Capítulo 18 | Ángeles y demonios

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El día ha avanzado mucho. Me he mantenido inconsciente por al menos una o dos horas. El cielo ya empieza a tomar el color anaranjado de un crepúsculo del infierno. Las nubes se han dispersado en su mayoría, solo unas pocas y muy pequeñas siguen flotando. Mi cuerpo se siente adolorido debido al peso de las piedras que estuvieron sobre mí. Mis articulaciones truenan cada vez que las muevo. Siento pequeñas piedras cayendo dentro de mi ropa, incluso algunas partes en donde no da el sol. La pelea sigue vigente, solo que los Terrestres ya no se encuentran debido a la luz. Y parece que va para largo.

A mi alrededor, cientos de escombros cubren la calle. Y no solo aquí. Un circulo que rodea los pilares de la orilla de la plaza. Los edificios se derrumbaron, bloqueando las entradas que daban a los muros. Colocó explosivos alrededor de los edificios de la plaza, e hizo un detonador. Tal vez Estefano creyó que, si lo mataban, las bombas alcanzarías a todos, incluso a la plaza, matando a toda persona que se encontraban ahí. Parece que no pensó muy bien las cosas y "mató" más edificios que personas.

Detrás mío, hay piedras que tienen salpicaduras de sangre. El cuerpo de Estafano está debajo de todas esas rocas. Sus huesos triturados, sus músculos aplastado, sus órganos machacados. Todo de él muerto. De alguna forma, un hueco entre los escombros me muestra a Dark Matter. Meto mi mano entre las piedras, tomo el bastón negro y saco la enorme arma de tanto escombro. No tiene alguna marca, solo está cubierta de polvo. Tan dura como el diamante, así como la actitud de Lily.

Los escombros cubren toda la calle, y algunos están apilados de una forma que parecen pequeñas montañas. Una de ellas está pegada a la fila de pilares que rodean la plaza, mostrándose como una escalera, mal hecha claro.

—Bien —Agus me habla con algo de exhaustividad—. Ahora que te volviste a poner de pie, ¿podrías ayudarnos aquí?

Con la fuerza que me queda, escalo los restos de los edificios. Muchos se mueven con solo colocar el pie. Incluso se deslizaban entre ellos. Otros solo caían rodando, pero logro llegar al techo de las dobles columnas. El suelo (el suelo del techo, que irónico) está cubierto por una capa densa de arena. Se logra apreciar que tiene ladrillos o placas de cerámica color naranja rojizo. Se extiende alrededor de la plaza, formando un semicírculo. La orilla interior está extendida con estatuas de diferentes personas, propias de las que vienen escritas en la biblia; solo que algunas están destruidas y llenas de grietas. Desde aquí, se puede ver la plaza llena de personas peleando a muerte. Lanzas, espadas, bastones o solo los golpes chocan entre sí; incluso la enorme máquina de Iván se encuentra "reposando", con pedazos de metal alrededor. Cuerpos tirados junto a charcos de sangre muy extensos. El significado de lo que es una guerra en una sola imagen.

Volteo a ver la Basílica. Incluso algunas paredes y ventanas ya fueron derribadas por las constantes explosiones. Pequeños escombros rodean la entrada, con manchas de sangre escurriendo desde abajo, como si cuerpos hayan sido aplastados. Pero lo que más me llama la atención es el techo. Dos personas peleando con una enorme ferocidad ilimitada. Una lanza y espada chocando entre sí. Marcus y Cesar aún no han definido su enfrentamiento.

—Iré a ayudarlos después —Le respondo sin quitar la vista del techo—. Tengo que una pelea que terminar.

Empiezo a correr en dirección a la iglesia. Agus no me responde aquel último mensaje, aunque sé que lo escuchó.

El camino de pilares termina en una de las esquinas de la Basílica. Una pared algo alta se encuentra al final. Lo bueno es que tiene bordes horizontales y verticales y hace más fácil el poder escalar. Pongo la guadaña debajo de mi cuello, apretándolo contra mi pecho. Empiezo subir mi cuerpo usando todas las extremidades que tengo.

El exageradamente intenso entrenamiento que pase con Agus las últimas semanas me han dado un gran aumento en mi fuerza y condición. Solo siento dolor cada vez que uso los músculos debido al cansancio que va desde antes del amanecer, no es mucho tiempo. Pongo cada planta sobre las adornadas paredes, hasta llegar al techo. La orilla de estatuas sigue también por aquí, solo que un poco más grandes. Hay dos enormes cúpulas, donde se encuentran las campanas a los lados. Detrás, otra cúpula mucho más grande, con ventanas abajo y una arquitectura muy sofisticada posa con algunas partes derribadas. Hay una pequeña base en forma de pico, como un pequeño techo rojizo. Ahí es donde Marcus y Cesar Siguen peleando. Ambos tienen rasguños en sus ropas, quizá debido a los cortes de sus armas. El torso de Cesar se ve más marcado ahora y su rostro es la de un completo psicópata. Sus ojos, en lugar del color ocre, parece que solo tiene un color negro profundo y abismal. Su blanca piel, llena de tierra, no parece mostrar alguna gota de sudor. En cambio, Marcus tiene el cuerpo completamente sudado. Su camisa gris, que era de botones, se encuentra abierta y algo rasgada, mostrando un torso bien marcado... demasiado.

Tormenta escarlata Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora