MERYBETH
Aileen miraba por la ventana con el semblante más serio que cuando tomó la decisión de divorciarse de Albert.
No era para menos, ¿quién en su sano juicio seguiría como si nada después de la loca explicación que le dimos por la mañana?
El sábado por la noche, cuando mamá recién se acostó, me sorprendió escuchar golpes en la puerta. Casi me da un infarto al encontrar a Graham con el rostro todo ensangrentado, y a Aileen, con cara de pocos amigos y exigiendo una explicación inmediata.
Estaba consternada. No entendía lo que había sucedido hasta que Grahms rompió el silencio.
—Vio a Tremblay, Beth —dijo apenado, entrando sigiloso para no despertar a mi madre.
No hizo falta que explicara el resto. El estado en el que venía, así como el enojo de mi amiga, fue suficiente para darme una idea de lo que había ocurrido.
No sé si fue buena o mala suerte que una voz proveniente de las escaleras cortara la tensión. Obvio no quería que mamá viera a Graham en ese estado, pero tampoco estaba preparada para decir las cosas como son. Pensé que cuando tuviera que hacerlo, estaría lista y tendría un discurso más que elocuente.
La mirada de súplica que le lancé a Aileen fue suficiente para que inventara la creíble excusa que Graham había sido asaltado. Por fortuna, no se pidieron detalles específicos, puesto que la preocupación era mayor que la curiosidad.
La presencia de mi madre nos dio el tiempo justo para organizarnos. Cuando el domingo por la mañana se fue a misa, aprovechamos que la casa se quedaría sola para sentarnos en la sala a charlar con la mayor tranquilidad posible.
Nos enfocamos en las cosas elementales; o sea, la verdad que Graham había estado ocultando y la naturaleza de su ser. Mi error fue suponer que no sería para tanto; digo, si yo que estaba metida hasta el cogote no lo tomaba tan mal, de seguro Aileen hasta lo tomaría con humor.
Pero no. Ni siquiera habíamos llegado a la parte de la bilocación cuando se levantó del sillón y salió de la casa. Aunque quise ir por ella, Graham me detuvo; dijo que necesitaba tiempo para digerir todo lo que había escuchado.
Toda la tarde estuve preocupada. No sabía su paradero y el teléfono mandaba directo al buzón. Para no comerme las uñas de la ansiedad, revisé la infinidad de mensajes que había estado ignorando a propósito. Tenía algunos de TJ, diciendo que ya había regresado de su proyecto y que Alex había aparecido con un nuevo número. Sin embargo, quien atiborró mi buzón de entrada fue este último. En la mayoría decía lo mucho que me extrañaba y que debíamos hablar cuanto antes.
Patrañas, pensé al borrar todo. Ni me molesté en leer más que unos cuantos.
Poco antes de medianoche, Aileen regresó. Graham había vuelto a Guildtown y yo era la única despierta en la casa. En los ojos de mi amiga se podía notar la aceptación teñida de renuencia, duda, y un poco de decepción.
—Entonces —dijo sin apartar la vista del cristal—, todo este tiempo estuviste saliendo con un fetch. ¿Sabes lo enfermo que suena eso?
—¿Con un qué? —pregunté aturdida.
Rodó los ojos.
—Así se les conoce en la tierra de mi madre. Mi abuela es fanática del folklor y suele contarnos infinidad de historias. Como sea, Beth, esto es una locura. ¿Cómo puedes seguir con él si...? Ya sabes, es un... ¡Caramba! Ni siquiera puedo pronunciarlo porque me sentiría estúpida.
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Dilema [Saga Doppelgänger]
ParanormalDespués de develar la gran mentira que era su vida, Merybeth intenta olvidar los últimos eventos en los que se vio involucrada. Sin embargo, el doppelgänger y su original ya se han visto frente a frente; y una vez que la maldición se activa, ya no h...