Capítulo #22

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Kylie.

—Ya debo irme al hospital, Kylie —dijo Dallon colocándose su abrigo y una bufanda—. Estaré de vuelta en la noche, ¿estarás bien? —ahueco su mano en mi mejilla.

—Si, no te preocupes —sonrío, sin enseñar los dientes.

En realidad no me gusta la idea de quedarme a solas con Mikey.

—Gerard llegará en dos horas del trabajo, si es que te preocupa quedarte con Michael —nos miramos fijamente unos segundos—. Ah, por cierto, me alegro que tu y Sarah se hayan llevado bien hoy en el cine.

—Si, es muy buena chica.

A decir verdad yo nunca he ido al cine, de hecho evito estar en lugares donde haya muchas personas, pero al estar con Brendon, Sarah y Dallon no me sentí cohibida, ni las demás personas me pusieron tanta atención. Sarah comenzó a hablar conmigo, de inmediato me cayó bien porque es una chica muy agradable y simpática, sentí como si tuviera una amiga otra vez. Aunque tanto Dallon como yo estábamos algo incómodos cuando la pareja daba demostraciones de afecto delante de nosotros, pero al mismo tiempo sentí algo de nostalgia, porque hace mucho no se lo que es querer a alguien y que esa persona corresponda a ese sentimiento.

—Kylie, ¿podemos hablar esta noche cuando regrese? —me pregunta. Estaba a punto de irse, sostenía el picaporte de la puerta.

—Claro —asiento.

Él se despide antes de cruzar la puerta. Según tengo entendido, estará de vuelta para después de la media noche. En cambio yo no tengo mucho que hacer, solo debo ordenar mis cosas en el sótano.

Cuando termino la limpieza, saco mi caja musical de debajo de la cama, la coloqué sobre mis piernas luego de sentarme en el suelo, y giro la llave. Se abrió enseguida, a la par que se levantaba la bailarina de plástico que había dentro, girando con su típica melodía instrumental. Mirar aquella diminuta muñeca de plástico me teletransporta al pasado, uno en donde mi cabello era más corto y negro, donde mi piel no estaba cortada por las cicatrices que tiene hoy.

Después de perder a mi hermano, solo me quedaba una luz de esperanza... Todo lo que debía hacer era cuidarlo, y no lo hice.

Decidí entonces salir a la calle, tomé un poco del dinero que tengo guardado para comprar un boleto del tren. La brisa de enero choca mi rostro, aunque ahora ando con ropa más abrigadora gracias a Dallon, porque él me la compró. Acomodo mi bufanda sobre mi boca y nariz, además de subir la capucha de mi chamarra púrpura.

El viaje en tren fue corto, me encontraba caminando por ese barrio de Nueva York tan conocido para mí. Siendo sincera, no quiero encontrarme con Ryan nuevamente, pero solo él sabe donde está la personita a quien busco. El portal estaba sin trabar, lo cual me pareció raro en un inicio, pero sin más subí al ascensor, el pitido me indicó que había llegado al piso y una vez delante de su puerta toco el timbre.

Pero quien me abrió no fue Ryan.

—¡Vaya pero si es tu perra, Ryan! —miro a Josh con dagas en los ojos, él carcajea con maldad.

—No vuelvas a llamarme así, Dun —chasqueo la lengua, acompañado de una negación con la cabeza—. Tú tienes que compartir a Debby con otros hombres, y nunca te lo eché en cara, ahora apártate de la entrada —escupo, Josh borró su sonrisa y tensó la mandíbula, se hizo a un lado para dejarme entrar al apartamento.

En la sala están todos los secuaces de Ryan, todos voltearon a verme cuando cruzo la entrada, él se puso de pie antes de caminar junto a mí, cargando una mirada asesina.

—¿Que te he dicho de venir a mi apartamento cuando estoy en junta con los muchachos? —escupe venenosamente, me encogí los hombros con indiferencia. Él se agarró el puente de la nariz, luego voltea para ver a Josh—. ¿Por qué la dejaste entrar?

Josh abrió la boca para hablar, pero yo lo interrumpí antes que dijera algo.

—Vine porque debes decirme el paradero de Kaden —espeto, después de bajar la bufanda a mi cuello. Ryan carcajeó de forma burlesca.

—¿Tu sobrino? Sabes que primero debes hacerme ciertos favores para que te diga dónde está —canturrea. Llevó un mechón de mi cabello tras mi oreja, aparto su mano sacudiendo la cabeza.

—No te daré lo que quieres, George—escupo. Las facciones de él cambian en el momento que me oye llamarlo con su primer nombre.

—Entonces debes aceptar trabajar para mí.

¡Estas loco! —frunzo el ceño—. Ya tienes demasiados camellos por toda la ciudad, ¡y tampoco voy a poner en riesgo mi libertad!

—De hecho, Evan fue atrapado por la policía ayer —se entromete Andy, uno de sus camellos presentes aquí en su sala.

—Andrew, no te metas en lo que no te importa —lo enfrenta, y el pelirrojo solo agachó la cabeza.

—Olvídalo, no necesito tu ayuda Ryro —cansada de todo esto, me giré sobre mis talones dispuesta a salir de aquel lugar. Pero Tyler y Josh se colocaron frente a la puerta—. Quítense de mi camino —mascullo.

—Ellos no se moverán de allí, Kylie —se burla Joe.

—¿Ahora tus mascotas hablan por ti? —me burlo de Ryan. Él me tomó del brazo bruscamente y me mira a los ojos con furia. La presión que ejerce sobre mí brazo es tan fuerte que me hace gemir de dolor.

—Te diré donde está tu sobrino, pero no aquí ni ahora —masculla entre dientes, ejerciendo más fuerza y mandando mi brazo cerca de mi espalda—. Ven mañana a esta hora en el Central Park, si no te presentas entonces olvídate de ese bebé que tanto buscas —finalmente me suelta.

—Bien —respondo, escueta. Froto mi brazo, aún sintiendo dolor por lo que me hizo.

Tyler y Josh se apartan de la entrada, camino fuera de este horrible lugar echando humo por las orejas y los nervios de punta. Ryan odia que lo humillen delante de sus muchachos, tampoco es la primera vez que lo hago, me encanta cantarle sus verdades en la cara para cabrearlo.

Cuando estoy en el tren no puedo dejar de pensar en Kaden, mi pequeño sobrino de tan solo cuatro meses de vida, hace tiempo que Ryan me ayudó a esconderlo con un amigo de su confianza porque viviendo con su madre estaba en peligro. Tal vez suene cruel arrebatar a un pequeño bebé de los brazos de su madre, pero Kendra no fue una buena madre y tuve que denunciarla con las autoridades, quienes le quitaron la custodia del bebé. Ella como venganza me echó de su casa, y se que llora todas las noches por su bebé.

Pero olvida que uno de sus clientes casi lo mata.

Everybody Hurts {Dallon Weekes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora