Abigail
Me quedé esperando el mensaje o la llamada de ella anoche, pero no lo hizo, no pude dormir en toda la noche por estar pensando en lo de ayer. ¡Demonios! Le quité la virginidad de la manera menos esperada, debe estar odiándome. Quiero asegurarme que no la perderé, le escribo primero, necesito saber cómo amaneció hoy, como durmió. Pasa una hora y nada que responde el mensaje.
—¿Por qué andas preocupada? —Pregunta Stef. Anoche la encontré sentada frente a la puerta esperándome, después de dos semanas desaparecida por fin volvió—. Estás como cuando lo hice por primera vez con un chico que se le olvidó usar condón, creí que me había embarazado.
—No es para nada mi situación —digo mirándola fríamente, camino hacia la cocina para tomarme la décima taza de café.
—¡Oh, vamos! No te pongas de mal humor empezando un hermoso día —comenta riendo un poco, se acerca a la cocina—. Anoche venías muy feliz y demasiado radiante, no dejes perder eso.
—Has silencio que debo pensar muchas cosas —digo pasando de ella para irme a mi habitación—. No me molestes —enciendo mi celular para marcarle, necesito saber que le ha pasado. Lo más probable es que esté durmiendo, pero no es posible porque siempre despierta temprano para hacer sus tareas. Atiende la llamada.
—¿Por qué me molestas a esta hora? —Pregunta con voz soñolienta, suspiro, pero ahora tengo que contentarla—. ¿Qué hora es? —Vuelve a preguntar entrando en razón.
—Las 9 y 20 de la mañana —respondo con miedo a ser insultada.
—¡Mierda, es tarde! —Exclama levantándose de la cama, me la imagino casi dándose trompicones para solo soltarse de la sabana—. ¿Por qué no me llamaste antes?
—No sabía que tenía que hacerlo —respondo inocentemente.
—Está bien —dice de mal humor, frunzo el ceño confundida—. ¿Para qué llamas entonces?
—Solo quería saber si estabas bien —respondo mirando mi mano un poco nerviosa.
—¿Por qué estaría mal? —Pregunta bostezando un poco.
—Por lo de ayer, lo que hicimos en la oficina —respondo cerrando mis ojos con solo imaginarme lo que me dirá—. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien. Ya vuelvo iré al baño —espero y escucho que se queja. Golpeo mi rostro con mi mano, sabía que le dolería las piernas hoy. Al cabo de unos minutos llega agarrando el celular.
—Lo siento, mi madre me llamó y debo ir a desayunar y hacer la tarea que me hace falta terminar —dice queriendo terminar la conversación.
—Entonces, hablamos luego —comento y Mariana no responde y cuelgo la llamada.
Ahora me siento estúpida al comprender que ella no esperaba que la llamara o no tener una razón válida para despertarla a estar hora. Odio no saber cómo actuar con Mariana y más me odio por sentirme de esta manera. Golpeo y maldigo la almohada. Por esta razón es que no había dejado que nadie entrara a mi vida.
Suspiro, cierro mis ojos para calmar mis pensamientos, me levanto de la cama para ir al baño, necesito pensar cómo solucionar esto, aunque no tengo culpa, sin embargo… considerando como la traté en el sexo, sin preguntarle si era su primera vez… tiene razón de estar así de molesta conmigo. Me quito el suéter de Mickey Mouse y me pongo debajo de la regadera para despejar todo mal pensamiento y culpa.
Claro que una vez sepa lo que tanto le dije ayer después de tener sexo y ser consciente de lo que pasó entre nosotras, no me va hablar. Salgo de la ducha y Stef me informa que va a salir, le respondo con un sí y escucho que cierra la puerta. Paso mis manos por el cabello mojado, coloco crema hidratante y de más para luego salir del baño. Fui una tonta al no pensar lo que estaba haciendo.

ESTÁS LEYENDO
En Tu Mente
RandomPara muchos el amor no tiene fecha en el calendario, ni raza. El amor, es eso, el amor. Eso es lo que le pasa a Abigail, el amor es lo más complejo que hay en su vida por lo que decide no enamorarse más, tomar las cosas tranquilamente y disfrutar de...