One Shots y Drabbles de Haikyuu

Akai Ito (BoKuroo)

Desde la primera vez que lo vio, sintió un tirón en su meñique izquierdo, decidió ignorarlo porque quería que todos sus sentidos estuvieran puestos en aquel chico de ojos dorados que ahora se había detenido en la entrada y parecía saludarlo con una sonrisa que provenía desde el fondo de su alma.

Bokuto Koutaro. El nuevo jugador del equipo rival, Fukurodani.

Inmediatamente tuvieron química como amigos y rivales, entre ellos las pullas, bromas y juegos se daban de forma natural, a pesar de que cada uno tenía a sus respectivos mejores amigos en su equipo, cuando se veían, surgía un tipo de amistad única, de esas que se dan pocas veces en la vida.

Y a Kuroo Tetsurou le encanta. Sentía que, a pesar de todo, incluso de no ser tan íntimos, podría contar con Bokuto para cualquier cosa, y el otro se sentía de igual forma. Y así se lo demostraba cuando le enviaba mensajes contándole de sus victorias en partidos de volley o a veces hablándole de ciertas chicas que tenían interés en él. Aunque la gente pudiera dudar de ello, pero la verdad era que Bokuto era bastante popular.

Kuroo cada vez se fue acostumbrando más a las sensaciones que se asentaban en el fondo de su estómago cuando estaba en presencia de su amigo, hasta que llegó el punto de que incluso dejó de sentirlas. Por él bien. Sus encuentros eran seguidos, estando en la misma prefectura, tenían competencias a menudo, además, cuando ambos llegaron a 3er año de preparatoria, se convirtieron en los capitanes de sus respectivos equipos, por lo que organizaban prácticas en conjunto, incluso campamentos con otros equipos.

Durante una de aquellas prácticas habituales, haciendo apuestas y desafíos tontos, alguien mencionó la idea de hacer algo terminando aquel campamento. Algunos chicos estuvieron de acuerdo, más de lo que se podría pensar, e increíblemente terminando la práctica comenzaron a discutir sobre lo ideal. Hasta que alguien mencionó la idea de una fiesta de Halloween.

Voces comenzaron a resonar más fuertes, carcajadas y hasta aplausos le siguieron a la idea. Los chicos estaban en esa edad en que comienzan a ir a fiestas, en que se fijan en el sexo opuesto y hacen competencias tontas con sus compañeros para demostrar cierta superioridad que al final, a nadie le importa. Pero como en esta ocasión todos querían conseguir un fin común, la fiesta, todos comenzaron a discutir sobre cuando hacerla y lo más importante, en dónde.

La fecha se decidió casi de inmediato, si era con el motivo de Halloween, obviamente tenía que realizarse ese día, además tenían la suerte de que al día siguiente no tendrían clases ni entrenamiento, por lo que podrían quedarse hasta la hora que quisieran. El problema seguía siendo dónde realizarla. Hasta que después de muchos pros y contras, se decidió que se haría en la casa del capitán de Fukurodani.

Su casa era grande, no quedaba alejada como otras opciones y además sus padres solían salir a menudo, por lo que era casi seguro que no estuvieran ese día en casa. Algunos se comprometieron a ayudarle al día siguiente a limpiar, otros a llevar comida y bebestibles. Todo parecía estar ya dispuesto para aquella fiesta, incluyendo la condición de que al ser Halloween, tenían que usar disfraces.

Cuando ya cada jugador se dirigía hacia su casa, incluyendo a Kuroo que caminaba al lado de Kenma, el joven de cabellos bicolor corrió en su dirección y gritó el nombre del moreno más alto.

—¡Kurooooooooooooooo! —la voz estridente lo llamaba incansablemente y sabía que no se detendría hasta que le respondiera.

—¡Bo! No grites así, te escuché la primera vez de las quince. —Le respondió el otro.

—Pero es que no te detuviste —llegó jadeando Kotarou a su lado mientras volvía a acompasar sus pasos—, tengo que conversar contigo, Kuroo.

—Sabía que me alcanzarías, ¿de qué quieres hablar?