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Nacido bajo un mal augurio

(Parte 2)

Recibimos una llamada que nos hizo alterarnos y regresar de nuestro descanso (uno que definitivamente fue bien merecido y del que tendré muchos buenos recuerdos)

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Recibimos una llamada que nos hizo alterarnos y regresar de nuestro descanso (uno que definitivamente fue bien merecido y del que tendré muchos buenos recuerdos). Dean había respondido contento de saber que era su hermano pero su expresión cambió cuando Sam le dijo estar en una habitación de motel, sin una pizca de memoria. Los días que llevábamos Dean y yo disfrutando, Sam los tiene en blanco; no hay recuerdos.

En cuanto entramos a la habitación, noto a Sam en medio de la estancia, sentado en la orilla de la cama y con las manos cubriendo su rostro. Está alterado. Dean corre de inmediato hacia él, examinándolo, para darse cuenta de la mancha de sangre en su playera, justo a la altura del abdomen.

— ¿Estás herido?— la voz de Dean es de pánico. Todos sabemos del amor que tiene por su hermano menor. En ocasiones deseo tener a un hermano como él en mi vida. Quizá ya lo tengo en Sam.

— Esta no es mi sangre— responde Sam casi mecánicamente.

— Pues es mucha sangre— digo al momento de acercarme y examinar la prenda. Se ve muy manchada además de que está completamente seca dando así un tono café sucio. Debe tener ahí bastante tiempo.

— ¿Mataste a alguien?— le pregunta Dean con ese tono que emplearía un padre al momento de regañar a su hijo. De inmediato surte efecto, haciendo que Sam se encoja.

— Espero que no— admite en tanto niega, como si tratara de quitarse aquella idea de haber asesinado a un inocente.

— No podemos hacer divagaciones— les digo intentando poner la cabeza fría a pesar de lo mucho que nos importa Sam—. Debemos investigar qué fue lo que pasó. Por lo pronto podemos preguntar al dueño del motel para que nos diga todo lo que ha visto de ti.

— Yo me encargo de eso— dice Dean dirigiéndose a la puerta—. Ahora vuelvo.

En cuanto Dean cierra la puerta es que Sam suelta un largo suspiro; está desesperanzado y bastante asustado.

— Anda Sam, ve a darte un baño en lo que regresa Dean— le digo a modo de animarlo solo que este da un simple asentimiento, levantándose como si pesara demasiado—. No quisiera preguntar lo obvio pero ¿estás bien?

Sam niega, agachando el rostro, así que sigo de inmediato mi instinto para así abrazarlo con fuerza. A pesar de que deseo que se sienta protegido por mí, él es el que me envuelve de modo que mi cabeza queda sobre su pecho. De un momento a otro me suelta, justo cuando percibo un salto en su corazón y sus palpitaciones haciéndose muy rápidas. ¿Qué ha sido eso?

— Salgo en un momento— dice Sam en tanto se encierra en el baño, sin darme la oportunidad de reaccionar. Está muy raro. Bueno ¿quién no lo estaría si tiene la mente en blanco, sin ninguna clase de recuerdos, por casi una semana? Yo estaría más que rara.

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