Suga soltó el humo de su cigarrillo con pereza, mientras apoyaba la mano libre en el suelo para apreciar con mayor ahínco el cielo anaranjado que iluminaba el atardecer de aquella cálida tarde de verano.
-Ya sabía yo, querido hyung, que esa mirada tuya no era para nada en vano.
-No empieces, Jungkook. No estamos aquí para esto.
El makanae rodó los ojos y dio un largo trago al vaso lleno de té helado que sostenía, sin mover su mirada del bonito atardecer que se abría frente a ellos, lamentándose de no tener su cámara para fotografiar ese bonito cielo.
-Entonces ¿Por qué estamos aquí? Ya que no puedo empezar...
El tono del maknae era una auténtica burla y a Suga le puso los pelos de punta la ira que le recorrió ante las palabras de su dongsaeng.
-Estamos aquí porque ayer te enfurruñaste y no quisiste salir con nosotros al cine. Jin hyung estaba muy molesto conmigo por dejarte solo en casa.
-Wow, hyung. Has logrado detectar algo por ti mismo. Dile a Jin hyung que estoy bien, me he quedado por voluntad propia.
-Poco me interesa si Seokjin hyung se preocupa o no por ti. A ti te gusta salir ¿Por qué no quisiste salir con nosotros?
Jungkook sabía más que nadie que esa pregunta iba a llegar en algún momento. A él le gustaba mucho salir, caminar fuera de casa, tomar fotografías de los bonitos museos y palacios de la ciudad, comer con sus hyungs y verlos maravillarse por la belleza del exterior. Él jamás desaprovecharía una sola oportunidad de salir de casa y pasar un rato en algún lugar público ¿Por qué no querría aceptar una invitación gratuita de Suga hyung para ir al cine y comer con sus hyungs? Jungkook sabía que no iba a ser fácil aparentar tranquilidad y normalidad en sus actos, y que esa pregunta iba a llegar tarde o temprano de boca de alguno de sus mayores. Sin embargo, jamás esperó que esa pregunta saliese de los labios del hombre más frío, torpe al hablar y ajeno a la compasión que había conocido en su vida.
-No creas que me era imposible notar esa mirada dulce que siempre le das a Jimin.
-Jungkook...
-Tú lo miras como si él fuera la representación más pura de arte y armonía que tus ojos hayan presenciado.
-Estamos hablando de ti, Jungkookie-ah.
-Es una mirada tan pura y diciente, como si te salieran letreros que gritan que le amas, aún cuando él jamás lo notaría.
-Kookie...
-Y, aunque te esfuerces en mostrarle que le amas, que estás dispuesto a defenderle a capa y espada, que tus latidos se acompasaron a su melodiosa voz por las mañanas, no va a fijarse en ti.
A Suga no le costó mucho notar que Jungkook hablaba, ya no de él, sino de sí mismo. Soltó un breve suspiro y apagó su cigarrillo con la suela del zapato, incorporándose y acercándose a su maknae, reclamando la atención de sus ojos hacia él.
-Jungkook, mírame por 3 segundos.
A Jungkook le costó esconder las amenazantes gotas de agua que pedían huir de sus cuencas, pero pudo sostenerle la mirada a su hyung sin derrumbarse al segundo.
-Sé claro conmigo si quieres que te ayude. Si no, dime a quién quieres que llame para que hables con alguien y arreglemos este embrollo.