30. Carta

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Un grito resonó en toda la mansión.

No uno femenino pero su timbre sí que sonó bastante agudo. Después, un incómodo silencio.

Hasta que...

-Dispárale.

- ¡Te volviste loco!

- ¡Solo hazlo! Se está moviendo, mira ¡Allá va!

La sonora conversación en el salón principal tenía a Martin con los nervios de punta, pues sus dos nuevos guardaespaldas se encontraban con sus respectivas armas en mano, apuntando hacia todas partes con sus peores movimientos. Torpes, nerviosos, ansiosos.

Martin se mantuvo de pie en medio de la sala, tomando la manga de su chaqueta con fuerza, los ojos cerrados y el entrecejo fruncido.

-Esto es inaceptable, hermano. - dijo entre molesto y socarrón.

-Neón a veces tiene formas muy extrañas de divertirse. - respondió Light, quien permanecía a su lado. Con la misma posición, resguardados y seguros del peligro.

Yuki y Aki caminaban sigilosamente por la habitación, tratante de no espantarse en el camino. Su deber era proteger a sus jefes de cualquier peligro.

Aunque se trate solo de un ratón.

Un ondeo apresurado y juguetón salió de entre las cortinas, las borlas al final de los cordones de los costados bailotearon rápidamente. El ratón corrió hasta llegar debajo de un pequeño sillón.

- ¡Ahí está! - gritó Aki y se tapó la cara.

Yuki rio de muy buena gana. -No puedo creer que le tengas miedo a los ratones. - le dio pequeños codazos a su compañero mientras no dejaba de vigilar la nueva guarida del enemigo.

Empezó a dar pequeños pasos, muy silencioso, con su arma en alto y el rostro húmedo de la tensión. Sus dedos gradualmente pasaron de temblorosos a firmes, no podía perder el control en su situación y mientras a sus espaldas permanecía Aki con las manos en el pecho, unidas en un ademán de rezo.

Los segundos pasaban como si fueran toda una eternidad, situación que desencajó a Martin.

Finalmente, sus pies llegaron al borde del mueble. Yuki soltó su respiración contenida muy delicadamente. De inmediato, llevó su dedo al gatillo del arma. -Lo siento, pero a nadie le agradas. - susurró y le apuntó con presteza.

Los espectadores cerraron los ojos al notar como el dedo del gatillo empezó a ser presionado.

Los pasillos ávidos de algún refuerzo se llenaron por completo del retumbante sonido de un disparo. Segundos después... de las voces irritadas provenientes del salón.

- ¡Idiota, le hiciste un hueco a mi sillón!

-Yuki es un idiota.

-Cierra la boca ¡todo es tu culpa Aki!

-Light, te mandaré un cheque por tu maldito sillón. ¿Podemos continuar?

- ¡Qué nadie se mueva!... ¡Allá va!

Así, entre torpes correteos los nuevos guardaespaldas de Martin salieron corriendo en dirección a la cocina. Aun con las armas por delante, quizá ignorando a las personas que se encontraban preparando el almuerzo aquella calurosa tarde.

Escena que contempló Lilianne desde atrás de un aparador. Permaneció atónito y sus ojos se le iluminaron, inconscientemente esbozó una amplia sonrisa al ver a sus dos mejores amigos de nuevo.

Aquel día Martin había llegado de visita inesperadamente.

-Yuki, Aki. - dijo para sí, mientras se veía dispuesto a salir corriendo atrás de ellos.

PROMESA (KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora