[Pausada]
Monstruos.
Seres que vemos como protagonistas en las películas de terror.
Entes creados por las mentes brillantes de escritores.
¿Qué tan cierto es eso?
Los Winchester son los hermanos que viven una aventura todos los días, como si fueran...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Abro los ojos. Nunca creí que volvería a hacerlo. ¿Pero por qué lo hago?
Por instinto los entre cierro ya que está todo demasiado iluminando o quizá he estado en la penumbra demasiado tiempo como para ya haberme acostumbrado a la oscuridad. Parpadeo mucho, intentando que mis ojos se queden completamente abiertos solo que me sorprende el solo ver blanco. Sí, blanco por todos lados, en una habitación vacía. ¿Estoy encerrada en una solitaria habitación con solo la compañía de cuatro paredes?
Un relámpago en mi cabeza trae un mar de recuerdos que rompen como las olas al llegar a la orilla y que se desvanecen del mismo modo cuando regresan al océano: sangre en mi pecho, dolor, llanto, los verdes ojos de Dean mostrando angustia, pérdida, desesperación.
— Amber.
Una voz pronuncia mi nombre. La escucho como si estuviera encima de mí. Miro al techo pero no hay nadie.
— ¿Quién es?
— Amber— vuelve a decir la voz sin responder a mi pregunta.
— Sé que estoy muerta así que ¿dónde estoy?
— Es cierto, hija mía, tu cuerpo ha dejado de vivir pero tu vida no ha terminado.
— ¿Hija mía?
— Sí, mi hermosa hija, este es el momento en que por fin podemos estar juntos.
Quise replicar pero la habitación ha dado un giro extraño e inesperado para dar paso a un hermoso y soleado día en un raro Disneyland ya que está completamente solo.
¿Esta es alguna clase de ilusión? ¿Cómo es posible si sé que estoy muerta?
— ¿Quién eres?— vuelvo a insistir. Espero una respuesta pero esta no llega. En su lugar aparece un hombre, a lo lejos, y camina hacia mí. Lleva las manos en los bolsillos de la chamarra de mezclilla. No distingo su rostro.
Y de pronto tengo miedo. Miedo de no saber quién es y qué quiere conmigo. Pero por más que quiero moverme de ahí, salir corriendo, no puedo; es como si algo me mantuviera pegada al suelo.
— No te acerques— le digo pero el hombre sigue dando pasos hasta que se planta frente a mí.
Me quedo mirándolo fijamente, analizando cada uno de sus rasgos para así poder saber quién es, o por lo menos tener una idea de qué clase de persona es: el cabello negro y ondulado, las gruesas y oscuras cejas por encima de unos grandes y expresivos ojos verdes, los labios gruesos y rosados, el modo en que se marca su rostro justo en su quijada, todo me dice que conozco aquel hombre y me da miedo admitirlo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.