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Escuchando conversaciones ajenas

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Dean's POV

Han pasado varios días sin ningún contratiempo o sin algo que valga especialmente la pena recordar. Unas cuantas cacerías sin mucho que rememorar.

Lo que sí no puedo sacar de mi mente es aquél último día en que Amber y yo tuvimos un encuentro poco común entre nosotros además de que esa vez me permití mostrarme débil ante ella pero eso no pareció afectarle o no provocó un trato distinto porque ella seguía siendo distante como cuando la ignoraba como si siguiera creyendo en la absurda idea de que la quería lejos de mí.

¡Y no era así!

Desde ese abrazo y esas palabras que dijo solo para mí, algo cambió completamente en mí. Ya no veía a Amber del mismo modo. No. Cambió de ser la chica entrometida que me robó los últimos años de papá a la chica que se preocupa por mí y que admiro en muchos aspectos.

Además, ¿qué nadie nota lo guapa que es? ¡Por favor! Incluso detesto que pase tanto tiempo con Sam y a mí me tenga en la banca. ¡Ni siquiera voltea a verme!

Detesto sonar tan idiota, casi como el típico chico sin autoestima que le gusta la porrista de su escuela, esa que sale con el quarterback del equipo de fútbol americano.

¡Cómo sea! Este no es momento para estar pensando en esas cosas y menos estando en medio de un caso.

En realidad, ni siquiera sé dónde se metió Amber o Sam así que camino entre las tumbas buscando al par de chicos que me sacan de mis casillas.

Y los veo. Están frente a una lápida a la que parecen arreglar. Sam corta algunas hierbas que han crecido alrededor en tanto Amber limpia la lápida con mucha fuerza haciendo que las manchas casi negras vayan desapareciendo.

— Creo que Amber lo está haciendo bien, ¿no crees mamá?

Aquello me hace quedarme aún más plantado en mi lugar; si había tenido alguna necesidad de acercarme, ahora se había ido.

Veo la sonrisa sincera de Amber hacia Sam y como este hace un gesto con su nariz que me molesta aún más cuando Amber suelta una risa y le da un pequeño empujón a mi hermano.

— Solo hago lo mejor por la mamá de mis chicos favoritos.

Quisiera sonreír por aquello; quisiera unirme a ellos y hablar con mamá; pero no puedo.

Amber se sienta a un lado de Sam luego de quitar la última mancha de la lápida. Rápidamente Sam pasa uno de sus brazos por detrás de Amber, envolviéndola por la cintura y ella se acerca lo más que puede al cuerpo de mi hermano hasta que logra recargar su cabeza en el hombro de Sam.

Aprieto los dientes.

— Mary, me hubiera gustado conocerte— escucho la voz de Amber casi como un susurro así que pongo toda mi atención en ello a pesar de querer hacerlo en otras cosas—. Tus hijos son increíbles así que estoy cien por ciento segura de que eres asombrosa y muy guapa— Sam ríe y Amber se separa un poco para tocar la nariz de mi hermano con su dedo. Siento como si algo caliente se elevara desde mis entrañas—. Quisiera pedirte que nos cuidaras en las cacerías para poder seguir ayudando a otros...

— Amber, ella no es Dios o algo así— asegura Sam y veo la sonrisa que le da Amber.

— Te aseguro que es un ángel, Sam.

— ¿Estás segura de que los ángeles existen?

— Sí.

— ¡Pero jamás has visto uno!

— Quizá no pero si existen los demonios, ¿por qué los ángeles no? ¿De que serviría tener solo el mal si no existe el bien?

Sam asiente con una media sonrisa antes de darle un beso en la mejilla a Amber.

Ahora aprieto mis manos en forma de puños.

— Como decía antes de que tu insensato hijo me interrumpiera— Sam se ríe pero Amber continua—. me gustaría también que me ayudaras con Dean. Él, bueno, está pasando por un mal momento desde que John se fue de nuestro lado. Sé que necesita de nosotros de una manera que él no quiere admitir y quisiera saber cómo acercarme a él, cómo hacer que confíe y me deje ayudarlo— Amber suelta un suspiro al mismo tiempo que yo—. Es un buen chico ¿sabes? Por eso quiero ayudarlo, a pesar de que me trate como si no me doliera el rencor que siente por mí.

Yo no...

— Él no te odia, Amber— le dice Sam obligándola a mirarlo cuando la toma de la barbilla.

— Me soporta ahora.

— No te odia.

Amber asiente como si con ello pudiera olvidar lo que había dicho con anterioridad y aceptara la afirmación de Sam.

— Gracias Mary por tus chicos— agrega Amber pero no ha dejado de ver a Sam. Aprieto la mandíbula cuando percibo el ligero movimiento de Sam que hace para acercar su rostro al de ella.

No me quedaré a ver aquella escena.

Doy media vuelta dispuesto a no ver cómo se besan.

No lo soportaría.

¿Por qué arde mi pecho?

¿Por qué arde mi pecho?

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