Peeta; Imbécil

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― ¿Gale?

Mis ojos se clavaron en los grises de ella intentando descifrar su mirada. Había pronunciado su nombre con los labios apenas separados, como si fuera un pensamiento. Aunque estaba nervioso desde que el aerodeslizador aterrizó, intenté parecer fuerte e indiferente y me adentré al interior de la casa permitiendo que Gale pasara.  

― ¿Por qué…? ―empezó a balbucear.  

Yo intenté con todas mis fuerzas no interpretar nada, que él estuviera aquí no significaba que la carta que me había escrito dejara de tener valor. Como el pequeño cementerio que había creado para mi familia. Así que me obligué a mantener la calma y no sacar conclusiones precipitadas.  

― Supongo que podría decir que no podía seguir mi vida en el distrito 2 sin que me perdonaras y volviéramos a ser los mismos de antes… ―dijo con pesar en la voz―. Pero lo cierto es que si no llega a ser por una carta que me llegó hace unas semanas, seguramente no estaría aquí. ―dijo dirigiéndome una mirada… ¿cómplice?  

Katniss siguió su mirada hasta que mis ojos se encontraron con los suyos de nuevo. Sus ojos grises estaban llenos de asombro y algo de… sí, creo que eso era duda. Aunque lo cierto era que no entendía muy bien a qué se debía.  

― ¿Le enviaste una carta? ―dijo dirigiéndose a mí.

― A mí también me sorprendió. ―dijo Gale llamando la atención de Katniss otra vez―. Me dijo textualmente; Lucha por lo que quieres y no pierdas tontamente lo que has logrado con ella. 

Una punzada de dolor me presionó el corazón al recordar esas palabras. ¿Qué pensaría Katniss? Por el momento se había dedicado a abrir la boca de forma incrédula mientras dirigía la mirada de Gale a mí y de mí a Gale.   

― Así que… aquí estoy. ―dijo con un leve sonrojo―. La verdad es que no me atrevía a venir… Pero supongo que Peeta tiene razón. No podemos dejar las cosas así.

Katniss volvió a mirarme, esta vez relajada, y supe que ese era el momento de hacer el paso más duro de todos. Me aclaré un poco la garganta y me adentré un poco más en la casa dejando a Katniss al lado de Gale.

― Supongo que tendréis mucho que deciros… Yo me quedaré aquí recogiendo un poco todo esto… ―dije mientras miraba los cristales en el suelo y a un Haymitch observándolo todo con curiosidad―. Luego nos vemos.  

Mientras me alejaba me giré un momento para mirar a Katniss antes de que desapareciera por la puerta. La sonrisa que me dedicó fue suficiente para darme cuenta de que había hecho lo correcto. Aunque que fuera lo correcto no significaba que doliera menos.

Me volví hacia la cocina mientras escuchaba el ruido de la puerta al cerrarse y supe que Katniss se había ido.  

― Hay que ser imbécil.

Perfecto. Lo que me faltaba. La opinión de un alcohólico que no puede mantener una simple botella en su sitio. Sin mirar a Haymitch, me acerqué a los restos de la botella rota y me dispuse a recoger los pedazos de cristal más grandes. Mientras hacía eso no podía dejar de notar la presión de su mirada encima de mí. Era insufrible.  Cuando no había más cristales en el suelo pero si unos cuantos cortes en mis manos, mi paciencia se extinguió de golpe y me giré hacía Haymitch con la frustración y el mal humor que había estado conteniendo.

― Si tienes que decir algo, escúpelo de una vez. ―dije con una voz que no me pareció mía.

Haymitch se limitó a encogerse de hombros.

― Ya he dicho todo lo que tenía que decir. Sigo manteniéndolo. Eres imbécil.

Aunque estaba enfadado lo que me dolió realmente era la razón que tenía.

Los Juegos del Hambre; MI ÚLTIMO DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora