Capítulo 20

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Abigail

Los días son tan rutinarios que me estoy ahogando en ellos, necesito salir a divertirme conocer nuevas personas... aunque no quiero huir de la realidad. Ver el beso de Mariana y Gabriel me descolocado mucho, por ahora no sé qué pensar ni cómo actuar. Tengo entendido que no le he pedido que sea mi novia formal, pero ya la he besado, me la he follado, también. Somos algo, pero no hay títulos.

Pero como dice Stef, terreno sin título no tiene dueño. Por eso es que no sé qué hacer, eso me deprime más, de hecho, me ahogo en un vaso con agua, sé que no somos nada y le doy demasiada importancia. Ese beso surgió porque ella quería, lo permitió y eso que se la ha pasado diciendo que le gusto. Debo aprender a alejarme de las personas que no saben lo que quieren en su vida.

Es sábado, Stef me invitó a una verbena con sus colegas del trabajo, pero me he negado, después de correr más de la cuenta. Al llegar a casa no estaba, solo encontré una nota que decía la dirección a donde iba a estar y con quienes. Entro a mi habitación para desvestirme, ponerme mi toalla alrededor, sentarme un rato en el sofá, pensar mientras cambio los canales.

Entro a ducharme con un pensamiento estúpido, pero me he rebajado a menos, tomé la decisión de invitar a salir formalmente a Mariana a una cita real. Expresar mis sentimientos me ha llevado a esto, no puedo detenerme por un mocoso que quiere bajarme a la chica que me gusta, verla sonreír a causa de otra persona que no sea yo es lo último que debe suceder.

Sé que no es un trofeo que se pueda rifar al mejor postor, pero ella me gusta y quiero tenerla conmigo, no puedo dejar pasar esta oportunidad de tener algo real con una chica encantadora y perfecta como ella. A pesar de no tener su edad, a pesar de no ser un chico para que la sociedad nos acepte, albergo la esperanza que quiera para lo mismo que yo.

Mi decisión está tomada y la suerte echada, solo necesito llevar acabo lo que tengo en mente, pero primero debo confirmar que vendrá conmigo a esta aventura llena de adrenalina. Algo misterioso para que se sienta atraída con solo escuchar que será una sorpresa, que su curiosidad la invada por completo.

-Buenos días -saludo cuando me atiende la llamada.

-Buen día -responde estirándose, hablando con un poco de sueño y un poco de niña pequeña tierna.

-¿Te he despertado? -Pregunto al sentirme incomoda por interrumpir sus sueños. Aunque en el reloj marca las 10 de la mañana.

-No -responde más seria todavía-. ¿Qué necesitas? -Pregunta como si quiera terminar la llamada rápido.

-Preguntar algo, pero ya me respondiste -digo con tristeza. Odio sentirme pequeña delante de ella cuando no me deja entrar.

-Como quieras -escucho que se mueve, de seguro apartó su celular o solo se acomodó para dormir mejor, no sé. Me quedo en silencio esperando a que me hable, pero el único sonido que escucho, es el de su respiración tranquila y constante, se ha quedado dormida.

Suspiro, sonrío y susurro cosas lindas. Al cabo de una hora cuelgo la llamada para que duerma mejor. Me levanto de la cama para ir a prepararme algo de almuerzo. ¿Cómo es posible que no pueda dominar a una chica de 16 años? No me siento fracasada, siento como si me hubiese dejado quitar el control para que la otra persona vea lo que quiere ver.

-¿En qué te ayudo? -La voz de Stef me asusta haciéndome soltar lo que tenía en la mano.

-¡Imbécil! Me asustaste -replico agarrando mi pecho para que mi corazón no saliera desbocado, frunzo el ceño-. ¿No estaba en casa de tus amigos con la verbena?

-¡Ah, sí! -exclama rascándose la cabeza, como si pensara algo-. Vine a verte, también para saber si vas a ir con nosotros.

-No, no iré, estoy cansada -digo muy segura, aunque la verdad quería tirarme a la cama y lamentar este distanciamiento tonto entre nosotras.

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