Capítulo 4

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Abigail

Me despierto temprano aun siendo fin de semana, aunque sea para salir a correr, necesito despejarme un poco de todo lo que mi mente hizo alboroto ayer y mantenerme en forma. Me alisto con mi ropa deportiva, agarro mi reproductor mp3 y salgo del departamento corriendo por las escaleras. Miro mi reloj para llevar el tiempo y salgo corriendo de la entrada concentrada en la música.

Es un dardo tranquilizador para mi ser entero correr por todas partes sin pensar. No es fácil recorrer más millas de las que estoy acostumbrada. Pero tomé esta disciplina cuando me vi ahogada con mi vida y mi pasado, sencillamente las personas de mi pasado no han hecho nada bien para mí. Más mi pareja en ese momento no me ayudaba en nada, más bien era quien me hundía más en la desesperación y ansiedad.

Una vez tuve el deseo de salir corriendo tan rápido y no detenerme hasta que mis pulmones dolieran. Fue en ese momento que me sentí libre y vacía. Desde ese entonces he decidido correr para olvidarme de todos mis problemas o cuando las cosas me quieran salir mal. Lo cual también es bueno para mí salud.

Me detengo frente a una tienda que está al cruzar la calle. Tomo un poco de agua para calmar mi sed, mientras hago estiramiento, así no dejo enfriarme. Veo a Mariana caminar al lado de un chico que podría decir que es su hermano, tienen cierta similitud, se ríe de lo que él dice, me gusta la forma en que sus labios se estiran al reírse. Realmente ella es hermosa.

Suspiro cuando la pierdo de vista, continúo corriendo sin dejar de mirar en esa dirección. Comienzo a hacer un mapa en mi mente y caer en cuenta que vivo cerca de su casa, ¿Cómo es que no me di cuenta ayer que la dejé frente a su casa? Sin embargo, debo estudiar mejor nuestras ubicaciones, de ser así tendré una excusa perfecta para traerla después de mis clases.

-Hola -saluda una chica al bajar de su auto y alzo la mano sin detenerme.

Siento la mirada de ella sobre mí, suelto una risita pequeña y agacho la cabeza negando divertida para luego continuar con mi recorrido, siempre pasa algo así cuando voy al súper, corro o simplemente estoy comiendo, alguien extraño me saluda con total alegría como si me conociera.

Frunzo el ceño pensando en Mariana y si ya llegó a su casa con su hermano, sin darme cuenta llego al departamento y subo las escaleras corriendo con dolor en mis pulmones por no descansar un poco. Después que vi como liberaba todo de mí haciendo ejercicios, me he enamorado totalmente de esto y no me detengo por nada en el mundo. Amo darme un tiempo y amarme.

-¿Dónde estabas? -Pregunta Stef cuando paso por frente a la cocina donde está ella guardando algo en el congelador.

-Es sábado de hacer ejercicios, Stef -respondo caminando hacia la nevera y tomar un agua con gas-. Sabes mi rutina de fin de semana.

-No recuerdo que días es hoy -comenta dejando la bolsa en un lado y se recarga en la isla para verme de arriba abajo-. Tengo hambre.

-¿Por qué no has cocinado? -Pregunto mirando la cocina y los trastes limpios y ordenados, la miro a ella de arriba abajo-. Deberías disponerte a hacer ejercicios, estás bien pinche gorda.

-Es exceso de belleza, ¿Qué te pasa? -dice a la defensiva mirándose su estómago y acariciarlo-. Además, estoy bien pachoncita -su comentario me hace reír a carcajadas-. ¿Ahora soy tu payasa?

-No -respondo encogiéndome de hombros y camino hacia mi habitación quitándome la playera sudada-. Pon a preparar algo, tengo hambre. Mientras me ducho.

-No haré nada nutritivo, si piensas en eso -comenta para iniciar una pelea que sabe que nunca llegará.

-Sólo prepara algo delicioso pero que llene -le respondo dejando mi playera en la entrada de mi habitación y rodando mis ojos.

En Tu MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora