10. Orígenes

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Jimin no lo aceptaría, pero se había mudado inconscientemente al cuarto de Jin y Suga. Él fingiría demencia si le preguntasen, pero nada era mayor evidencia que ver sus zapatos favoritos yacer al pie de la cama del rapero, su cargador en el suelo, su consola y su computador entre el desorden del compañero de cuarto de Jin. Ahora, ya no estaba el pequeño sillón que Suga usaba para ver la televisión, sino dos pufs de color verde menta y naranja, uno junto al otro, frente a la pantalla plana de la habitación. Jimin ahora tomaba siestas junto a Suga (Jimin jamás dormía en las tardes) y, cuando se despertaban, se perdían el resto de la tarde en la azotea. Nadie diría nada cuando veían a Jimin acurrucarse entre las sábanas grises, pero sí notarían, noche tras noches, los suaves pasos antes de irse a dormir.

No había sido intencional el dormir juntos, pero Suga no podía imaginar no dormir con Jimin, cuando, una noche, lo vio de pie frente a su cama, con el cabello levantado y los brazos temblorosos alrededor de un curtido osito de peluche azul. Suga debía admitir que sintió su corazón escapar, y que cayó de su cama debido al susto, cuando vio la imagen a oscuras de una persona frente a su cama, despertando en el proceso a Jin, que sólo pudo pegar un grito nada disimulado y despertar Namjoon y V, que estaban en el cuarto contiguo. Namjoon tuvo que llevarse a Jin a su cuarto para convencerlo de que sólo era Jimin, que no era nadie peligroso.

Por su parte, A Suga le costó deliberar qué debía hacer, y mucho más tomar a Jimin del brazo y sentarlo sobre la cama. Suga estaba realmente cansado y no podía pensar con claridad más allá de ¿por qué, maldita sea, Jimin estaba despierto a las 3 de la mañana? ¿Era consciente de que él estaba totalmente furioso de despertarse antes de la salida del sol?

Suga no notó a Jimin llorar contra su hombro hasta que las lágrimas chocaron con su piel y la humedad de su camisa le hizo sobresaltar. No supo cómo reaccionar y sólo lo dejó llorar hasta que se ahogó en sollozos y, muchos minutos más tarde, logró dejar de llorar con tanta intensidad. Cesó en un instante y Suga dubitó qué debía decir ¿Le decía que tenía la cara roja como una fresa? ¿Que sus mejillas se veían más abultadas por llorar? ¿Le palmeaba la espalda? ¿Mejor lo enviaba a llorar con Hoseok o Taehyung? ¿Seguía vivo si había dejado de llorar? O sólo verlo dormir, porque Jimin cayó rendido sobre su hombro y el tema quedó totalmente acallado en cuanto, a la mañana siguiente, Jimin no apareció para el desayuno ni en su cama y, en cambio, estaba una pequeña nota con su bonita caligrafía donde avisaba que estaría dentro del salón de práctica hasta nuevo aviso.

Suga pensó que, tal vez, el hecho de que bailase hasta el cansancio sería un buen alivio a su estrés y, de paso, lo haría hablar cuando se sentaran juntos en la tarde para que pudiera fumar. Sin embargo, Jimin no llegó a la azotea ni a cenar. No porque estuviera tan cansado de bailar que no pudiera mover un hueso, sino que, por el contrario, estaba totalmente hiperactivo y confundido porque su cuerpo no respondía a ningún impulso. Intentó bailar, aquel día y durante una semana entera, pero no funcionaba. Ni siquiera podía moverse sin tensión al ritmo de Lie, al ritmo de su propia canción. No podía recordar qué hacía que esa coreografía fuera tan fluida para él. Tampoco podía recordar qué coreografía podía hacer sin temor. Lo estaba matando la opresión en su pecho cuando intentaba moverse con libertad en medio de las melodías.

Ya era imposible esconderlo, Jimin estaba evitando a todos porque sentía vergüenza de la situación. Para Jimin, era vergonzoso que hubiera olvidado cómo bailar, e igual de vergonzoso aceptar que necesitaba ayuda para arreglar ese problema. No supo que hacer y, cuando se vio tan cerca de golpear el final del pozo, no se le ocurrió nada mejor que hacer una llamada a su hogar. La respuesta de su mamá fue un efecto sedante para su mente. Escuchar su dulce voz hablar de su hermano fue un pequeño bálsamo a su corazón herido. Unas vagas palabras, donde estaba tintada la voz herida del pequeño castaño, fueron más que suficientes para que su progenitora le diera palabras de aliento.

-No lo sé, Jiminie. Creo que debes despejarte. A veces, volver a los orígenes es suficiente para devolver el corazón a su lugar.

Esas fueron las palabras de su madre a la vaga descripción de su problema. Jimin le dio palabras cariñosas y promesas de volver pronto. Sin muchos ánimos, intentó ofrecer una posible fecha para su viaje. Sin embargo, cuando colgó y se vio encerrado por las 4 paredes que algún día fueron su polo a tierra, no pudo evitar que un deseo interno ardiera pidiéndole que escapara de allí.

(...)

Cuando Taehyung despertó, no se imaginaba que sobre él iba a estar una larga lista de hojas, dulces y peluches. Se levantó con torpeza y tomó las cosas, buscando, a tientas, sus lentes para poder hacerse una idea de lo que pasaba. Intentó ser silencioso para no despertar a Namjoon y repasó con cuidado el relieve de la caligrafía impoluta de su mejor amigo.

"TaeTae:

Iré a Busan, no pienso demorar más que una semana. No abras el pico, por amor a Jesús. Esto es secreto.

Nos vemos pronto.

Jimin."

Las demás hojas eran listas con quehaceres respecto a su cuarto, dejar sus peluches en el cuarto de Suga, la lista de prendas que necesitaba le enviara por paquetería y lo que debía decirle a los managers de su desaparición. Taehyung supo que su día libre se había ido al desagüe.

De hecho, sus esperanzas de poder dormir eran nulas, porque su madre había llamado y le había dicho que su "Pequeño Jiminie" iba a quedarse allí para descansar, antes de llegar a Busan. Si estaba ahí, no era porque el viaje fuera agotador, sino porque Taehyung conocía su dirección y las cosas le llegarían allí antes de llegar a su hogar, así que se vio obligado a recoger todo el desastre, esconder las notas y poner los peluches en una bolsa negra, para recordar dejarlos en la habitación de Suga hyung. Se adentró de puntillas en la habitación de Jimin, tomó todas las prendas y objetosque había enlistado su amigo, y los metió en un bolso de gimnasio que encontró en el suelo, sin idea de quién era el propietario. Cuando estuvo listo, caminó hasta el puesto de paquetería y dio orden de envío hacia su casa, a la espera de que su mejor amigo lo dejara dormir en paz.

Pasó por la compañía y explicó que Jimin salió de urgencia por su mamá y que volvería tan pronto como todo estuviera en calma. Tuvo que escuchar un largo reproche sobre el honor, la responsabilidad, la insolencia, la salud y la familia antes de conseguir un permiso de huir del lugar. En el camino, logró conseguir un desayuno y tener una larga charla telefónica con Jimin, donde intentó sacarle, infructuosamente, información de su viaje.

Cuando llegó a casa, contó con la fortuna de ver únicamente a Jin hyung despierto. Tomaron juntos un café y Taehyung fingió demencia cuando le preguntó si había visto a Jimin, pues vio la puerta del estudio abierta y pensó que había salido, al fin, a comer. Taehyung rápidamente cubrió todo diciendo que él la había abierto para ventilar la sala y que suponía que Jimin había salido, porque no lo había visto. Evadió las demás preguntas fingiendo tener sueño y caminó escalera arriba, para hacer su última tarea, dejar sus peluches en la habitación de Suga. Maldita sea, Jimin tendría que remunerarle esto como fuese.

Relatos de una Musa Perdida♤Yoonmin♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora