1. Nuevas amigas.

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«¡Corre, corre, corre!»

Se dirigía a toda velocidad por las calles aledañas a la preparatoria, la última vez que vio el reloj faltaban tres minutos para la hora de entrada.

Gritaba internamente, escuchaba las cosas en su mochila moverse de un lado a otro. Debió tomar al otro camión, ese la habría dejado más cerca de la preparatoria.

Se acercó a la puerta y frenó de golpe, una sonrisa se dibujó en su rostro, corrió nuevamente por la preparatoria, vaya que no tenía mucha suerte.

De siete edificios, ella estaba en el tercero. Tendría que ir corriendo hasta allá, pero qué bueno que no subiría hasta el tercer piso, iba al segundo.

Continuaba corriendo, ya sentía haber perdido mucho oxígeno. Subió las escaleras y se topó con un profesor.

—¡Nada de correr!

—¡Lo siento! —ignoró su comentario, siguió a toda velocidad hasta su salón. Se aproximó y abrió la puerta.

—Lapis Lazuli.

—¡Presente! —gritó y asustó a todo el grupo, la profesora la miró y asintió, anotó su asistencia—. Puede pasar señorita, recuerde que debe llegar temprano a clases.

—Sí, claro —entró al aula y miró los asientos, se sentó en la segunda fila, tercer asiento. Se relajó un poco mientras la profesora de literatura pasaba lista.

«Segundo día de clases y llegas tarde» se regañó a si misma.

Había comenzado el tercer semestre, y en el grupo que había sido asignada no había tocado con muchos sus conocidos. Era algo desagradable, no era tan mala socializando, pero la idea le causaba algo de aburrimiento, o más bien, flojera.

—¿Puedo pasar? —escuchó de una voz femenina, sólo algunos alumnos la miraron. La profesora también lo hizo.

—Claro, adelante. ¿Cuál es tu nombre? Te pondré la asistencia —sonrió.

—Me llamo Perla.

—¿Allen?

—Sí —pasó al aula, miró a algunos alumnos, entre ellos estaba Lapis Lazuli.

Ella también la miraba, por la acción la joven pelinegra levantó un poco la mano y la saludó. Ya la conocía, afortunadamente.

La joven de piel pálida y cabellos claros pasó a sentarse junto a Lapis, en la primera fila.

—Hola, compañera.

—Hola, Lapis —sonrió.

—¿Qué tal? —sacó una botella de agua de su mochila, bebió un poco.

—El camión se me pasó —suspiró.

—Qué triste, bueno, yo lo tomé algo tarde...

—¡Oye, Perla! ¡Olvidaste esto! —gritó una chica morena asomándose por una ventana.

—¡Oiga! —la profesora la observó.

—¡Lo siento! ¡Toma! —arrojó una lapicera, en dirección al asiento de Perla.

Lapis vio el objeto aproximarse a ella, le tomó un segundo aceptar su destino. Emitió un pequeño grito cuando la lapicera se estrelló con su cabeza.

Escuchó algunos ruidos y burlas por parte de sus compañeros, un "Oh, dios mío" por parte de Perla y un "¡Señorita!" de la maestra Blue.

—Auch.

—¡¿Estás bien?! —la joven pálida ya se había pasado a su fila, miraba Lapis.

—¿Cómo se encuentra? —la maestra también se acercó.

¿Puedo amarte? | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora