Caracolas (KuroYama)

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¿Por qué no lo miraba?

Claro, se estaba escondiendo de él, lo estaba siguiendo a escondidas para no ser visto, pero a la vez, inconscientemente deseaba que el otro se diera cuenta de su presencia, que lo mirara, lo reconociera, que se acercara a él y le tomara entre sus brazos.

Pero era imposible, sus mundos jamás podrían juntarse, siempre lo supo. Pero si fue así, entonces, ¿por qué lo salvó en un primer lugar?

Su mente recordó aquella tempestuosa noche, en la que él había ido a nadar a aguas menos profundas, cercanas a la costa y por lo tanto a los humanos. Su fiel amigo, Kenma, le había dicho que ya era hora de que dejara de jugar con los humanos o si no algún día aquello le pasaría la cuenta, ¡Ja! Como no, pensó él. Pero esa noche el destino se aseguró de hacerle entrar en razón.

Había estado siguiendo a un barco mercantil durante unas horas, sin nada más que hacer, se subió a unas tablas sobresalientes y comenzó a cantar. Realmente no le gustaba hacerlo por voluntad propia como el resto de sus hermanos tritones o hermanas sirenas, él solo lo hacía para provocar a algún humano y hacer que los barcos naufragaran, nunca había cantado para alguien en específico. Al igual que el resto de los de su raza, su voz cautivaba a los humanos, y la suya era más profunda que las demás, por lo que tanto hombres como mujeres caían bajo su hechizo.

En aquella ocasión, los tripulantes del barco cayeron rápidamente en su canto y descuidaron sus labores en la nave, haciendo que esta perdiera el rumbo y se dirigiera a un roquerío.

Kuroo sonreía satisfecho por su hazaña lograda, pero seguía sintiendo un vacío en su pecho. Aquello sólo le causaba satisfacción inmediata y nada más. En el momento en que iba a saltar de regreso al mar, se percató que un chico humano, no más joven que unos 20 años, miraba a todas partes desorientado, tratando de llamar la atención del resto de la tripulación para que el barco no se estrellara. ¿Acaso no lo había escuchado cantar?

Tetsurō se le quedó mirando durante unos minutos, parecía que el chico con el rostro lleno de pecas estaba a punto de echarse a llorar debido a que no lograba despertar a nadie del hechizo y por estar consciente de su inminente muerte. El moreno debía reconocer que había algo en él que le llamaba la atención, por curiosidad, se acercó lo más que pudo a donde se hallaba y comenzó a cantarle específicamente a él, pero los ojos verde oliva seguían mirando el mar de una manera desesperada, buscando una solución para el naufragio inminente.

Pero nadie pudo ayudarlo y el barco encalló en aguas cercanas a la costa y poco profundas. Kuroo seguía de cerca aquel naufragio, y por primera vez en su vida deseó que hubiera algún sobreviviente, pero no podía ser cualquiera, tenía que ser él. Un tanto desesperado, buscó entre los trozos de madera y demás restos de la nave y se encontró con el chico pecoso flotando apenas con una madera delgada. Se le acercó lo más rápido que pudo y luego de tomar una profunda inspiración, lo tocó.

Era la primera vez que tocaba a un humano, nunca se había interesado demasiado en esa raza, los encontraba despreciables y se divertía desde pequeño haciendo que naufragaran, pero nunca se había acercado lo suficiente, así como ahora como para descubrir que su piel era lisa y libre de escamas, además de cálida. Pero la calidez de la mano que ahora sostenía estaba desapareciendo y eso le preocupó. Además, lo que podía ver del rostro lleno de cabello enmarañado era que más y más estaba pálido en comparación a cuando lo vio a bordo del barco.

Sin pensarlo demasiado, y rogando a Neptuno, lo tomó por debajo del brazo y se lo pasó por sobre sus hombros para arrastrarlo a la orilla más cercana. Nadó por sobre la superficie para que el otro chico pudiera seguir respirando oxígeno y no tragara más agua salada, había escuchado que eso les hacía mal a los humanos.

One Shots y Drabbles de HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora