7. ¡Los jóvenes están dementes!

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—¡Oigan, oigan! —la joven morena y robusta llegó de la nada.

—Hola, Amatista —Peridot sonrió y siguió bebiendo de su jugo.

—Sospecho que te caíste en el proceso de llegar acá —sonrió la más pálida.

—¿Venías a decirnos algo? —la joven de ojos azules quitó la vista de su libro.

—¡Sí! Sadie está vendiendo rosquillas —sonrió con emoción.

—¿En serio? —cerró el libro.

—¿Y por qué no vas a comprar?

—Oh, porque me gasté mi dinero —rió y tomó del brazo a Perla, con poco esfuerzo la levantó—. Cómprame una, anda...

—No lo sé...

—Yo quiero una —la rubia se levantó de la banca.

—¿En dónde está?

—En el edificio dos, segundo piso... ¡ay vamos todas y ya! —salió corriendo, arrastrando a Perla.

—Vamos —la rubia sonrió y tomó a Lapis de la mano, para salir velozmente detrás de las otras chicas.

La morena entró a un aula que contaba con pocos alumnos, pues la mayoría estaba afuera disfrutando del receso.

—Hola, Lars —Perla acomodó su uniforme, y sonrió.

—Hola, ¿vienen a comprar?

—Síp —Amatista se acercó a donde Sadie y se sentó a su lado—. Dame la mejor que tengas.

—Es tu día de suerte, tengo unas especialmente deliciosas —sonrió.

—¿Quién vende rosquillas aquí? —dijo un chico, levantando su voz.

—Bismuto, acá viejo —la voz de Amatista se escuchó por toda el aula.

—¡Amatista! —rió—. ¿Qué tal todo?

—Genial, Perla va a comprarme una.

—¡Perla! —rió y como si nada cargó a la delgada joven, quien reía apenada—. Mi bella muñeca, qué linda te ves hoy.

—Siempre que me ves dices eso —sonrió, con un rubor en el rostro.

—Siempre te ves bonita —bajó con precaución a la joven—. Hey —llamó la atención de la pelinegra.

—Hola —Lapis saludó y sonrió levemente.

—A ella ya la he visto, pero nadie me la ha presentado —miró a la rubia, que se encontraba recargada en un pupitre.

—Soy Peridot.

—Hola, Peridot —hizo un ademán—. Yo soy Bismuto.

—Pero puedes decirle el chico con tendencias psicópatas —murmuró Lazuli.

—¡Oye! —rió—. Hay veces que me comporto extraño, pero nada de que preocuparse...

—¿Tú crees?

—Sí —le miró sonriente—. Oye, Jasper me dijo que quiere invitarte de nuevo a un partido.

—Ah... —desvió su mirada con incomodidad.

—Pero sé que no te gustaría ir, le diré que tus papás van a salir el sábado y cuidarás a Cyanite.

—¿Harías eso?

—Claro, Lapis —le guiñó.

—Gracias, me salvas la vida, o eso creo —sonrió.

—¡Oye, Lapis! —gritó el chico de las expansiones—. ¿Tú y Peridot van a querer?

¿Puedo amarte? | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora