Jack dejó caer el cuerpo de la platinada sobre el suelo de su habitación con cuidado de no lastimarla.
—Gracias por estar conmigo, Elsa —dibujó una sincera sonrisa en sus labios —De verdad me siento muy feliz de saber que cuento con una mujer tan linda como tú.
Elsa esbozó una sonrisa. Nuevamente su rostro se tornó caliente, podía contar con los dedos las veces que Jack la había hecho sonrrojar, superaban las veces en la que la había herido, esto ya era mucho decir. Aunque él cometiera miles de errores siempre habría algo que enmendaría las cosas, como una que otra palabra bonita.
Rascó su nuca, un poco apentada y recordó que aún conservaba la sudadera que le prestó. Se la quitó con cuidado y la extendió frente a él.
—Gracias —musitó con una sonrisa.
Jack asintió y se la colocó de vuelta, luego miró a la chica a los ojos, perdiéndose en esos lindos zafiros que poseía y en el brillo que desprendían.
—Debo marcharme —anunció —fue un gusto estar a tu lado por unos minutos, me has ayudado a sentirme mucho más tranquilo. Hoy no fue el mejor día de mi vida, pero tú lograste hacerme sentir mejor, gracias.
Elsa soltó un leve suspiro y le dedicó una sonrisa.
—Jack... Si necesitas con quien hablar, aquí estoy, o si deseas que te ayude en algo con Emma no dudes en buscarme —le prometió, tocando su pecho con su mano —Es una promesa de mi parte.
El peliblanco no pudo reprimir el impulso y abrazó a la platinada en un gesto de agradecimiento. Después, se separó de ella y depositó un suave beso en su pálida mejilla.
—Adiós —fue lo último que dijo antes de tomar su cayado y emprender vuelo.
Elsa se quedó detenida frente a la ventana acariciando la zona en donde Jack había colocado sus labios. Una sensación de calidez la acogió y un nuevo sentimiento emergió de lo más profundo de su helado corazón, poco a poco se estaba fragmentando la coraza de hielo que lo cubría.
Hace mucho tiempo que no sentía algo parecido, la última vez que sintió esa sensación fue el día en que pudo descongelar su reino gracias al verdadero amor de su hermana Anna. Revivir ese sentimiento después de muchos siglos es algo cautivador y nuevo para ella.
En medio de su cuarto encontró el ramillete de rosas de cristal tiradas sobre el suelo. Caminó hasta ellas y las recogió, la luz de la luna que se colaba por su ventana las hacía ver mucho más hermosas que no valía la pena dejarlas perder en la basura, por tanto, las escondió en el cajón de su mesa de noche para que Anna no las encontrara nunca y sacara conclusiones por sí misma.
Después de cerrar con llave el cajón se dirigió a su cama y se dejó caer sobre el mullido colchón dejando escapar un suspiro de anhelo, ese día si que había sido diferente a los demás, cumplió su sueño de poder volar, pero no estaba conforme con haber echado a su hermana de su cuarto, en la mañana le pediría disculpas y la carga de sus hombros se liberaría.
Cerró sus ojos y se dejó llevar por el hilo de sus sueños hasta encontrarse de nuevo con aquella sonrisa espléndida y esos hipnotizantes ojos claros.
Por otro lado, Jack acaba de llegar a su hogar con una dulce sonrisa pintada en sus labios, salir de su habitación y buscarla fue lo mejor que pudo haber hecho, ella lograba saciarlo de una cálida sensación que lo hacía sentir más que bien. Ahora podía confiar en ella y en el poder de su amistad, con ella sería más fácil enfrentarse al cúmulo de problemas que pueda presentarsele.
Se quitó los zapatos y su sudadera para relajar su cuerpo, luego se tiró sobre la cama y olisqueó su buzo notando el nuevo olor que despedía, uno tan delicado y femenino como la chica que la había usado.
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Hasta El Fin Del Mundo (Jelsa) [Primer Libro]
FanfictionNuevamente la reina Elsa se enfrenta a lo que más teme, lastimar a las personas que ama. Por un fatídico accidente pierde el amor de su pueblo, y retrocede en el tiempo volviendo a ser la misma mujer gélida y sola de hace dos años, sin embargo, alg...