Capítulo 24

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MERYBETH


Ya casi iban a dar las once de la noche y nosotros seguíamos en el local de KennArt's. Cada uno sentado en un sillón distinto, separados por un par de metros.

Como no queríamos ser interrumpidos, bajé las cortinas metálicas de la tienda y apagamos nuestros teléfonos celulares antes de sentarnos en los coloridos muebles, juntos al empezar, pero conforme se fueron diciendo las verdades, nos fuimos alejando hasta que terminamos en extremos opuestos de la habitación.

Aunque estábamos molestos, cada vez que uno se empezaba a alterar, el otro le recordaba que debía comportarse a la altura.

No recuerdo haber hecho alguna actividad que me resultara tan agotadora como aquella. Era difícil en varios niveles; por un lado, debía tranquilizar a Alex cuando amenazaba con alterarse —gracioso, si tomamos en cuenta que fue su idea hablar con madurez—; después, y más complicado, tenía que luchar por calmarme cuando yo era quien explotaba. Pero lo más arduo fue retomar esa paz falsa cuando ambos éramos los que nos salíamos de nuestras casillas.

Aunque claro, eso fue solo la última parte de la charla, puesto que al inicio nos enfocamos más en lo que sucedió desde febrero hasta la fecha.

Me sorprendió saber lo que ocurrió con él durante todo ese tiempo y que mi amigo, Chester, fue quien lo salvó aquella noche. Asimismo, no pude evitar sentirme angustiada al escuchar por todo lo que tuvo que pasar y que, viendo ese atisbo de miedo en sus ojos, noté que aún quedaban estragos de aquella época.

Luego me contó sus sueños y las cosas raras que había presenciado. Sin duda, eso había sido obra de Graham y su peculiar habilidad.

La mención de este último fue lo que detonó los arranques de enojo y, sí, celos, que nos llevaron a discutir.

Alex dijo que de algún modo podía conectarse con la mente de Graham y que, si no se equivocaba, tenía una teoría que terminó por olvidar porque, para él, había ciertos asuntos que en ese momento le importaban más.

Como nos habíamos propuesto ser totalmente honestos, nos dijimos esas cosas que quizá habríamos preferido ocultar. En pocas palabras, mis lapsos de reconciliación con Graham que, para desgracia mía, él había visto en su mente, tanto por la conexión que había entre ellos, como por la confrontación en mi departamento en el que fue obligado a ver un atisbo de lo que sucedió en el establo.

Aunque Alex confesó un par de deslices por su parte, tuve que tragarme mis palabras, puesto que los sueños y un beso en nada se comparaban con lo que había resurgido entre el doppelgänger y yo.

Al final, cuando las cosas se empezaron a salir de control, nos quedamos callados, mirándonos fijamente por largo rato.

—¿Qué es lo que sientes, Merybeth? —cuestionó impertérrito. Su capacidad para controlarse me sorprendió. En verdad que el cambio en él era evidente—. Por Sinclair y por mí.

—¿Por qué lo tomas de esta forma? —exclamé desesperada.

Si yo, sabiendo que besó a la doctora esa, estaba que echaba humo, ¿por qué él seguía insistiendo en luchar contra las ganas que tenía de estallar?

—Porque trato de comprender. Porque sé que hubo algo muy fuerte entre ustedes que te hizo querer una vida junto a él. Y porque quiero que lo nuestro, si es que todavía existe, vuelva a iniciar de cero. Haciendo las cosas bien y aceptando que, como cualquier otro, tuvimos una historia —habló entre dientes. Quizá comportarnos con discreción no estaba destinado para nuestra naturaleza voluble—. Amor, siempre supe que esto sería difícil porque, aunque seamos el uno para el otro, antes de mí hubo alguien que significó el mundo entero para ti.

Dilema [Saga Doppelgänger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora