Después del corto video, la guerra fue declarada de forma oficial. Solo diez hombres se quedarán. Todos los demás guerreros a bordo del crucero pelearán. Al menos cien personas van. Marcus dio órdenes inmediatas hacia todos, diciéndoles, sin poner palabras de más, que habrá una pelea contra el Vaticano. Nadie se quejó. Al contrario, aceptaron con gran euforia. Tomaron sus armas inmediatamente y fueron hacia la pista. Tres aviones zarparon de la pista. Camiones, camionetas y motocicletas van a bordo. Tantas armas como son posibles fueron equipadas. Algunos llevan sus armas propias, otros solo toman algunas que venían en aquel enorme almacén. Los siete generales suben con grandes grupos de hombres. La emoción de la pelea puede percibirse en el aire. Esto es la guerra.
—Toma —Agus me pone un arma frente a mí para sostenerla. Es Dark Matter.
—¿Cómo la conseguiste?
—Rose la dejo en la camioneta segundos antes de que fuera tomada. Ahora la llevarás tu hasta que ella vuelva.
Lo tomo, viendo como en el filo tiene manchas de sangre seca. Creo que mató a gente, tal vez Radicales, con esta arma. Mi mano esta temblorosa. Se siente algo pesada, o es que aún sigo cansado del entrenamiento. Una frialdad recorre por el bastón largo. La presencia de Lily es viva en este objeto.
Despegamos después de que el sol se puso en el ocaso, los aviones despegaron. La noche se siente pesada. A pesar de la confianza, se percibe mucha tensión. La cabina está iluminada con una luz roja. El trio de aviones tiene una gran saturación de gente.
Pasan dos horas hasta que los aviones empiezan su descenso. Algunas turbulencias se sienten en todo el salón. Muchos empiezan a prepararse, guardándose sus armas en sus respectivas fundas. Yo empiezo a hacer lo mismo.
—Aún no he dado las ordenes que se preparen —Marcus dicta fuerte frente a toda nuestra horda—. En este tramo de terreno son apenas las once de la noche. Si recuerdan bien, los Terrestres prefieren la oscuridad y sombra. Sería una pelea innecesaria —Todos parecen confundidos—. Estamos a seis kilómetros de la ciudad, quizá ya se han percatado de que hemos bajado. Por suerte, estos aviones tienen un mecanismo de camuflaje que, viéndolo desde afuera, se volvería invisible —Debo admitir que es ingenioso. Pensé que eso solo existía en cuentos de ciencia ficción—. Faltan siete horas para que llegue el alba. En ese tiempo es cuando atacaremos. Hasta entonces descansen lo que puedan, porque hoy será un día muy largo.
Todas las personas vuelven a relajar sus cuerpos. Algunos se sientan, otros se recargan en las paredes y algunos se acuestan en el suelo metálico. Pese a la saturación de gente en este reducido espacio, no hay calor; bueno solo un poco, el aire acondicionado de la nave funciona muy bien. Yo veo como todos descansan plácidamente, mientras me mantengo de pie, vigilándolos como si fuera algún soldado... Bueno, si lo soy ahora, pero mi actuación me hace ver como uno muy real. Ni siquiera suelto el arma. Me hace sentir seguro, como si ella estuviera conmigo. Y así será pronto.
Me acerco a una puerta que da a una pequeña cabina, similar a la que probé mi primer trago de agua fresca después de años y donde volví a encontrarme con Lily. Están todos los generales, en grupo, platicando sobre quien sabe qué. Se ven serios, mirando un punto fijo en su centro. La curiosidad me gana y entro, con su vista volviendo hacia mí.
—Aiden —Dice Loyd al verme. Aún tiene algunos curitas en su cara y vendajes en los brazos.
—¿Qué está ocurriendo? —Me empiezo a acercar.
—Deberías estar descansando —Me dice Marcus—. Haz entrenado demasiado estas últimas horas. Si llegamos a terminar esto tendrás un cansancio inigualable.
—No voy a descansar hasta volver a ver a mi hermana.
Todos se quedan pensativos, con sus pupilas fijas en mí. Siento algo de miedo al tener esas miradas superiores rodeándome. Me sigo acercando lentamente, observando el cristal brillante y colorido que tienen en su eje. Parece que es la Ciudad del Vaticano en forma de holograma.
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Tormenta escarlata Vol. 1
Science FictionDespués de que el mundo haya sido corrompido en creces, una especie de demonios salen a la luz para proclamar lo que, tal vez, alguna vez fue de ellos. Enormes bestias con solo un propósito: la extinción humana. Ahora que ha pasado tiempo desde aqu...