Capítulo 23

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Mariana

Cuando dejó de llover ya eran pasadas las 3 de la madrugada, a esa hora tuve que llamar a mi madre para que no se preocupara, aunque ya lo estaba, estaba a punto de llamar a la policía y salir a buscarme ella misma. Se quedó quieta cuando le dije que estaba bien y disfrutando, que mañana por la mañana iba de regreso con más calma a casa. Puede pasar toda la noche acostada encima de Abigail.

Es una sensación totalmente extraña, nunca había dormido con alguien más en una habitación y menos en compartir cama, pero estoy increíblemente feliz por estar con ella. Realmente fue una noche muy mágica, llena de muchos sentimientos. A pesar de mi error estoy segura que Abigail me ha perdonado. Quiero todo con ella, puedo arriesgas todo por nosotras.

—¿Cuándo te vas a despertar? —Pregunto mirándola con amor, sonrío.

Le doy besos en la mejilla con ternura, luego su cuello para terminar dándole besos en la boca. Se mueve lentamente debajo de las sabanas para reposar su cabeza sobre mi hombro, acaricio su mejilla, dejo un beso largo sobre su frente para luego abrazarla.

—Justo cuando me besaras —responde con una sonrisa amplia y un poco soñolienta, pero me besa en los labios—. Buen día, amor.

—Buen día, amor —acaricio su rostro, mirándola con amor.

—Estás feliz —comenta besando mi cuello provocándome cosquillas—. Me gusta verte feliz.

—¿Me alimentarás? —Pregunto cambiando el tema—. Tengo hambre.

—¿Qué quieres comer? —Pregunta pasando su dedo por mi mejilla para levantarse lentamente, le tomo el brazo indicándole que se acueste encima de mí.

—Quédate conmigo, ahora vas —digo mirándola fijamente antes de besarla tiernamente. Me corresponde el beso de la misma manera. Acaricia mi rostro y mejilla.

—Es magia que tú sigas estando suave —dice bajando para besar mi cuello, cierro mis ojos suspirando—. Me encantas —entrelaza nuestras manos para subirlas por encima de mi cabeza—. Antes de llevarte a casa quiero darte algo para no olvides este fin de semana juntas.

La calidez de su lengua pasar por mi pezón me hace suspirar, la abrazo con mis piernas por su cintura atrayéndola hacia mí, quiero sentir más el calor de su cuerpo, cada vez que me toca tiemblo. Pasa sus uñas desde mis brazos hasta mis caderas, se detiene ahí para besar cada costado.

Me hace sonreír, me besa suave, pasa lento su lengua por mi piel la cual se eriza. Cierro mis ojos para guardar esta sensación y su rostro sonriéndome en mi mente, susurro su nombre. Muerde mi cintura haciéndome cosquillas, la miro con sorpresa y se empieza a reír. Me le quedo viendo fijamente a los ojos y me abalanzo contra ella para besarla apasionadamente.

Corresponde mi beso con la misma intensidad, me aleja para ver mis ojos, luego mis labios y viceversa. Me mantuve quieta por un momento, sé que quiere darse su tiempo, también quiero ver cada parte de su hermoso rostro, esa sonrisa y el brillo en sus ojos. Sus manos se mueven tan diestras, sabiendo exactamente donde tocar, como hacerlo, nunca dejó de mirarme.

Besa mi cuello cierro de nuevo mis ojos, me dejo llevar por sus toques. Empecé a separarme de ella poco a poco para que me siga, le sonrío con malicia, pero ella no la encuentra molestoso, más bien me está siguiendo el juego. Sonríe cómplice.

Apoyo mis manos en la pared para poder ponerme de pie en la cama, se queda de rodillas mirando hacia arriba, de un momento a otro, se levanta para tomarme de la cintura y darme vuelta, nos acomodamos bien encima de las almohadas. Acaricia mis piernas para separarlas. Sus besos los reparte por toda mi espalda alta y van directo a mi cuello.

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