•Capítulo 34: Boda

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Alice estaba comenzando a perder la paciencia, había aceptado a su hija, había aceptado que vivieran con ellos, ¿Qué más demonios quería?

Podía ver cómo "padre e hija" se habían acercado, y ella ¿Estaba pintada?

La frustración la hizo comenzar a buscar, tenía que encontrar algo para amarrarlo, antes de que se le desvaneciera entre los dedos.

Entonces lo encontró, guardado en una pequeña cajita, una enorme sonrisa se apodero de su rostro, eso era lo que necesitaba, Thomas Sullivan, fue, era y sería siempre suyo. No dejaría que un estúpido error de ella y los problemas de los demás se interpusiera, antes, el infierno se congelaría.


(...)


Thomas había llevado a Victoria para que jugara con Leila, mientras él y Luke hablaban, después de muchos tiempo, el castaño se había tomado la molestia de reparar un poco los lazos con su primo, prácticamente su hermano.

Emma los había dejado estar, tenían mucho de qué hablar y ella aún no sabía cómo proceder ante lo que le reveló su hija, tenía que saberlo, en eso no había duda, sin embargo no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar Thomas.

Después de la comida, Victoria se quedó dormida, aún era un bebé, por lo que Leila la llevó a su cuarto.

Emma, Thomas y Luke estaban en la sala conversando, la rubia decidió hacerlo, no pensaba quedarse callada, pero fue interrumpida por el timbre, no esperaba ver al motivo de sus dolores de cabeza de pie en su puerta.

— Lárgate— pero Alice sonrió y entro a la casa

— Bonita tarde para ti también Emm

Cuando la rubia llegó a la sala, Alice ya estaba sentada casi encima de Thomas, la furia corrió por sus venas ¿Cómo podía estar tan tranquilo junto a esa mujer?

— Hijo de puta...— soltó sin poder controlarse, los tres adultos en la sala la miraron sorprendidos

— ¿Emma?

— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo con esta escoria a lado?

— Emma... ya habíamos hablado de...

— No, ahora vas a saberlo— Emma fue a por Leila, cuando regresaron a la sala, todos estaban en el mismo lugar— Vamos cielo, dile al tío Thomas lo que sucedió.

Leila miró a su madre y después a Alice

— Yo... escuche a Alice...

Leila soltó todo tal cual se lo había dicho a su madre, mientras la indignación se filtraba por el rostro de la castaña

— ¡Pero que mentira es esa!— exclamó una muy ofendida Alice

— No es mentira tu eres...

— ¡Basta!— gritó Thomas— esto ha ido demasiado lejos, Leila, que Alice no te agrade no implica que mientas sobre ella.

El castaño no supo porque había dicho aquello, pero la traición en los ojos de Leila le atravesó el cuerpo. La niña se dio la vuelta y salió corriendo

— No puedo creerlo, fuera de mi casa... ¡Ahora!— murmuró Emma

— Emma...

— No Thomas, está claro que prefieres a esta mujer sobre todos nosotros, bien, puedes quedarte con ella

— Basta Emma— intervino Alice—para de una vez con tus celos y déjanos ser felices.

— ¿Disculpa? ¿Celos?

Lo Duro de Olvidarte  [Tough 2°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora