Capítulo 1

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Mariana

No me gusta el regreso a clases, al principio es un poco tedioso por las presentaciones de los profesores, de nuevos ingresos, de días enteros haciendo tareas, acostarse tarde, enfermarse por no alimentarte bien o por no dormir las horas correspondientes, tener que madrugar para terminar las tareas o estudiar a última hora para un examen o una exposición, trabajos y entre otras cosas.

Pero lo peor es tener que soportar a todos tus compañeros ineptos, buenos para nada en las clases, en los grupos de exposiciones, prácticas y trabajos. Odio tener que compartir con ellos un aula de clases. Es muy aburrido estudiar en las tardes, nada interesante sucede a estas horas. Bajo de la ruta que me deja a una cuadra del instituto y me encuentro con mi amiga Marisol.

—¡Eh, Mariana! —Me saluda con un abrazo Marisol.

—Hola, Marisol —respondo con una sonrisa a medio lado mientras retomamos el paso hacia el instituto. Estudia conmigo, pero es toda una rompe corazones, tiene más historias de amor que todos los escritores de romance, realmente siempre tiene algo que decirme o algún chisme que contar.

—¿Cómo te fue en estás vacaciones? —Pregunta esperando que mi respuesta sea gratificante para ella. La verdad es que no me llama la atención salir a fiestas, ligarme algún chico del instituto, aunque tengo a un chico detrás de mi que no sé a qué juega—. Dime que saliste, te divertiste, fuiste a algún lugar y conociste a un chico que te dejo babeando por varias horas.

—Bien o eso creo —digo mirando delante de mí, no acostumbro a agachar la cabeza para mirar en donde voy pisar, soy una líder, siempre mirando al frente—. Salí con mi familia, ¿eso cuenta?

—Mira quien va ahí —dice Marisol ignorando lo que acabo de decir. Se refiere a Gabriel, tiene mi edad, es más alto que yo, es demasiado guapo, tiene todo lo que quiero en mi pareja, lo único que no me gusta es que demasiado mujeriego. Cada tanto me coquetea, pero siempre anda hablando de sus amoríos y a cuantas besó en la semana—. Tú corazón debe andar a mil por hora —se burla creyendo que me gusta.

—No me gusta, Marisol —la verdad es que me llama mucho la atención, pero no sería alguien con quien quisiera tener una relación estable y mucho menos pasajera, no cuando ya tengo bastante con el tema de la infidelidad en mi vida—. Deja de inventar cosas —suelta una pequeña carcajada.

—Debes dejarte llevar con esto del amor, Mariana —confiesa sonriendo a medio lado, me enfoco tanto en Gabriel que choco con algo que está en el piso.

—¡Ah, mierda! —Exclamo al pensar que es un muro o algo por el estilo. Miro al piso y me encuentro a alguien recogiendo las cosas que se le habrán caído hace rato—. ¡Oh, disculpe! —Digo mientras veo como recoge, pero no me animo a ayudarla.

Marisol agarra mi brazo halándome hacia ella, sigo mirando a la chica que está recogiendo sus cosas del piso, alza la mirada clavando sus ojos en mí. No me mira con odio o rencor, simplemente me mira, con algo de curiosidad. Me giro para caminar, sacudo mi brazo para soltarme de su agarre. Volteo para verla sonreír al guardia y continua su camino mientras agarra su celular para atender una llamada.

La única amiga que puedo llamar realmente “amiga” es a Marisol y eso es porque sabe algunas cosas de mi vida. Odio que las personas sepan tanto de mí ya que eso significa que les doy el poder de destruirme, por eso no cualquiera sabe todo de mí, también me gusta dar aire misterioso. Entramos a clases de inglés. Es una de mis materias favoritas, aunque soy una experta en ese idioma, me gusta repasar todo de nuevo.

Me saluda en inglés y le respondo. Mi inepto compañero, lleno de egocentrismo comienza a hablar en inglés con su grupo de buenos para nada. A veces pienso que merezco un premio por tener una mayor tolerancia hacia las personas incompetentes. Considero a mis compañeros unos parásitos que solo te consumen de a poco. No sé en qué piensan todos, incluyendo al más guapo del salón. Gabriel.

En Tu MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora