Capítulo 30: Sentimiento Aterrador.

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Aquella portada grita cosas que no quiero escuchar, tengo la imperiosa sensación de inclinarme para tomarlo, abrir la página 88 para leer las palabras, las cuales estuvieron atormentándome por años.

Quiero ignorarlo, dejarlo de lado y seguir besando a JaeJoong, incluso tal vez; fingir que no está ahí, más sin embargo... no puedo. Mi reacción ante tal revelación, es irme de inmediato.
—Debo irme —digo apresurado, incómodo.

El bonito rubio me mira extrañado, con las mejillas todavía un poco rojizas y toda la confusión del mundo en su rostro. Como pez fuera del agua, boqueo una y otra vez, en un intento por dejar salir palabras que expliquen un poco mi comportamiento pero no lo logro, en su lugar sólo preocupo a Jae hasta el punto de hacerlo preguntar.
—¿Estás bien?

Quiero decir un "No" pero me sinto tan estúpido, alterándome por la simple presencia de un libro, objeto inanimado, por completo ajeno a los malos sentimientos que provoca en mí. Con las manos hechas puño, hago una mueca parecida a una sonrisa. Suspiro como si estuviera cansado y me excuso:
—Recordé que debo volver, para resolver el desorden que Heenim dejó en mi casa y otros pendientes —miento, como hace tiempo no hago.

—Pero —se interrumpe, funce sus labios en un ligero puchero; sus cejas se juntan—, dijiste que se fue con su prometido desde hace tiempo —maldigo en silencio su buena memoria, aunque en el fondo, por alguna razón, que recuerde una nimiedad dicha por mí, me hace sentir feliz.

—Sí, pero es una larga historia, nos vemos luego —con prisa para irme, planto un beso en sus labios antes de continuar—, te llamaré mañana para planear otra salida, vamos a comprar yus materiales faltantes antes del nuevo semestre.

Mi cita asiente en silencio y me deja ir. Me pongo mis zapatos tan rápido, apenas recuerdo haber acomodado las pantuflan de interior antes de salir. Estando ya en la comodidad del ascensor, me encuentro conmocionado. Froto mis manos contra mi cara; siento una opresión en el pecho. Esa misma sensación que llevaba tiempo olvidada, en lo más recóndito de mi mente.

Sintiéndome patético por huir de una tontería, regreso a casa. Pude haberme quedado para hacerle el amor a JaeJoong, y pedirle por la mañana que se deshiciera de ese horrible libro. Debí ignorar la presencia de ese ejemplar raro y continuar mi velada con el rubio por quien subí a ese departamento en primer lugar.

Frustrado, molesto, estresado, con las entrañas revueltas hechas nudo, voy a meter al perro a la cocina para no dejarlo en el frío. Le tapo con una manta vieja, el cachorro se queda quieto, se hace una bolita y le dejo para ir a mi habitación. Tomo un baño para obligarme a relajar el cuerpo. El agua tibia me recibe, me enjabono y pienso un poco más... si JaeJoong tenía el libro, eso quería decir, que era el chico del cual el señor Kuon-shi no quería decir nada. Ahora su vaga descripción me suena más lógica y me pregunto cómo no lo supe antes.

"Sólo te diré que va en tu misma universidad, es un chico rubio y alto...También es cliente frecuente de aquí. Tal vez lo conoces y no recuerdas".

Sí, en definitiva debí haber sabido. Al parecer he sido todavía más ciego con JaeJoong que con... ella.
Niego para mis adentros, mientras seco mi cabello mojado tras salir de la ducha. Con paso lento voy hasta mi recámara, donde me termino de secar antes de vestirme con una playera blanca sencilla, un boxer blanco y pantalón negro grueso, cálido. Como su piel, blanca tersa, cálida.

Frustrado, lanzo la toalla alrededor de mi cuello al cesto de ropa en la esquina de mi recámara. No puedo creer que a pesar de todo el problema de mi pasado y el libro, aun así no puedo dejar de pensar en ello. Molesto, apago la luz de mala gana, ya recostado con una manta encima, miro el techo al tiempo que recuerdo la silueta de JaeJoong en medio de las luces del bar. Un suspiro languido sale de entre mis labios mientras cambio mis pensamientos a la corta cita.

Doy vueltas en la cama hasta conciliar el sueño. Me habría gustado más soñar con cierto rubio, no con el pasado.

«—¿Me amas Yunho? —me dijo un día la mujer de cabellos largos a quien creía amar, mientras ambos mirábamos el techo luego de haber tenido el sexo más fugaz e insípido de la historia.

Siendo inexperto y nuevo, siendo todavía casi un niño estando "enamorado" no supe diferenciar ese acostón de un buen sexo, pues no tenía con qué comparar.
—Sí —dijo el YunHo tonto de ese entonces.

Mi corazón latía mucho y quise preguntar lo mismo, pero ella sólo sonrió, dijo que era tarde y como si nada, comenzó a vestirse. Esperaba más, siempre lo hice, y como todas las veces... no recibí nada.

¡Ámame!  [YunJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora