Chapter 7

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Los minutos han transcurrido, las nubes pasan y el sol comienza a salir de su escondite mostrándose más espléndido que nunca.

Olaf, Sven y el abuelo troll Pabbie descendieron desde el claro donde habitan estos seres mistícos, hasta llegar al castillo de Arendelle. Todos estaban muy preocupados.

Las puertas del palicio se abrieron para darles paso. Rápidamente hicieron acto de presencia en los aposentos de la princesa Anna.

—Ahí está —Señaló el muñeco de nieve a la joven que permanecía postrada en la cama.

Su cabello estaba totalmente blanco como la última vez que Elsa la lastimó, y a su lado permanecía kristoff, quién esta en igual de condiciones.

Sven se acercó al joven rubio y puso su cabeza al lado de la mano de su amo e inmediatamente se apartó de él. Las manos de su mejor amigo estaban heladas, cual cubo de hielo.

Ante esto, Pabbie se acercó.

—¡Oh no! —Sus palabras, cargadas de angustia, asustaron a todos los que se encontraban en la habitación.

—¿Qué ha acontecido? —preguntó Gerda quién acababa de entrar al cuarto con una cubeta de agua caliente.

Minutos antes había notado que su princesa se encontraba muy helada, trató de cubrirla bajo las cálidas mantas, pero no funcionó, optó entonces por colocar sobre la frente de su niña paños de agua tibia para que retomase su temperatura inicial.

La princesa todavía portaba su hermoso vestido blanco, aunque su cabello estaba hecho un desastre. Gerda y las demás doncellas no hicieron nada por la cambiar las vestiduras de la chica.

La anciana mujer dejó la cubeta aún lado de la cama de la princesa, luego le hizo frente al hombre de piedra para escuchar su opinión.

—Anna no respira y su cuerpo está totalmente congelado, su corazón ya... Dejó de funcionar. Me duele decirlo, pero la pequeña princesa ha perdido la batalla, nos ha abandonado.

—¡¿Qué?! —Gritaron todos los presentes a excepción de Sven que solo gruñó.

La nana tomó la mano de la princesa y, en efecto, poseía una temperatura muy baja. Sus dedos se tiñeron de color morado al igual que sus finos labios.

—Lo... Lo siento mucho. El rayo que impactó su corazón fue tan letal que provocó su muerte —Pabbie mencionó desconsolado.

—¿Y... Kristoff? —preguntó  nuevamente, Gerda cortantemente ya que las lágrimas le impedian hablar claramente.

Al hombre de roca le costó emitir la respuesta que dio a continuación.

—Kristoff... También ha fallecido. Su cuerpo era fuerte, pero su corazón no.

El abuelo troll se lamentó por aquel rubio que había conocido desde niño y que se había encargado de criar hasta convertirlo en todo un hombre, y ahora... Debía despedirse de él para siempre. Sus sospechas eran acertadas Elsa no pudo controlar sus poderes y esta vez no existe remedio para las consecuencias.

—Pero, ayer estaban bien, felices porque se iban a casar —dijo Olaf con pequeñas bolitas de nieve cayendo por sus mejillas, lágrimas de un muñeco de nieve.

Sin embargo, no era el único que sollozaba, Sven parecía estarla pasando muy mal, se acostó al lado de su amo y comenzó a lamer el frío rostro de Kristoff.

—El hielo cubrió poco a poco su corazón. En el transcurso de la noche fue cubriendo cada parte de sus cuerpos —el troll mencionó entre lágrimas —No hay nada qué hacer, kristoff Björgman y Anna Arendelle se han ido de esta tierra. Ahora se unirán a sus antepasados, kristoff por fin conocerá a su familia.

 Hasta El Fin Del Mundo (Jelsa) [Primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora