Capítulo 16: Dimisión.

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Él no pudo haber oído eso. No quiero.

¿Por qué justo él tenía que escucharme?

Una extraña sonrisa curva sus labios pero su mirada es dura. Me ve con intensidad y su rostro impacible no me dice nada. Sin quitar sus ojos de mí emprende de nuevo su andar. Siento mis piernas de gelatina; apenas logro mantenerme intacto. YunHo traspasa la trampa de chicas amontonadas, quienes de pronto lo obserban asombradas con cierto interés y se mueven a un costado para permitirle el paso.

Él acorta la distancia, está por llegar al espacio en el cual me he quedado congelado.

—No —mi voz ahogada sale de manera forzosa—. No es lo que crees —le murmuro cuando nos encontramos a poco más de un metro; pero, él sigue avanzando—. No es verdad —le digo cuando lo tengo tan cerca como para tocarlo aunque ni lo intento—. Lo has entendido mal YunHo, lo de recién, era...

—Mentiroso —la palabra sale de su boca cuando nuestros ojos se encuentran a centímetros, impidiéndome continuar con cualquier explicación—. Eres un ambustero idiota —me dice al oído antes de pasar de largo por mi costado.

Una punzada aguda pisotea mi pecho. Me quedo mirando a la nada. Demasiado asustado por las consecuencias de mis errores, por la posibilidad de alargar la distancia existente entre nosotros.

—JaeJoong-oppa —me llaman al tiempo que los murmullos se extienden.

Mi vista se enfoca para dirigirla a ese enorme grupo de chicas, ahora ansiosas por mi próxima reacción. La rubia Jin está por decir algo pero niego con la cabeza. Respiro hondo antes de dar tres pasos atrás y ante la mirada atónita de todas, doy media vuelta y corro detrás de YunHo.

No debe estar lejos. Si corro lo alcanzaré. Estoy seguro.

Diviso su inconfundible espalda a poco menos de dos calles de la universidad. Apresuro mi marcha hasta alcanzarlo por completo, deteniendolo por el hombro. YunHo se gira de manera brusca, con la expresión más amarga que le he visto.

—Déjame explicar lo de recién, yo...

—No necesito, ni quiero explicaciones tuyas —me habla con los dientes apretados, sin suavisar su rostro ni un apice—. Suficiente tengo con tenerte de entrometido en mi vida.

De un tirón se escapa de mi agarre y se marcha. Esta vez no lo detengo. Me quedo plantado durante un par de minutos eternos. La gente a mi alrededor pasa de mí, pero me echa un vistazo con extrañeza, como si el quedarme parado en medio de la acera fuera demasiado curioso como para no mirar un segundo.

«¿Qué demonios estoy haciendo?», me hago esta pregunta mientras reuno energias para volver a correr en su dirección.

«¿Qué pretendes JaeJoong?»

¿Qué quiero?

Deshacer el malentendido.

Debería ir a casa, dejarlo y seguir intentando olvidarme de él. Debería intentar fijarme en alguien más, debería hacer muchas cosas contrarias a mis acciones finales. Pero no puedo. No logro arrancarme del alma el impulso de perseguirlo. De mi momeria no se marcha su sonrisa que jamás será para mí. Soy tan tonto y persistente. Una ráfaga de aire helado me da el gramo faltante de coraje en mi corazón y sin titubeos, lo sigo durante su recorrido, doy vuelta en la misma esquina y giro de nuevo cuando es necesario. Lo veo adentrarse a una calle parecida a un pequeño suburbio, lo cual es curioso, pues es un claro indicativo de que tiene dinero suficiente como para no trabajar por nada durante varios años.

Me detengo cuando lo veo entrar a una linda casa. Me situo delante de ella para admirarla. Es blanca, tejado cobrizo, ladrillos grises adornan y dan textura a las paredes de la entrada. El camino hacia la cochera está adoquinada, hay pasto y flores cerca de los tres escalones junto al camino empedrado que me separan de aquella puerta.

¡Ámame!  [YunJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora