El tan esperado día llego, ya tenia mis maletas listas, el pasaporte junto con el boleto de avion. En cuestion de horas dejaria parte de mi vida atras, y comenzaria une nueva, mis padres tanto como Mikey me estaban acompañando al aeropuerto, les dije que no era necesario porque tenian que haces sus actividades normales pero como con necios se negaron completamente.
Asi que por eso mismo los cuatro estabamos en el auto de Donald, durante el viaje Donna no dejaba de decirme lo muhco que me iba a extrañar, que me cuidara mucho y que por favor no fuera a los barrios bajos de Los Ángeles. Creo que alguien a visto demasiadas peliculas.
Cuando llegamos a nuestro destino, me acompañaron hasta donde las barras de seguridad y el peso de las maletas, me despedi de cada uno diciendoles que los extrañaria y que les marcaria cada tercer día para contarles como me estaba yendo en mi nueva vida.
-Esto lo podras leer cuando estes solo. -Dijo Mikey al entregarme un sobre blanco, en la parte de atras llevaba mi nombre, no dije nada y asentí. -Mucha suerte Gee.
Me despedi una vez más, tome mi maleta y comence a caminar hacia la barra de seguridad. Pase por todo ese papeleo y estresantes tramites.
Tome asiento en la primera silla vacia que vi en esa enorme sala de espera, saque el sobre que Mikey me habia dado, no creia poder esperar tanto tiempo con las ganas de querer leer lo que sea que tenga. Con cuidado abri el sobre y saque esa hoja blanca doblada en dos simples partes.
Tal vez ahora ya estes volando hacia California, o tal vez ya estes en tu nuevo departamento o en tu nueva oficina, no se, pero sea el lugar donde estes me alegra mucho y lo sabes. Siempre desee lo mejor para ti, y ve, se hizo realidad, sinceramente ese fue mi deseo de cumpleaños, tal vez no era para mi, pero si para ti. Y yo que nunca creí que en los deseos de cumpleaños. En fin.
¿Sabes? Esta carta la escribi el ultimo día en que nos vimos, supuse que era el momento perfecto para sacar de una vez por todas, todo lo que sentia y lo que no pude decirte de frente por miedo.
Esa pequeña charla que tuvimos em tu habitación, me dio el valor suficiente para por fin decirte lo que no pude en mucho tiempo.
Como ya te lo habia dicho, soy un cobarde, uno demasiado enano, pero a final de cuentas, cobarde.
¿Por qué lo digo? Es muy simple.
Gee, cuando comencé hablarte no era porque quisiera un amigo mayor a mi, si hubiera sido eso créeme que con los chicos de mi vecindario me hubiera bastado. Pero bueno.
El motivo real del porque iba más seguido de lo debido a tu casa, era para poder verte, aunque no estuvieras haciendo gran cosa, o aunque en ocasiones estabas encerrado todo el tiempo en tu habitación, eso no me fue impedimento para querer ir a verte como mínimo, cinco segundos.
Me gustaste desde el primer momento en que te vi.
Te robaste toda mi atencion, lamento que pensaras lo contrario. Si es que lo llegaste hacer, jamás se lo dije a Mikey o a ti, no se los dije por miedo a que pensaran que estaba enfermo o que era una maldito extraño.
Pero cuado me dijiste que te gustaban los chicos una alegria inexplicable lleno por completo mi cuerpo, joder Gee, en ese entonces no me imagine que yo podria llegar a ser gay, de hecho nunca lo había considerado. Al principio me imaginaba que tal vez solo era admiracion y algo de emocion de conocer al hermano de uno de mis amigos.