22. Cercanos

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"Me niego a opinar sobre tu asqueroso gusto, Min Yoongi, pero... Pero te quiero de vuelta, hijo"

Yoongi dio una calada a su cigarrillo mientras repasaba aquella conversación, de la que ya habían pasado casi 3 años. Aún podía recordar vívidamente la mirada de su madre, que reflejaba la lucha de dos guerreros tras sus orbes carbón. Sus ojos oscilaban entre el repudio y un inmenso dolor. Yoongi jamás podría decir qué era peor para su corazón.

Para variar, Yoongi se había sentido mejor que nunca cuando las llamadas de su hermano incluían un tímido saludo de su madre y noticias alentadoras de su padre. Todo mejoró cuando las cuentas volvieron a llegar y, con ello, llamadas de su madre sin ser obligada por su padre o su hermano, lo que era demasiado genial para él. Además, con la recuperación de su padre y la noticia de Do Misoo, la nueva prometida de su hermano, sus padres se alentaron a ir a un concierto de la banda en Seúl.

Poco a poco, su madre había ignorado el enamoramiento de Yoongi e, incluso, recibió a Jimin en su casa cuando éste fue de vacaciones durante el verano anterior al lanzamiento de Wings. De hecho, fue muy amable y le permitió sentirse bienvenido durante su estadía, le dijo a Yoongi que era un chico precioso.

Yoongi soltó el humo por su boca mientras sonreía ante el recuerdo. Se había divertido un montón viendo a Jimin jugar con Min Holly, siendo peinado por sus primas y bailando con su cuñada. También, tuvo la posibilidad de verle cargando a la bebé de su vecina y su corazón se esponjó un poquito ante la vista. Yoongi aún conservaba la foto en su teléfono y sonreía ante el recuerdo de esa tarde nevada, donde el gélido sol alumbraba sobre ellos y la bebé chupaba el pulgar de su dongsaeng.

Pronto, escuchó la puerta abrirse y unos pasos en su dirección. Un Jimin puchereando hizo acto de presencia frente a él. No era casualidad que Yoongi estuviera allí, no era casualidad que justo estuviera fumando a las 8pm, tras las prácticas de Jimin, Hoseok y Jungkook. Se decidió a quedarse y esperar a Jimin, que llevaba casi 1 semana huyendo de su presencia siempre que estaba cercano a su espacio personal. Debido a que Yoongi estaba de un humor genial, le dio una amplia sonrisa al pataletoso dongsaeng, que le miró y se enfurruñó. Yoongi blanqueó los ojos y tomó la mano del menor, intentando llamar su atención.

—Park Jimin, ¿Qué pasa?

Al menor le tembló el labio, pero no soltó la sopa. Se enfurruñó aún más y elevó la barbilla, intentando sentirse tan digno como pudiese. Yoongi, por su parte, sólo rodó los ojos y tiró de él para sentarse sobre la grama falsa en la azotea, encendiendo un nuevo cigarrillo para calarlo en una inspiración, soltando el humo hacia la vista frente a sus pufs.

—Jimin, te estoy hablando, maldita sea ¡Escúchame!

—¡Cállate!

Al mismo tiempo de Min Yoongi gritaba por ser escuchado, Park Jimin aulló para que se callara. Se miraron, chispeando frustración.

—¿Qué demonios te pasa? Jimin ¿Entiendes cómo te estás comportando? ¡Mordiste a Taehyung! ¡Le pegaste y le dejaste heridas! ¡Lastimaste a Hoseok!

Jimin temblaba en su lugar y mantenía la vista baja, la mandíbula fuertemente cerrada y tensa. Sus manos estaban cerradas en puños y la cara roja de ira. Yoongi daba pasos a cada reclamo hacia él.

—¿Sabes qué, Park Jimin? ¡Vete a la mierda, maldita sea! ¡Cada maldito día me levanto preocupado por ti y tú prefieres huirme! ¡Me hartas! ¡Taehyung no te hizo nada, Taehyung sólo fue un buen amigo y estuvo para ti! ¿Qué te hizo el pobre chico para que tú-

Un golpe seco se escuchó.

Park Jimin acababa de lanzar un puñetazo contra Min Yoongi, quien se tambaleó hacia atrás. Se pasó la mano sobre el pequeño hilo de sangre que se escapó de su boca y se río con amargura, escupiendo mientras negaba y se reía casi en histeria. Jimin, por su parte, se sostuvo la boca al ver a Yoongi sangrar. Tembló desastrosamente y se lanzó hacia él, agarrando su chaqueta mientras balbuceaba disculpas. Yoongi, en medio de todo ese desastre, mantuvo una de sus manos sobre la espalda de Jimin, pero no pudo decir nada. Claro, sabía que Jimin no estaba completamente bien, pero le había asestado un golpe tan fuerte que estaba demasiado aturdido.

Jimin lloró contra su pecho y rogó por perdón, hecho un desastre nervioso e intentó, como pudo, sostenerse un poco mientras su mente se aclaraba.

Maldita sea si no había metido la mata con este desastre.

(...)

Jimin limpió, nuevamente, la sangre que brotaba de la herida interna, odiando definitivamente los estragos que había hecho el medicamento psiquiátrico en la coagulación de su hyung. Puso un poco de hielo, envuelto en hojas de menta con un pañuelo, sobre la herida.

—Lo siento mucho, hyung.

Yoongi suspiró pesadamente, rascando sobre su ceja mientras evitaba mirar a su menor.

—Está bien, Jimin. Ya pasó.

Jimin bajó la vista, sus mejillas sonrojadas de vergüenza. Yoongi gruñó y pasó sus dedos por el cabello que tapaba los ojos de Jimin para llamar su atención.

—¿Vas a decirme ahora lo que está pasando?

Porque, claro, Jimin lloró por casi media hora contra el pecho de su hyung, luego le hizo bajar para curar la herida en su labio, que había decidido que le encantaba sangrar y no iba a parar. Tras un increíble alboroto de gritos de los miembros y regaños, les dejaron para que Jimin pudiera cuidar el golpe. Estaban sentados sobre la cama de Yoongi, uno frente a otro. El menor estaba sentado frente a su hyung, sosteniendo una bolsa de hielo y unas hierbas extrañas que Jin le había envuelto en una toalla. Desde esa posición, Suga podía ver las cejas decaídas y el labio inferior de Jimin, maltratado y rojizo por el permanente mordisqueo que le infligía cuando estaba nervioso. Podía ver las pequeñas pequitas sobre su nariz y el sonrojo que le llegaba hasta las orejas. Era más consciente de esos pequeños y bonitos ojos, oscuros y casi adormilados, incluso podía notar perfectamente su respiración contra su piel. A esa distancia, Suga era consciente vergonzosamente de cuán hermoso era ese dongsaeng. El hecho de que su cabello rubio cayera sobre su frente de forma desastrosa, que la piel medianamente morena despidiera un hipnótico olor a canela e incluso que esos ojitos le miraran con toda la preocupación que pudiese abarcar era suficiente para que él se sintiera al borde de la locura pasional.

—Jimin, te estoy hablando ¿lo sabes?

—Lamento que vaya a quedarle una marca fea por unos días, pero le prometo que voy a cuidarla para que no tenga cicatrices.

Yoongi rodó los ojos al oírle y tiró de la bolsa, lanzándola contra la puerta hasta que ésta se cerró de un golpe. Esperaba que fuera una razón contundente para los miembros de que estaban ocupados y no querían ser interrumpidos. Tiró de las muñecas de Jimin hasta que él no pudo buscar otra cosa para distraerse y volvió a repetirle la pregunta, a lo que Jimin bajó la cabeza y jugó con sus dedos antes de mascullar una sorpresiva respuesta.

—Encontré la carta que Taehyung le dio por su cumpleaños y-y yo me puse muy triste porque usted la guardó y, es que, usted nunca dice nada sobre los regalos que le doy y sólo se encoge y me ignora. Me dolió mucho ver la carta y... Ustedes se quieren mucho. Y yo siento que no tengo mucho por ofrecer para usted.

Yoongi balbuceó. No podía hacer más que abrir y cerrar la boca, soltando suaves soniditos cuando el aire salía de su boca. Puchereó por un segundo, dejando su vista recaer en la ventana frente a su cama, directo hacia la zona histórica de Seúl. Respiró hondo por un momento y volvió la vista hacia Jimin. Tomó aire, suspiró, tomo las manos del menor, se relamió los labios y levantó la vista realmente hacia él, completamente conectando la mirada, hyung viendo a dongsaeng, hyung hablándole con amor a dongsaeng.

—Jimin, aunque no lo parezca, eres supremamente importante para mí. No patalees porque guarde o no algo así, no significa algo doloroso si encuentras en mi carpeta de memorias una carta de mi dongsaeng y sabes que tengo los cuadros en el cuarto de mi casa materna. Jimin-ssi, no pienses que no eres suficientemente importante. Te amo más que a muchas cosas en mi vida, no dudes de mí, niño tonto.

A Jimin se le aguaron los ojos a la mitad de toda la charla, por lo que estaba a nada de llorar cuando Yoongi lo sentó en su regazo y lo abrazó desde la cintura, dejando un beso sobre su hombro cuando escondió la cabeza en su cuello. Jimin lloró otro poco más, mientras Yoongi le hacía arrumacos y le pedía que no pensara nunca más cosas feas.

Aun cuando parecía que todo estaba en paz, porque Jimin había dejado de llorar y ahora sólo estaba abrazando el cuello de Yoongi mientras tarareaba contra su oído, simplemente sosteniéndose y mimándose, Suga sabía que su dongsaeng estaba escondiendo un colapso mental con el que deberían lidiar mucho después.


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⏰ Última actualización: Oct 20, 2019 ⏰

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Relatos de una Musa Perdida♤Yoonmin♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora