Capítulo 2

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Abigail

La chica que casi se desmaya en el aula me dio un susto, ¿qué le habrá pasado? Espero que no esté enferma o tenga algo que ninguna chica debería tener a su edad. Aunque hoy en día a las chicas no les importa eso y menos lo que digan sus padres. Hoy me toca darle clases de nuevo y espero que no le suceda lo mismo. Esto de elegir ropa adecuada no es lo mío.

-¿Para quién te arreglas tanto? -Pregunta Stef recostándose contra el marco de la puerta limándose sus uñas-. No me digas que ya te ligaste a un súper profesor.

-Te informo que estás equivocada -respondo sonriendo al espejo cuando decido por mi ropa de hoy-. Estoy vistiendo bien para los alumnos.

-¿Alumnos? -Pregunta con curiosidad. No puedo con su mente tan cochina y tan morbosa-. No sonará mejor en singular, querida amiga -comenta entrando a la habitación y mirándome pervertida-. Me gusta esa ropa, Abi.

-¿De qué hablas? -Pregunto tratando de ignorar el punto que quiere llegar-. Sabes cuál es la política de cada institución y más de esa institución.

-Pero eso no te impide fijarte en algunos de tus alumnos, ¿o sí? -Pregunta sentándose en la cama-. O en tu caso, alumnas -la miro fijamente a través del espejo-. ¡Oh, vamos! Debes retomar de nuevo tus ganas de vivir, no dejarte pisotear de esta manera por el pasado -dice tratando de convencerme de ceder, pero está equivocada.

-Ya lo hemos hablado, Stef -respondo dándome la vuelta-. No me dejo pisotear de nadie. Solo que me siento perdida en estos momentos y quiero estar libre de una relación por ahora. ¿Puedes respetar eso?

-Respeto tu decisión, amiga -se levanta de la cama para caminar hacia donde estoy para tomar mis hombros y mirarme directo a los ojos-. Pero en serio, te veo cada vez infeliz y eso no me gusta, no eres así.

-Para ser feliz no se necesita de alguien -digo alejándome de mi amiga para recoger mi maletín del piso-. Además, no estoy triste. Solo me estoy adaptando a este nuevo estilo de vida -comento agarrando mi celular.

-En eso tienes razón, pero sabes que no me gusta verte sola -niego con la cabeza y salgo de mi habitación hacia la sala-. Estoy orgullosa de ti, de todas maneras.

-Gracias por tu apoyo moral, amiga -es lo último que digo casi gritando cuando salgo del departamento sonriendo por las tontas ocurrencias de mi querida amiga.

Stefany es mi amiga desde hace unos dos años, no sabe mucho de mí, pero tiene lo necesario para que confíe en mí. Ella le huye al amor, pero bien se la pasa mirándole el culo a cuantas chicas y chicos ve en la calle. Trabaja en un centro comercial el cual nunca la he visto ir a trabajar.

Siempre que llego a casa, está ahí con la cena lista. Cada vez que salgo a trabajar a eso de las 10, está siempre acostada viendo tv. No me quejo porque es la que mantiene el departamento limpio y me deja la cena lista y siempre tiene para ayudarme con la renta y sobre todo la compra semanal, pero hay cosas que me hace pensar que tiene a algún suggar por ahí.

Bajo las escaleras casi corriendo, no es llegar tarde, pero me ayudaran con lo de mi oficina y entre otras cosas más por lo que me pidieron ir temprano al instituto. Voy directo al estacionamiento en busca de mi auto, subo tirando mi maletín en el asiento del copiloto, arreglo mi cinturón y avanzo.

***

Llego al instituto feliz, estaciono el auto en el parqueadero de la institución. Bajo del auto buscando mi celular, como lo metí en mi maletín camino tratando de alcanzarlo porque no quiero llegar tarde al salón y atrasarme con el horario de nuevo, pero se me complica un poco por lo que me detengo y al retomar mi camino choco con alguien que apareció de la nada.

En Tu MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora