20. Seguridad.

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«Si no lo hago jamás, me odiaré por eso. Yo quiero amarte»


—Muchas gracias por recibirme en tu casa, Steven —sonrió con pena.

—No es nada, te dije que podías contar conmigo —dijo con calidez.

Lapis Lazuli dio un largo suspiro mientras veía el vaso de agua sobre la mesa. Se encontraban en el comedor, pasaban de las diez de la noche y los padres de Peridot apenas la habían dejado en casa del castaño.

A pesar de que toda la familia de la rubia insistió en que podía quedarse ahí, ella se negó, pues necesitaba separarse un poco de la rubia y asimilar todo lo que había pasado ese día.

Demasiado para ella.

—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora?

—No lo sé —rió sin humor—. Bueno... por esta noche me quedaré a dormir aquí, mañana iré a la escuela, afortunadamente será viernes. Después no sé, ya veré qué sucede.

—¿Hablarás con tus padres?

—Creo que voy a esperar a que ellos llamen o algo, supongo que van a hacerlo —arrugó las cejas, en el fondo de su ser rogaba por que hicieran eso—. Y si no pues...

—¿Si no?

Lapis se encogió de hombros.

—En realidad no sé.

—Creo que lo mejor será descansar, estás muy agobiada y no vale la pena estresarse. Recuerda: si tiene solución, ¿para qué preocuparse? y si no la tiene, también, ¿para qué preocuparse? —sonrió.

—Claro —sonrió también.

—Te prestaré algo de ropa para que puedas dormir cómoda, vamos.




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Ese viernes de fue algo rápido.

Por la mañana se levantó, se puso de nuevo su uniforme y desayunó junto a su amigo.

Durante las clases se sintió algo incómoda por no haberse bañado, pues era parte de su rutina diaria.

Las clases no habían sido la gran cosa, y solo un par de maestros habían encargado tarea.

Cuando salió caminó un rato con la rubia, cosas triviales nada más, al despedirse Peridot besó a Lapis de forma inesperada.

Eso la mantuvo en las nubes gran parte del día, al menos hasta el atardecer, cuando recordó que sus padres no le habían llamado.

En su mente había una mezcla de tristeza, frustración y enojo.

¿Cómo sus padres podían estar sin comunicación con ella? ¿no pasaba por sus mentes que no había dormido en casa un día? ¿no consideraban que podía haberle pasado algo? Y por tanta desidia tampoco los llamó, pero al necesitar un par de cosas estando fuera de casa tuvo que recurrir a algo: contactarse con su hermano.

Después de hablar un rato con él, decidió ir a su casa, o al menos lo más cerca que pudo, o sea, a una cuadra.

Cyanite salió con la excusa de que iría a hacer un trabajo con un amigo y se llevó una mochila, llevando ahí algunas cosas de la pelinegra. Se encontraron y hablaron un rato sobre lo que pasaba.

Lapis Lazuli se marchó sabiendo que al menos alguien de su familia sí le apoyaba de manera incondicional.

Mientras caminaba por aquellas cuadras de nuevo se encontraba pensando, recordando el día anterior, cuando al fin le había dicho a su madre acerca de sus sentimientos.

¿Puedo amarte? | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora