto como uno. Draco, como cualquier otro Malfoy, comprendía el arte de hacer que la gente te mirara con sólo caminar. Harry deseaba que hubieran podido ser más anónimos pero no había sido su elección en cómo llegar hasta allí. Si él hubiera podido decidir no habría dejado la casa o quizás estaría haciendo algo mucho más productivo que esto.

Con un suspiro, Harry pasó una mano por su cabello sin importarle que lo estuviera alborotando. Había esperado poder dormir y dormir después de pasar las pruebas de los centauros, pero Draco había tenido otros planes. A diferencia de su carácter habitual el rubio había despertado antes de que el sol apareciera. Al parecer las pociones de Snape habían funcionando ya que no había rastro de las heridas por la pelea contra Bane.

El rostro de Harry se iluminó en una gran sonrisa al pensar en la reacción de Bane cuando el centauro perdió frente a los dos chicos humanos, cosa que no lo había hecho nada feliz. Pero él si había estado feliz de que terminara, además ahora tenía a los centauros de su lado en la guerra, aunque hubiera deseado poder celebrarlo descansando y relajándose.

Debido a que eran vacaciones el Callejón Diagon estaba lleno de gente. Familias y amigos se mantenían cercanos pero conversaban de manera animada. Estaban conscientes de la guerra que acaecía pero estaban seguros de que el Callejón Diagon era intocable, que estarían a salvo allí. Harry bufó al pensar en eso. Las protecciones podían haber aumentado pero dudaba mucho que los Aurores fueran capaces de reaccionar con rapidez de suceder un ataque.

Sus pensamientos fueron perturbados cuando de repente la mano de Draco aferró su muñeca y empezó a arrastrar a Harry con él.

-Vamos, Evan. Recuerda, tú fuiste quien dijo que no esperaba nada menos.

Harry hizo una mueca cuando Draco uso sus propias palabras en su contra.

-Sí, pero esto no era lo que quería decir cuando dije eso.

-Deberías saber que no debes hacer ese tipo de comentarios cuando lidias con Slytherins. Sé con seguridad que mi padrino ya te ha advertido de eso en muchas ocasiones. No puedes culparme porque no has aprendido nada.

Decido mi propio destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora