13. Adult Ceremony

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Jimin y Yoongi estaban en la azotea de la casa Min. Jimin tenía una copa de vino en la mano, mientras Yoongi estaba tomando jugo de manzana, y ambos admiraban la hermosa vista nocturna de Daegu en el horizonte, tras haber pasado un día turístico a las afueras y una tarde en la peluquería, donde Jimin había decidido que quería tener un cabello rubio, mientras Yoongi sólo quería retocar un poco su corte.

-¿Jimin?

-¿Sí, Yoongi?

-¿Quieres contarme qué fue lo que pasó?

Jimin lo pensó mucho. No tenía nada que perder con contarle, pero se moría de vergüenza cuando pensaba en lo que hizo y lo tonto que se veía en retrospectiva.

-Tenía que desconectar. Yo... perdí el rumbo. Es decir, aún no lo encuentro.

Yoongi quería hablar, decirle que no tenía que contarle si no quería. Tenía ambiguos deseos por abrazarle y golpearle, por mostrarle su apoyo o simplemente dejarlo hundirse solo para que tocase fondo y pudiera subir de una vez por todas.

-Fue una semana pesada. Intentaba bailar, juro que lo intenté tanto. Yo... los pasos no salían. No lograba hacer nada. Se sintió como si hubiese olvidado cómo hacerlo.

Yoongi no lo entendía. Él no lo entendía porque jamás había pasado por eso, porque era ajeno al sentimiento de extrañeza a sus mayores pasiones, pero la mirada tortuosa de Jimin le transmitía una sensación de empatía y misericordia con el corazón de aquel chico, le transmitía toda la angustia que estaba sintiendo y se daba una idea de lo que estaba significando ese dolor. Jimin era el punto más sensible de Yoongi, donde sus emociones chocaban con fuerza y donde sus sentimientos no tenían control, porque Jimin había roto con sus inhibiciones desde que se conocieron y había deshecho cada barrera de protección, haciendo inevitable que cayera enamorado en algún momento. Y Yoongi jamás se arrepentiría de haberle entregado su mente, su alma y su inspiración sin pudor alguno.

-Creo que era inevitable, Jimin. Es decir...Fueron semanas duras, las cosas no fueron bien y teníamos que colapsar en algún punto. Es lo que suele pasar.

Yoongi le da suaves palmadas en la espalda a Jimin, intentando hacerle sentir su apoyo, que no estaba solo, que siempre contaba con él. Fue confortante, Jimin logró limpiarse las mejillas y no sentir la natural opresión tras llorar unos minutos, se sintió en alivio y entró en una calma parcial.

-No sé si te lo dije alguna vez, pero en serio me gusta la coreografía que ustedes hicieron para Adult Ceremony.

Jimin sonrió, soltando un suspiro, aún con la nariz constipada por el llanto.

-Fue tan vergonzoso. Yo de verdad lo disfruté, pero fue vergonzoso.

Jimin realmente no estaba apenado. Se había divertido mucho con aquella coreografía, se había sentido realmente sensual y, aunque quisiera negarlo, se sintió satisfecho con aquella mirada anhelante que bailó en los ojos de Yoongi la primera vez que la presentó. Con unos ánimos renovados, tomó un par de sorbos del vino y le dio una mirada cómplice a Yoongi. Esa mirada, esa precisa donde sus ojos se achicaban y sus pómulos se realzaban, con una comisura más alta que la otra, con los ojos brillantes y llenos de vida, esa era la mirada por la que Yoongi aún guardaba en su corazón una esperanza de un futuro junto a Jimin, era la mirada por la que su corazón revoloteaba, su estómago se revolvía de emoción, por la que un cálido escalofrío erizaba su piel y su mente divagaba entre miles y miles de letras, que pululaban en su interior y pedían salir a borbotones cada vez que tenía esa dulce mirada en su nervio óptico.

Relatos de una Musa Perdida♤Yoonmin♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora