Kylie.
Luces bastante cegadoras envuelven mi campo de visión, apenas y puedo distinguir algunas sombras, hablan entre ellas pero no logro entender lo que dicen. Mi piel arde, sé que estoy despierta porque aún puedo sentir ese dolor, es tan horrible que se siente hasta los huesos, incluso pareciera como si mi carne fuera desintegrándose conforme pasan los segundos.
Me sorprende que siga con vida luego de semejante ataque, aunque no creo que me quede mucho tiempo. Si es así, prefiero que la muerte me llegue cuánto antes, estoy agonizando.
-¿Cuál es el pronóstico de esta joven? -logro escuchar una voz masculina, pareciera la de un hombre mayor.
-Tiene quemaduras de segundo grado en parte del rostro y cuello, en el brazo derecho, gran parte de la espalda, parte del tórax y el hombro izquierdo tiene quemaduras de tercer grado -esta vez dice una voz femenina-. Suponemos que son causadas por una sustancia corrosiva que aún desconocemos...
Despierto bruscamente, suspirando pesadamente y abriendo bien los ojos. Se que acabo de soñar con ese horrible día otra vez.
Cuando mi calvario apenas estaba comenzando. Fue cuando tenía dieciséis años, pero aquel incidente lo sigo recordando como el primer día. Era una pesadilla hecha realidad.
Me levanto de la cama en ese momento, estoy segura que no podré volver a dormir después de esto, me coloco mis all stars gastadas, subo las escaleras fuera de este sótano. Observo que aún es muy temprano en la mañana, lo digo porque aún está obscuro y los rastros del amanecer se comienzan a asomar. Busco algún reloj en la casa, justamente hay uno colgado sobre la puerta de la cocina, el cual anuncia las 04:20 a.m.
Me dará tiempo de volver a Manhattan, necesito hacer algo allí. El primer metro pasa dentro de doce minutos.
Aunque otra parte de mí me dice que debo quedarme, porque Dallon es alguien que me trató bien después de mucho tiempo que alguien lo haya hecho. Pero aún así no puedo fiarme de él, ni de sus amigos, un acto de hospitalidad como el que hizo no es suficiente para mi, y tampoco quiero parecer abusiva.
Terminé tomando una decisión, pero antes debo volver a Manhattan, como pensé en un principio
Afortunadamente traía algo de dinero para pagar un ticket, el viaje duró algo más de 45 minutos, pero necesito conseguir más dinero para poder volver. Cuando llego, no es de extrañar ver las calles desiertas, y que el frío sea mucho más duro a estas horas.
Voy caminando hasta el callejón que conozco bastante bien, subo por sus escaleras de emergencia y entro por la ventana del departamento donde viví durante ocho meses, lo recorro cautelosamente para asegurarme de que la dueña no se encuentra en este lugar. Mi habitación sigue intacta, todo estaba como lo dejé, busco algo de ropa limpia y me meto al baño, necesito una ducha.
Hace tanto no disfrutaba de una buena ducha caliente, me sentía más relajada después de ello. Después de vestirme allí, vuelvo a la habitación, mi blanco cabello seguía mojado y salir de esta forma afuera hará que me de una pulmonía, seguramente. Saco del armario una maleta pequeña, allí cargo mi ropa, incluyendo la que me acabo de cambiar, las pocas pertenencias que me quedan, y también, mis tesoros más preciados. Mi caja de música, de la cual saqué el piercing para la nariz. Al colocarlo dolió un poco, llevaba 2 meses sin usar uno. Y una fotografía de mi hermano mayor, Omer, y yo.
-Vaya, vaya, ¡mira quien decidió aparecer! Porque recuerdo haberte dicho que no podías volver -escucho la odiosa voz de la que alguna vez fue mi mejor amiga.
-Pues, solo he venido por mis cosas, Kendra -me volteé hacia ella. -No pienso quedarme mucho -levanto las cejas, le enseño una sonrisa mordaz sin abrir la boca.
Allí está la afroamericana, con el cabello rizado alborotado, un mini top de encaje blanco, shorts de mezclilla celestes y medias de red, estaba fumando un cigarro de marihuana mientras me observaba despectivamente. No entiendo como soporta estas bajas temperaturas vestida de esa forma, supongo que son las sustancias que consume.
Se me olvidó decirlo, es trabajadora sexual. Ella me observa mientras da una calada a su cigarro, retiene el humo y, segundos más tarde, lo expulsa hacia arriba.
-No me importa, de todas formas iba a tirar tu basura de mi casa -dice, antes de dar otra calada. -Y, por cierto, ¿a donde irás Nieves? -rie burlonamente, mientras me llama con el apodo que usaba conmigo cuando éramos amigas.
-Eso no es de tu incumbencia -intento ignorarla mientras pongo la correa de la maleta sobre mi hombro.
-¿Vas a ir a vivir con un hombre? -insiste en sacarme información, solo me hace rodar los ojos. -Supongo que, debes tener una vagina bastante buena, y haberlo dejado loco, ya sabes, para que invite a vivir a semejante monstruo a su casa -carcajea.
-Cuida tus palabras, Kendra, yo no necesito hacerle favores sexuales a nadie para que me den cosas -me acerco a ella de forma amenazante. -Yo nunca he sido una puta, ni me he visto en la necesidad de vivir a costa de mis genitales, como alguien a quien conozco muy bien ¿te suena? -puedo decir que, esta vez, soy yo quien ríe al último.
Ella aprieta la mandíbula, levanta su mano y, al instante la estrella contra mi mejilla, lentamente me de nuevo para encararla, aparto mi cabello de mi rostro y clavo mi mirada en sus ojos negros. No pienso mostrarle vulnerabilidad alguna.
-¡Sal de mi apartamento, no tengo porque seguir viéndote! -escupe. -Perra deforme y asquerosa, solo eres una hipócrita, porque sabes muy bien que también eres una puta -gruñe entre dientes.
-Pues es mejor para mí irme ahora, no pienso seguir escuchando tus burdas comparaciones.
Ella siguió insultándome mientras salgo de ese asqueroso lugar, donde vivía con esa chica que conocí cuando llegue a Manhattan, no sabía que era una prostituta hasta que veía hombres llegar al apartamento, y yo tenía que salir de allí para no escuchar ruidos carnales.
De debajo de mi chaqueta negra saqué mi máscara, siempre la uso para llevar a cabo lo que hago para sobrevivir en las calles. Aún estaba oscuro, así que podía pescar a algún incauto que se cruzara por donde yo estaba escondida. Mi víctima no tardó en llegar, con el puñal en mano lo arrastré hasta la parte más oscura del callejón. El hombre me dió su billetera y su celular, suplicando que no le hiciera daño, no hubo necesidad de hacerlo, cuando le arrebaté sus pertenencias salí corriendo del lugar.
Unos dos metros después dejé de correr, fui caminando con las manos dentro de los bolsillos de mi suéter, revisé la billetera para ver cuando dinero había allí. Novecientos dólares, la gente debería aprender a no llevar todo su dinero en la cartera, pero al menos me beneficia en algo. Fui directo a la estación del metro.
Ya son las 6:00 a.m. cuando regreso a la casa de Dallon, entraré de la misma forma de como salí: por el techo, y por la ventana del ático. Haber practicado parkour en mi adolescencia me sirve de mucho para estas cosas.
Pero no contaba con que alguien estuviera despierto, sentado sobre la cama donde dormí anoche y al parecer me estuvo buscando.
-Creí que escapaste...
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Everybody Hurts {Dallon Weekes}
FanfictionNombre Anterior: Destroyed Souls, Broken Wings Cuando el día haya sido demasiado largo. Y la noche muy solitaria. Cuando estás segura de que ya has vivido lo suficiente de esta vida, ponte a pensar un segundo... "No te dejes ir, todos lloran y todos...