Cautelosamente abrió la puerta y se dejó invadir por una oscuridad absoluta, siendo incapaz de ver algún indicio que le mostrara— aunque sea— una pista de lo que estaba sucediendo.
Nadie hacía ruido, nadie se movía o es que ¿acaso todos se fueron?
Aquella idea pasó fugazmente por su cabeza, pero la descartó tan rápido como empezó a caminar entre el piso de madera del pequeño pasillo, más, con todas aquellas dudas se volvió una eternidad. Los pensamientos negativos llegaron como una respuesta a todas sus dudas, así, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, mientras que sus pies curiosos ya se habían adelantado. Kurapika se movilizó discretamente pero no por ello, más seguro.
—Esa puerta está semi- abierta. —Repuso Kuroro y sin ninguna dificultad le tomó de la muñeca. —Ven... — sentenció antes de jalarlo suavemente a un camino que no había podido ver hasta ese momento.
Los primeros segundos que Kurapika ocupó para especular las peores noticias que podía recibir, Kuroro se dedicó a acostumbrarse a la oscuridad. Hábil y osado, lo jaló con seguridad hacia aquella puerta.
La puerta que daba a la habitación de Kurapika.
Esta vez, ninguno se detuvo a analizar la situación. La puerta de madera vieja—pero conservada— chilló al abrirla de un empujón, la oscuridad no cesó en los próximos instantes.
— ¡Sorpresa!
Y las luces se encendieron al unísono, cegándolos. La música se desató como un estruendo molesto al principio. Obligándoles a cerrar los ojos por un momento, que más daba, cuando al abrir los ojos se encontraron con algunas caras bastante animadas, sonrientes, ruborizadas. Como si empezaran a vivir.
El sonido de un disparo es lo que pareció escuchar, Kurapika. Pero no era nada de eso.
Kuroro advirtió como decenas y decenas de serpentinas volaban por la habitación, unas a metros por encima y otras sobre su cabeza.
Las voces llenas de júbilo se pronunciaron con más ganas: — ¡Feliz cumpleaños!— seguidamente, se desató una lluvia de confeti colorido, haciendo un rápido viaje de su contenedor a su pálida piel. Tiñéndolo como un arcoíris.
Ambos se quedaron estáticos en la entrada, analizando la situación...
Eran Neón, Lilianne y Senritsu alrededor de una decoración sublime, entre globos en cada esquina, flores colgadas en las ventanas, adornos en papel brillante en el techo y piso, con gorros de cartón sobre sus cabelleras y una enorme mesa con un exquisito banquete, surtido de una variedad de bocadillos, dulces, agrios, salados y en la mitad; un adorno de hielo alrededor de varias bebidas burbujeantes. El viaje de la melodía que de antemano se sabía era cortesía de Neón, iba desde la esquina alado del cuarto de baño hasta, llegar a cada rincón gracias a los parlantes repartidos en la parte superior y si, finalizando afuera, donde seguía un pasillo oscuro. No parecía ser suficiente, aquella música estruendosa no dejaba de ser molesta y que decir de un último detalle.
— ¿Qué hacen en mi habitación?— protestó Kurapika. Su rostro puso esa expresión que solo podía denotar una molestia fugaz.
Por su lado, Kuroro no dijo nada. Es más, no se atrevió a moverse ni para retirarse todo el papel de su cabello y ropa.
Perplejo, ajeno a ese tipo de celebraciones.
—Y... ¡¿No piensas decir nada?!— la voz femenina, juvenil pero dura y demandante llegó de sorpresa con un toque de interferencia, tal vez distorsión. Nadie notó el computador alado de Senritsu hasta ese momento, todos regresaron a ver al monitor con alegría.
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PROMESA (KuroKura)
FanfictionSEGUNDA VERSIÓN/ BORRADOR CON UNA CORRECCIÓN Seis meses o quizá un año. ¿Cuando fue la última vez que contempló aquellos ojos? Jamás pensó volverlo a ver y mucho menos sentir eso por él... "Si no puedes llegar a amarme al menos lograré que no me odi...