Katniss; "Lo siento"

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“Lo siento”

De nuevo esa palabra quemaba en mi interior intentando salir. Pero siempre había sonado tan vacía… tan… carente de sentido. ¿De qué sirve decir lo siento después de todo lo que ha ocurrido? Por eso nunca lo he hecho. Nunca he pedido perdón por algo que sabía que no tenía remedio.

Hasta ahora.

―Que… te… mueres… ―dije con la voz resquebrajada.    

Mi madre. Esa mujer que me abandonó en el momento más duro de nuestra vida y que volvió a hacerlo en el segundo. Esa mujer que, a pesar de todo, era mi única familia.

― No sabía cómo decírtelo. Por eso me mantuve alejada y ocupada. No quería… causarte más dolor.

Claro. Eso es lo que siempre me había dicho yo. Hacia las cosas para intentar no hacer tanto daño a los demás, y con ello siempre lograba destruir a las personas que más quería. Nunca había entendido porque ocurría de este modo, ¿Qué hacía mal?

Ahora lo sé. 

― ¿Y la mejor forma era no decirme nada? ―dije furiosa―. Podrías haber muerto antes de confesarme que… que…

― Katniss… cariño… yo… ―dijo apenada―. Son las consecuencias de la guerra, y lo sabes. Después de que te marcharas del trece hubo algunos traslados. Entre ellos todos los enfermos y víctimas del capitolio. Las enfermedades… son inevitables. He visto morir a un montón de personas totalmente solas y…

― Y por eso has caído en la cuenta de que tú no querías ser una de ellas, ¿verdad?

En realidad sabía por qué me enfadaba tanto. Me enfadaba porque me veía reflejada en ella. Yo también había acudido a Gale o a Peeta por mi propio interés y no por el de ellos. Y por esa razón me enfurecía más de lo que debiera. Veía lo que había hecho con las personas que más quería en el mundo, por egoísta. Pero sobretodo, estaba enfadada porque ahora lo veía desde su punto de vista. Desde el punto de vista de Gale, de Peeta… Ahora sabía lo que ellos habían sentido cada vez que hacía algo pensando que sería lo mejor para ellos. Cada vez que intentaba arriesgar mi vida por Peeta, en la arena. En realidad sabía la verdad, no lo hacía por él… lo hacía por mí. Porque no podía soportar quedarme sola.

Como mi madre…

Y ahora sentía ese dolor y esa impotencia que de seguro sintieron ellos.  Así que me fui. No pude seguir mirándola como si no ocurriera nada, no podía hacer lo mismo que ellos y decir; No pasa nada, todo saldrá bien. Estoy contigo.  

No podía… y eso me enfurecía todavía más.  

Con las fuerzas y las lágrimas resbalando por mi cara, corrí hacia mi casa para comprobar que estaba vacía. Como yo.  Tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas, y corrí de nuevo hacia la casa de Peeta. Si había alguien a quien necesitaba era a él. Después de lo que había confesado y lo que había dicho delante de todos, no tenía muy claro qué debía hacer o decir. Así que cuando llegué y me encontré con Johanna y Gale, me quedé en la entrada con las lágrimas cayendo por mis mejillas y sin moverme.

¿Dónde estaba Peeta?   

Mi desesperación empezó a aumentar a medida que los segundos pasaban, hasta que Gale dijo mi nombre preocupado y seguido de él apareció Peeta desde la cocina. Al verme, como era de esperar, corrió hacia mí. Y al ver la preocupación tiñendo sus ojos no pude resistir más ese “lo siento” que no le había confesado. Ese “lo siento” que ansiaba expulsar.

Gale y Johanna se marcharon prácticamente al instante. No obstante, antes de que se fueran, me acerqué a Gale para susurrarle algo al oído y que sólo él pudiera oír.

Los Juegos del Hambre; MI ÚLTIMO DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora