Abigail
Después de la tarde muy entretenida que tuvimos, Mariana llamó a su madre para decirle que se quedaría aquí hasta que la lluvia cese un poco para poder salir. No le pareció la idea, pero tampoco la obligó a irse. Estoy haciendo algo de cena tengo tanta hambre y de seguro cuando se despierte pedirá algo de comer, ya que después de la llamada, se quedó dormida con el celular en su oreja y desnuda.
-¿Por qué no me despertaste? -Pregunta con voz soñolienta, bosteza un poco mientras se pasa su mano por sus ojos para quitar rastros de sueño.
-Buen día, mi bella durmiente -saludo inclinándome sobre la barra y le doy un beso casto en sus labios cuando se sienta en una de las butacas libres de allí-. No, dormías muy placida en la cama, no quise interrumpir tus dulces sueños.
-Pero me hiciste falta en la cama, no vuelvas a dejarme así -dice dándome un puchero lindo.
-Lo tendré en cuenta -asiente feliz-. Pero por ahora, vamos a cenar -digo sonriendo mientras termino de cocinar una milanesa de pollo.
-¿Dime qué me pongo encima? -Pregunta señalando su cuerpo desnudo. Me quito mi suéter y se lo entrego. Sonríe recibiéndolo.
-Ahora, ve a la mesa a poner estos platos -le indico señalando la mesa-. Toma asiento, ya te sirvo.
No puedo negar que me dejé llevar por lo que siento, a pesar de recordar su beso con Gabriel y seguir enojada, pude hacerla mía sin pensar en eso. Aunque si seguimos así, en algún momento debo pedirle que sea mi novia, aunque... es muy pronto para pensar en eso. Llevo lo que preparé a la mesa, me siento frente a ella, ambas empezamos a llenar nuestros platos con la comida y los vasos con el jugo.
-¿Cómo te siente? -Pregunto rompiendo el silencio después de terminar de masticar un pedazo de pan.
-Me duele las piernas y extrañamente el coño -responde dándole un sorbo a su jugo.
-¡Ah! -comento con asombro por lo tranquila que está.
-Creo que me... -comenta sonrojada, mira su plato sonriendo con perversidad-. Reconozco que me emocioné y estaba excitada... creo que... me gustó, fue increíble.
-Quiero que estés bien -digo extendiendo mi mano para que ella la tome.
-Lo sé, tú eres incapaz de hacerme daño -dice levantándose de la silla, camina hacia mí, me empuja hacia atrás para poder sentarse en mis piernas-. Deseo que me hagas de nuevo tuya -comenta situando sus manos en mi cuello y mirándome con deseo.
-¿Segura? -Pregunto acariciando cada lado de su cintura, ella asiente, suspiro-. Bien, vamos a la habitación.
La acuesto en la cama una vez allí en la habitación, acaricio su rostro para besarla sin tanto apuro, quiero que sepa lo mucho que le quiero y que me gusta. Sus brazos rodean mi cuello mientras le acaricio su pierna, que la subo encima de mi espalda. Nuestras lenguas se encuentran debatiéndose en un duelo, termine chupándole el labio inferior.
Me encanta sus jadeos, suspiros, gemidos. Aprieto su culo, una de mis piernas queda en medio de las suyas, me apoyo sobre mi codo para pegar mi cuerpo al de ella. Pasa sus manos a mi espalda subiendo mi playera, me arrodillo delante de ella para quitármela, vuelvo a sus labios, sus manos se sujetan a mi cadera apretándolas con fuerza como si quiera que no me escapara.
Muerdo suavemente su labio inferior para dejar sus labios, bajo dándole besos húmedos por todo su cuello, paso mi lengua desde su clavícula hasta su mandíbula. Sus jadeos me hacen querer seguir siendo así, lento, quiero que me sienta, me disfrute, se llene de placer. Le pido que se siente para quitarle el suéter, lo tiro por ahí para besar esos labios tan lindos que tiene.
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En Tu Mente
RandomPara muchos el amor no tiene fecha en el calendario, ni raza. El amor, es eso, el amor. Eso es lo que le pasa a Abigail, el amor es lo más complejo que hay en su vida por lo que decide no enamorarse más, tomar las cosas tranquilamente y disfrutar de...