2. Mira que bonito

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Abro los ojos y me encuentro a Peeta observandome detalladamente.

-Buenos días -digo con una sonrisa y me estiro. Dios, como descanse hoy.

-Buenos días, preciosa -dice y me da un beso en la mejilla-. Hoy no tuviste pesadillas.

-No -una sonrisa tonta aparece en mi rostro-... y tú tampoco.

-Ya te dije de que trataban mis pesadillas, y ayer al tener una, me di cuenta que estabas a mi lado -Dios esté hombre, ¿no cambia?

Doy un beso en su mandíbula y nos levantamos.

Después de hacer la cama, yo me fui a dar una ducha, y Peeta a preparar el desayuno.

Al terminar de bañarme, me puse unos jeans, las botas y mi cazadora.

Trenzo mi cabello.

Listo.

Al bajar me encuentro con Peeta de espaldas.

Sigilosamente, me acerco a él, y lo abrazó por detrás.

-¡Katniss! -pega un grito y yo río-. Nena, me asustaste.

-Lo siento -dije todavía riendo-. Es sólo que fue muy tentador.

-No me enojare sólo porque me encanta tu risa -continua haciendo el desayuno, y de nuevo ahí está la sonrisa tonta en mi rostro.

¡Están enamorados!

Dios, calla. Hoy no te quiero aquí. ¡Largo, largo!

Después de desayunar, Peeta fue a bañarse y yo recogí la mesa.

Al salir de casa, Peeta tomó mi mano y caminamos rumbo a la panadería.

-¿Irás a cazar? -pregunta mientras abre pa puerta de la panadería.

-Si, al ratito vengo -dejó un beso en su mejilla y me voy.

Al cruzar el alambrado, o lo que queda de él, respiro profundamente.

Cielos, extrañaba ese aroma.

Pero nada que se compare al de Peeta.

Oye, quedamos que mientras yo esté cazando, tu estarás callada. ¿Trato?

De acuerdo.

Al llegar al árbol, sacó mi arco y lo acarició.

Saco el carcaj y me lo cuelgo en el hombro.

Camino hacia el bosque.

Algo más profundo, no hará daño.

Al comenzar a caminar sigilosamente, veo a un par de ardillas.

Bien.

Me acomodo bajo una roca, sacó una flecha, la acomodo y tenso mi arco.

Cielos.

Todo parecer ir en cámara lenta.

El aire pegando a mis pómulos, el olor a leña que tiene mi arco. La pluma de mi flecha acaricia mi cuello.

Tiro.

Un tiro perfecto, a decir verdad, señorita Everdeen.

Gracias, no te diré nada, y tomaré tu cumplido.

Aunque te gustaría más si fueras señora Mellark, ¿no es así?

No empieces.

Después de cuarenta y cinco minutos, dejo mi arco y mi carcaj y regreso a la panadería.

Al llegar, abro la puerta y me encuentro una escena bastante agradable.

¡Ja! Maldita perra, nunca confíe en ella.

Ahora estoy de acuerdo contigo, señorita Odiosa.

En silencio me acerco un poco más para escuchar.

-¿Qué pasa, Peeta? -le pregunta Delly.

-¿Quieres ser mi novia? -pregunta nervioso.

-No -dice riendo.

-¡Delly, así no me ayudas! -dice el con una sonrisa tonta.

-De acuerdo, de acuerdo -dice y se quita el cabello de la cara-. Si, Peeta, si quiero ser tu novia -dice y pega un brinco para besar a Peeta.

¿Qué?

La señorita Odiosa, se quita sus lentes y enarca una ceja.

Maldita, Katniss, ve por el arco, hay que darle en el ojo a ésta.

Lo estoy pensando, su me dan ganas.

Peeta se separa rápidamente.

-Mira que bonito -digo y comienzo a aplaudir-. Peeta, me encantó, en serio, y sobre todo, la parte en la que me dijiste que tenías pesadillas sobre perderme.

-No, Katniss, no es lo que crees -comienza a defenderse.

-No me interesa -dije poniendo la mano al aire, como señal de que parara-. Pero lo que si me duele, es que te creí, pero no, siempre fue un maldito cuento.

Dije y me fui.

Camino rápidamente a mi casa, entro y cierro la puerta.

Cielos.

Escuho como tocan la puerta.

-Katniss, abre -dice Peeta-. Quiero explicartelo.

-Vete.

Una lágrima cae por mi mejilla, ¿como pude ser tan estúpida?

-Es en serio, abre -dice y se rompe su voz.

No...

Abro puerta y lo veo todo afligido.

-Peeta, no hay nada que explicar...

-Claro que si, sólo deja te digo la verdad, si ya no me quieres ver, esta bien, pero quiero que sepas la verdad.

Lo dejó pasar y nos sentamos en el sillón.

-Habla -digo.

-Estaba practicando con Delly -cierra sus ojos-. Están a viendo y pensando en cómo pedirte a ti, que seas mi novia -dice y me ve a los ojos-. El beso fue por parte de Delly, yo a ella no la quiero más que a una amiga, es como mi hermana, pero hasta ahí.

Si, eres una estúpida...

¿Quién era la que me aconsejo el tirarle una flecha? Mejor calla.

-Peeta, yo -dije.

Cielos.

¿Cómo me disculpo?

-Esta bien, Katniss -dice y sonríe-. ¿Quieres que me quede?

Asiento frenéticamente.

-Bien, vamos a comer antes.

Después de comer un delicioso estofado de cordero, subimos a mi habitacion.

Nos acomodamos y dejó mi cabeza en su pecho.

-Peeta, ¿te quedarás? -pregunto con los ojos cerrados.

-Siempre -susurra y da un beso en mi coronilla.

Los juegos del hambre: Yo lo amo, él me ama, ¿cuál es el problema? (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora