Eran las 2 de la mañana cuando nos quedamos dormidas, y las 4 de la mañana cuando yo me levanté de la cama por el insomnio. Con la luz que daba mi móvil busqué mi mochila, donde tenía el paquete de tabaco, que aún le quedaban 2 cigarrillos. Me puse las zapatillas y salí a la puerta de la casa, sentándome en una especie de banco que había enfrente. Saqué un cigarro y lo prendí cuando escuché risas que venían de más lejos. Cuando me fijé mejor se acercaban dos chicas con los tacones en la mano borrachas perdidas. Decidí pasar de largo, centrando la vista en una farola con tal de no cruzar la vista con ellas. Bajé la vista cuando me di cuenta de que ambas chicas se acercaron a mí.
- Hey tía, ¿llevas otro cigarro? – nada más decirlo se cayó al suelo.
- No, se me han acabado, lo siento. – dije ayudándola a levantarse.
- ¡EEEEEEE! A mí no me engañes, danos un cigarro... - dijo la otra prácticamente patética debido a su estado de ebriedad.
- A mí no me toques los cojones porque no me quedan cigarros. – dije con la intención de entrar en casa.
- ¡QUE ME DES UN PUTO CIGARRO! – dijo una de las dos arrebatándome el paquete de la mano.
- ¿PERO QUÉ TE CREES QUE HACES? – dije yendo hacia ella.
Cogió el cigarro que quedaba dentro del paquete y lo encendió. El paquete lo tiró al suelo y el mechero me lo tiró de mala manera.
- ¿Qué está pasando aquí? – nos sorprendió mi madre con una fina bata de verano por encima.
- Nada mamá, he salido a tomar el aire por el insomnio y se me han acercado estas borrachas.
- Solo hemos pedido un cigarro. – dijo una de las dos mientras entre ambas se lo pasaban y fumaban.
- ¿Y tú que haces con ese cigarro en la mano? – me dijo mi madre.
- Se lo estaba sujetando porque estaban agresivas...
- Ya, y soy tan tonta de creérmelo. ¿Desde cuándo fumas?
- Sólo un par de días...
- ¿Por tus amigos esos verdad? ¿Te han incitado a fumar?
- No ha sido sus culpas, ha sido por voluntad propia.
- Mira, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, como se dice en España.
- Lo digo en serio mamá, esperaba dejarlo...
- Sabes que me molesta que me ocultes las cosas, si me vienes y me dices "Mamá, mira, he empezado a fumar" Puedes ponerte y empezar a fumar en frente de mí, pero no me lo ocultes, porque no te lo prohibiré, es malo para la salud, pero prefiero que lo hagas en frente de mí que estés ocultándomelo y acabar enterándome por otras personas.
- Vale mamá, lo siento, sabes que no es nada fácil...
Las chicas se habían ido ya porque no querían problemas, y como mi madre ya lo sabía le di una calada mientras me volví a sentar. Ella se sentó al lado de mí y ambas estábamos en silencio, mirando hacia el frente, sin mirarnos a la cara. Terminé el cigarro, tirando la colilla al suelo.
- ¿Por qué nunca me cuentas tus cosas? Quiero que tengamos una buena relación, que seamos como amigas...
- Mira, somos muy diferentes tú y yo... tu eres... normal si quieres llamarlo así, vistes de colores vivos, escuchas baladas y a veces música clásica... y yo... bueno, yo... me visto de colores oscuros y escuchas esa música que siempre te quejas de que chillan, la música que odias, y odias mi personalidad, nunca aguantaste que sea así. ¿Sabes lo que duele que mi propia madre me diga que daría 5 años de su vida por que su hija fuera normal? ¿Sabes lo que duele que tu propia madre te diga que prefería que fuera como la prima pija, delgada, con novio y segura de sí misma? ¿Cómo me puedes pedir respeto si eres la primera en criticarme, en no respetar mi personalidad y la música que escucho? Cada vez que te dije que estoy en una edad muy difícil te has burlado en mi cara, dices que sabes cómo es la adolescencia, pero en realidad no tienes ni idea porque está claro que tú y yo no hemos tenido la misma. Cada vez que te quería contar algo ni me respondías, parecía que hablaba con las paredes... así una vez tras otra... y cuando me ves llorando me dices que deje de montar teatrillos. Ahora dime, ¿de verdad te gustaría que fuéramos amigas? ¿De verdad te preguntas por qué no te cuento las cosas?