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Corazón

No he sabido mucho de los chicos desde que me separé de ellos luego del enorme inconveniente con el que me enfrenté

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No he sabido mucho de los chicos desde que me separé de ellos luego del enorme inconveniente con el que me enfrenté. Tuve algunos rumores de por dónde andaban de cacería e incluso he hablado con Bobby un par de veces en el que me cuenta que los Winchester parecen ya haberse reconciliado pero que necesitan hablar conmigo de la situación; aunque Bobby me lo ha insistido hasta el cansancio, yo no lo he dicho dónde estoy, qué hago, nada que pueda darle una pista de mi paradero.

Sí, lo sé, me estoy comportando de una manera casi infantil pero poner distancia parece ser la mejor opción aunque aquello provoque que me ardan las entrañas, que el dolor por la pérdida sea tan intenso. En serio duele, mucho, porque los extraño tanto a los dos ya que no nos habíamos separado mucho, pero sobre todo porque siento que me volveré loca si no vuelvo a tener a Dean cuanto antes.

¡Pero qué horror!

Mi celular suena por milésima vez. La pantalla se ilumina con "DEAN" en el centro y suena incesantemente el tono de llamada entrante. Dejo que suene todo lo que quiera hasta que suena el pitido de que han dejado un mensaje de voz. Uno más de los muchos que Dean ha dejado, al igual que Sam, Ellen y Jo (que parecen sus cómplices para que vuelva).

Resignada a que no podré esconderme para toda la vida es que decido, por primera vez en esta semana, en escuchar el mensaje de voz más nuevo de la interminable lista.

El escuchar su voz por primera vez en un largo tiempo es un bálsamo en mis profundas heridas al mismo tiempo que un filo que lucha por abrirlas más.

Amber, soy yo de nuevo, Dean. No sé si has escuchado mis mensajes anteriores así que en este te vuelvo a pedir que vuelvas. Te necesitamos. En realidad te necesito; no sabes cuánto. Estamos en un caso, un hombre lobo. No nos caería nada mal un poco de ayuda ¿sabes? Si te decides, estamos en San Francisco, en el motel California Tree, habitación 135. Te... quiero Amber.

Escucho el silencio. Sí, puedo escucharlo después de que he dejado el celular demasiado tiempo en mi oreja, esperando a que Dean vuelva hablar aunque mi cerebro me dice que eso no pasará a menos que le llame de una buena vez, deje mi maldito orgullo de lado y me trague el dolor que me ha provocado la decisión que yo tomé, para bien o para mal.

Bien, de acuerdo, no solo quiero llamarle sino que quiero verlo; quizás a los dos, pero por ahora solo quiero ver a Dean. Si mis cálculos no me fallan San Francisco está a más o menos dos horas de mi posición así que si me apuro podré verlo antes de la noche y después me iré de ahí a otro nuevo lugar en dónde buscar un caso.

Me monto en el Mustang luego de recoger todas mis cosas, revisar el mapa por milésima vez y rezar en que el plan saliera bien.

En cuanto me estaciono dentro del motel es que mi corazón comienza a palpitar con velocidad; ahí está el Impala fuera de la habitación 135, tal y como lo dijo Dean en el mensaje de voz. Tomo una enorme bocanada de aire antes de salir, estirar mis piernas, escuchar el sonido de mi espalda y cuello al momento de tronar, para después dirigirme a la dichosa habitación.

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