Chapter 32

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Hoy resultó ser el día más triste de su vida. La luna se había escondido tras las nubes, que se presentaban grisáceas y cargadas de agua que pronto iba a caer sobre su cuerpo.

El color marrón de ese ataúd se asemejaba al color de sus ojos, aquellos que jamás volverá a ver. Le habían dado una segunda oportunidad de verla, pero una tercera no sería posible. Aunque le doliese en lo más profundo de su congelado corazón, tenía que decirle adiós para siempre.

Observó como el féretro descendía por el hoyo que habían cavado para enterrar a su pequeña hermana Emma. Antes de que el sepulturero cubriera el cajón de madera con tierra, tiró el ramo de flores blancas que llevaba en sus manos para de esa forma despedirse de ella.

En el lugar no se encontraba solo, Aster, Tooth, Norte y otras personas que no valía la pena nombrar, le acompañaban en su dolor, vestidos con aquellas prendas oscuras que comenzó a odiar. Sin embargo, hacía falta la persona más importante para él, aquella linda platinada no se había presentado ni en el velorio ni en el entierro de Emma, creyó que ella estaría con él, pero decidió olvidarlo.

Desvió su mirada del ataúd para posarla en los ojos violetas de Tooth que estaban llenos de lágrimas sin derramar, lágrimas que él había negado a dejarlas salir por sus ojos claros, ya había llorado lo suficiente. Ella, en sus brazos, cargaba a su sobrina, quien se había quedado sin el amparo de su madre. Pensó en lo desprotegida que ahora estaba, con un padre miserable y con su madre muerta, ahora era su labor suplir a su hermana.

Sintió que alguien tocaba su hombro, volteó para observar a Nicolas con un gesto cargado de tristeza, él trataba de consolarlo, pero nadie podía entender lo roto que estaba por dentro.

—Todo va estar bien, Jack. Estaremos contigo —susurró.

—Estás equivocado, nada, absolutamente nada, está bien. Ustedes no lo entienden —respondió con sequedad y retiró la mano del antiguo guardián —Jamás han perdido a una persona tan importante como yo —colocó la mano sobre su pecho, apretando su camisa negra.

Deseó llorar, pero no podía romperse nuevamente frente a ellos, tenía que ser fuerte, por Ámbar, incluso por él mismo.

El sepulturero dio por concluida su labor, dejando cubierto de tierra el hoyo donde ahora reposaba el cadáver de Emma Overland. El sacerdote dijo unas últimas palabras como despedida para la muchacha y todos los asistentes al evento dejaron una rosa blanca junto a la lápida que confirmaba el nombre de la difunta.

Jack pasó una mano por su rostro para reprimir el deseo de echarse a llorar arrodillado frente aquella lápida. Respiró profundo y despidió a su hermana con una sonrisa, era lo menos que podía hacer.

Sin embargo, su sonrisa se borró y su corazón se estrujó al levantar su mirada y ver una cabellera rubia acercándose al grupo de personas que lo acompañaban. Lucía un vestido negro junto con una chaqueta y sombrero negro que ocultaba su identidad, pero Jack sabía muy bien de quién se trataba, la reconocía a metros.

Elsa se quitó el sombrero ante la mirada de los presentes y posó su mirada azul en el rostro apagado del peliblanco. Algo dentro de su pecho se contrajo al ver ese frío en su mirada y la desolación que transmitían sus iris, no le gustó para nada verlo así, lo estimaba demasiado y no quería verlo así de lastimado.

Su hermana tuvo razón cuando le dijo que tenía que estar a su lado en este momento de crisis, pero ella temió al principio, pensó que Jack no querría verla después de haber dejado morir a lo más preciado para él, su familia. Pero al final, decidió levantarse de la cama, vestirse acorde a la situación e ir a su encuentro para poder sostener su mano en el momento que las lágrimas caigan por su pálido rostro.

 Hasta El Fin Del Mundo (Jelsa) [Primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora