3. Sólo tenemos dieciocho

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Estoy en el bosque cazando, cuando tengo a mi presa en la mira, disparo. Pero de la nada, ese cuervo al que iba a matar se convirtió en Peeta. ¡No!

-¡Peeta! -comienzo a gritar pero hay algo que no me permite llegar hacia el.

Es un brazo que me esta deteniendo.

Giro mi cabeza para ver al dueño de ese brazo; Gale.

-¡Gale! ¡Suéltame! -cielos, estoy desesperada.

-No, Katniss. Ya lo mataste -dice y lágrimas caen por mis mejillas.

-Peeta -susurro y me tiro al piso a llorar. Maldita sea.

Le di justo en su corazón.

-¡Peeta! -me despierto de la pesadilla y siento unos brazos fuertes rodearme.

-Está bien, sólo fue una pesadilla, estoy aquí - me susurra al oído-. Tranquila, vuelve a dormir.

Cierro los ojos y vuelvo a caer en los brazos de Morfeo.

Al abrir los ojos noto que Peeta no está a mi lado, pero al escuchar la ducha me tranquilizo.

Estos últimos meses, han sido maravillosos. Todo con Peeta esta siendo perfecto.

Hace dos meses me pidió formalmente que fuera su novia.

Me quedo en la cama unos diez minutos y después veo a Peeta salir con la toalla.

-Buenos días, preciosa -me da un casto beso en los labios.

-Hola -dije con una sonrisa tonta.

-Alístate, quiero llevarte a un lugar -dice y entro a la ducha.

Al salir ya no veo a Peeta, genial, hubiera sido incómodo tener que pedirle que se saliera porque no quería que me viera desnuda.

Decido por ponerme un bonito vestido azul, unas balerinas y mi cabello cayendo por mi espalda.

Al bajar, desayunamos, arreglamos la cocina y salimos hacia el lugar misterioso.

Cuando salimos de la plaza, Peeta me pone una banda en los ojos.

Genial.

Supongo, que ya llegamos, ya que nos detuvimos y me quita por fin la banda.

Estamos en el lago del bosque.

-¿Cómo conoces este lugar, Peeta? -pregunté.

-Pues el otro día comencé a caminar y me encontré este lugar -dice y encoge los hombros.

Veo en el piso una manta de picnic.

Pasamos toda la tarde hablando, riendo, lanzando algo de comida, besándonos, eso no podía faltar.

-Katniss, quiero preguntarte algo -dice y me da un beso corto.

-Adelante -digo y suelto una risita.

Nos ponemos de pie, y el se arrodilla.

Oh no...

-Katniss, eres lo mejor que me ha pasado, te lo digo en serio, no se que haría si tu no hubieras aparecido en mi vida, si no nos hubieran elegido para los juegos, quizá ahorita no estaríamos aquí, así que te quiero preguntar -saca una caja de su pantalón y la abre. Un anillo de compromiso-. ¿Quieres casarte conmigo?

No, no, no, no.

-Peeta, yo -comienzo pero no se de donde sacar las palabras-. No puedo.

-¿Cómo que no puedes? -pregunta confundido y frunce el ceño.

-No, sólo tenemos dieciocho, lo siento - susurro y salgo corriendo.

Como la gran cobarde que soy.

***

Han pasado dos semanas. Dos malditas semanas desde que hice la estúpidez mas grande de mi vida.

Decirle que no a Peeta.

¿Qué me sucede?

Ya no hay juegos, ya no está Snow, soy una idiota.

Todos los días han sido así, ya no como, ya no salgo a cazar.

Sae viene de nuevo a darme de comer, pero lo que no sabe es que su comida sigue en el taburete.

He perdido casi siete kilos, demonios.

Tomo una relajante ducha, me cambio y voy a a casa de Haymitch. Necesito aclarar unas cosas con él.

Llego a su casa y me abre.

-Hola, Haymitch -digo.

-Hola, preciosa, pasa -entro y está Peeta en la sala.

Cielos, sus ojos.

-Haymitch, yo ya me voy -se pone de pie. ¡No!-. Katniss -hace un asentimiento con la cabeza.

-Peeta, espera, ¿podemos hablar? -digo con los ojos cerrados.

Antes de que me pueda responder, Haymitch cierra la puerta.

-Los dejaré solos -dice y sube a su habitación.

-¿Qué sucede, Katniss? -nos sentamos en la sala.

-Necesito que me perdones -digo con la voz entrecortada.

-Katniss, no lo sé -dice con la mirada en el suelo.

-Peeta -susurro mientras silenciosas lágrimas caen por mis mejillas.- Te necesito. Perdóname.

-Lo siento, no te lo puedo perdonar.


Los juegos del hambre: Yo lo amo, él me ama, ¿cuál es el problema? (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora