[Pausada]
Monstruos.
Seres que vemos como protagonistas en las películas de terror.
Entes creados por las mentes brillantes de escritores.
¿Qué tan cierto es eso?
Los Winchester son los hermanos que viven una aventura todos los días, como si fueran...
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Aún tenía un mal sabor de boca por lo que le dije a Dean hace un par de días y no había podido hablar con él sobre eso. Necesitaba hacerlo cuanto antes o si no me consumiría en la culpa.
Voy haciendo un constante ejercicio de respiración en tanto camino por el depósito de autos hasta el lugar donde Dean termina de reconstruir su Impala solo que me detengo cuando me doy cuenta que Sam está con él. No dura mucho tiempo antes de que el menor de los Winchester se aleja.
Esta es mi oportunidad.
Solo que no contaba con ver la escena más impactante: Dean golpeaba la cajuela de su Impala con un palo de metal, una y otra vez con fuerza, dolor, furia, con todo eso que sabía un día explotaría.
Corrí hacia él para detenerlo.
— ¡Dean, no, Dean, detente!
No me puse a pensar ni por un momento en el peligro que significaría detenerlo cuando podría salir lastimada hasta que su codo golpeó mi mandíbula e hizo que quedara aturdida por un momento, aunque eso sirvió para que dejara de golpear el auto y juro que vi preocupación instalarse en su mirada cuando volteó hacia mí.
No le dije nada y tampoco le di tiempo de reproches, simplemente lo abracé con fuerza. Al principio estaba desconcertado porque no correspondió el gesto pero no pasó mucho antes de que diera un gruñido y se rindiera ante la calidez que le daba. Se estremeció.
Por primera vez pude sentir una muestra de cariño por parte de Dean y estaba aún más sorprendida de que por ese instante permitiera darse el lujo de bajar la guardia e incluso olvidar las discusiones que tuvimos en el pasado.
Cuando carraspeó es que me di cuenta que necesitaba separarse. Lo dejé alejarse un poco pero él subió su mano hacia mi barbilla y le dio un vistazo.
— Comienza a ponerse morado— dijo para luego ir hacia un costado del auto cerca del Impala y ahí vi una pequeña hielera de dónde sacó un puñado de hielo, lo puso en un trapo y luego me lo entregó—. Ponlo sobre el golpe. Evitará que se inflame más.
— Gracias— tomé el trapo y en cuanto lo puse sobre mi piel sentí el ardor y un escalofrío viajar por mi espalda.
— Siento haberte hecho eso, yo...
— No hay nada que perdonar. Yo debí tener cuidado de meterme en medio de... — me detuve cuando vi que pasaba saliva con dificultad—. ¿Sabes? Mi abuela alguna vez me dijo que los humanos no estamos hechos para guardar nuestras emociones o nuestros sentimientos. Nacimos para compartir con los demás todo lo que nos pase y es por eso que siempre tenemos a nuestra familia junto con nosotros. En mi caso, solo tengo amigos— me encogí de hombros en tanto tenía la profunda mirada de Dean sobre de mí. Quizá él no quería hablar pero yo sí—. Sé que no empezamos bien nuestra relación y lo entiendo pero, aunque no lo creas, me agradas.
— ¿Yo?— vi la chispa de incredulidad mezclada con la diversión en los grandes y verdes ojos de Dean. ¿Ya he mencionado que son los ojos más hermosos que he visto?
— ¡Sí! ¿Por qué lo dudas?
— Creí que me odiabas y que sólo te agradaba Sam— admitió.
— No te odio porque en realidad ¿qué motivo tendría?— él negó al no saber la respuesta y le sonreí, quitando los hielos de mi barbilla ahora entumida—. Y Sam me agrada más a veces porque él no se la pasa peleando conmigo cada vez que puede, además hemos tenido la oportunidad de conocernos y, no sé, creo que tenemos muchas cosas en común.
— ¿Puedo saber cuáles son esas cosas?
Parecía que su interés por lo que fuera a decir lo había hecho olvidar por un momento lo que pasaba. Podía estar bien por un lado pero por el otro sólo estaba volviendo a esconder su dolor. Pero ya habría tiempo de hacerlo abrirse porque por ahora había dado una gran paso dejando que lo consolara.
— Nunca te había contado porque conocí a John— comencé pero tuve que ir al grano cuando vi su estremecimiento y su intento por alejarse de mí—. Cuando era una bebé perdí a mis padres. Al principio tenía la falsa idea de que había sido un accidente pero luego de charlar con John es me di cuenta que aquel incendio no fue provocado.
— ¿Incendio?
— Ojos amarillos— solté un largo suspiro—. Sam y tú perdieron a su madre pero yo perdí a mis dos padres cuando papá quiso salvar a mamá; se consumió con ella en el fuego— me detuve a pesar saliva, ignorando el enorme nudo que apretaba mi garganta—. Parece ser que ojos amarillos nos eligió por alguna razón que aún no comprendo pero él fue el culpable, o como quieras llamarlo, de que tu padre y yo nos uniéramos. Él me enseñó lo que tantas veces deseé que mi padre pudiera hacer si no estuviera muerto y hablaba tanto de ustedes que sentía que ya los conocía. Siempre se mostró orgulloso de lo que son, pero no por él, sino porque ustedes siempre luchan por lo que quieren. Y, créeme, ya lo comprobé; él nunca mintió.
— No tenía ni idea— apretó los ojos y sacudió la cabeza de lado a lado—. Lo siento Amber, por ser un idiota que habla sin saber lo que de verdad sucede. Te juzgué por estar con mi padre y ahora que sé los motivos es que me siento un verdadero...
— Está bien— le paré antes que dijera improperios hacia su persona, aunque se lo merecía—. También creo que no estaba lista para decírtelo. Pude haberme justificado desde hace mucho tiempo pero no lo hice así que es parte mi culpa.
— Sí, comparto la culpa contigo— esa fue la primera vez que lo vi sonreír hacia mí, de manera sincera y con un poco menos de odio hacia mí, o lo que sea que guardaba especialmente para mí.
— Y ya sé que esto no nos hará amigos y quizá no cambie mucho la convivencia pero no quiero que se te olvidé que Sam y yo te entendemos pero necesitamos que te abras y compartas lo que sientes por más ridículo que te parezca; al menos yo no te juzgo y no lo haría nunca. No es mi estilo— Dean solo me miraba así que supe que no diría nada, como siempre—. Bien. Creo que iré por algo de comer.
— De acuerdo.
— Cuídate, ¿sí?
Dirigí mis pasos a la casa de Bobby pero una mano detuvo mi andar. Dean le dio un ligero apretón, con calidez.
— Gracias— susurró con la mirada en su agarre, evitando verme a los ojos. Después me soltó y regresó a su Impala sin decir más.
Esa fue la primera vez que sentí un calor envolver mi interior. Así debía sentirse que alguien te quiera cuando menos lo esperas. O al menos eso lo que quiero creer.
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