Capítulo 21

739 106 64
                                    


ALEXANDRE


Aunque no sabía exactamente lo que el anciano decía, podía darme una idea general del significado.

Alguna vez, mientras hacía mi investigación sobre doppelgängers, leí la anécdota de una persona que aseguró que, tras largos meses de sufrir el acoso del doble de un familiar, un día vio cómo el demonio moría frente a sus ojos. Si no mal recuerdo, el deceso fue debido a un accidente automovilístico; un descuido por parte del doble que terminó con su vida.

En fin, lo extraño del caso fue que el original falleció al mismo tiempo. A varios kilómetros de distancia, mientras leía un libro en la tranquilidad de su casa, la muerte encontró al familiar de esa persona. La autopsia reveló que fueron causas naturales; su corazón simplemente dejó de latir, dijeron en la morgue.

Quizá de casos similares se adornaron las leyendas que decían que si se mataba al doble, también moría el original. Aunque claro, no era una ley de vida, puesto que había muchas historias en las que podían deshacerse del doppelgänger sin que la otra persona se viera afectada.

—Tal vez le estaba mintiendo —dije pensativo—. Sin embargo, no podía arriesgarse a comprobar de primera mano si era cierto lo que le dijo, ¿me equivoco?

Ahora, con las palabras de Chester, las cosas se podían apreciar con más claridad.

—Tienes razón, muchacho. Eso cambió todo. Calíope nos acorraló de la peor manera posible.

Me llevé las manos a la cabeza. De repente, unas terribles ganas de reír me invadieron. Sin embargo, no fue porque encontrara esa situación cómica; más bien, lo hilarante era darme cuenta de lo jodido que estaba.

Durante esas semanas había creído que quizá nuestras mentes se habían conectado debido a un efecto colateral del fenómeno doppelgänger. Algo normal dentro de todo lo anormal.

Pero ¿y si lo que me hacía entrar en su cabeza era que él había entrelazado nuestras vidas? ¿Qué tan factible podría ser esa teoría?

Si no me equivocaba —y estaba casi seguro de no hacerlo—, aquello empeoraba una situación que de por sí era mala. Ahora no solo tendría que preocuparme por que mi doble no me matara, sino también tendría que vivir con el pendiente de que no le sucediera nada, o me arrastraría con él a la muerte.

En verdad que Graham Sinclair tenía una forma muy original de joderme la vida.

—¿Qué sucedió después? —pregunté solo para evitar que la carcajada de histeria no saliera de mi garganta—. ¿Regresaron a América?

Chester, quien se había quedado ensimismado en sus recuerdos, volvió en sí.

—Si bien ese era nuestro plan, antes de comprar los boletos Emme quiso hacer una última parada. —De manera inconsciente, acarició la sencilla argolla en su dedo anular—. Vinimos a Guildtown porque quería mostrarme el pueblo que la vio nacer. Asimismo, deseaba visitar la tumba de su madre para darle la noticia.

"Estuvimos en esta casa una semana, jugando a una vida doméstica para la que quizá no estábamos listos. El amor existía, claro está; pero yo no ganaba mucho como carnicero, su trabajo en la boutique tampoco le pagaba bien, y nuestros pocos ahorros ya estaban dando lo último de sí.

"Al utilizar el dinero de nuestro pasaje en la comida que tanto ella como el bebé necesitaban, nos resignamos a pasar aquí una temporada. Conseguí trabajo en Dundee y nos esforzamos en establecer una rutina más o menos normal, aceptando que Calíope seguiría cerca de nosotros.

Dilema [Saga Doppelgänger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora