4. Lapis Lazuli, la bella nadadora.

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Eran alrededor de las once de la mañana, los alumnos estaban tomando clase.

En el aula estaba presente el profesor de física, explicando un tema al cual no muchos le ponían atención, incluida Lapis.

—Eso es todo, si tienen alguna duda pueden acercarse — el joven profesor dejó el marcador sobre el escritorio y se sentó, no tardó en tomar su teléfono.

—Lapis — le susurró la rubia.

La pelinegra estaba dormida, tenía la cabeza sobre la paleta del escritorio, y sus brazos alrededor, así no le molestaba la luz.

—¿Por qué estará tan cansada? — Perla la miró también.

—Lapis, oye... — la movió un poco —. Traje comida.

—¿Qué trajiste? — levantó la cabeza, la miró con los ojos entrecerrados.

—Nada, en realidad — sonrió.

—¿Por qué me mientes? — la vio fingiendo tristeza, lo que causó una ligera risa por parte de la pálida.

—¿Por qué te dormiste? Te perdiste la explicación del maestro.

—Lo siento — bostezó —. No pude dormir bien pensando en que hoy retomo los entrenamientos...

—¿De qué? — preguntó Perla —. ¿Estás en algún deporte?

—En el equipo de natación — sonrió —. De hecho, soy la campeona — dijo con algo de pena.

—¿Eres tú? Vaya, sabía que en la preparatoria teníamos a la mejor nadadora de la región, pero no que eras tú — sonrió —. Qué genial.

—Gracias, Perla. Y creí que ya lo sabías, pero no, ahora recuerdo que nunca te lo comenté...

—Y si eres la campeona — habló la rubia —. ¿Por qué te preocupas tanto?

—Por es mismo, tengo que mantenerme bien y seguir siendo hábil.

—Ah... y, ¿qué equipos hay aquí?

—Bueno — la de cabellos claros tomó la palabra —. Está el equipo de natación, Lapis es la única amiga que tengo que está ahí. El equipo de Futbol americano, Jasper y Bismuto pertenecen a el.

—¿Bismuto?

—Es un viejo amigo, y muy cercano a Jasper, el pretendiente de la bella chica aquí presente — sonrió.

Lapis sonrió y rodó los ojos.

Perla continuó —Está el club de música, Steven, su amiga Connie y yo estamos en el, oh, también esta chica ¡Sadie! Deberías conocerla, es muy linda — rió —. También el taller de cocina, Lars el amigo de Steven está ahí, al igual que Amatista, quien solo está en el taller para poder comer lo que ella y sus compañeros preparan. El equipo de Beisbol, ahí se encuentran Rubí y sus hermanas, creo que ya conoces a casi todas... y Zafiro...

—Es corredora — dijo Lapis.

—Cierto...

—El de danza, Perla está ahí. También está el equipo de futbol, voleibol, karate, Box, y muchos más... la preparatoria está llena de clubes y equipos — rió —. Ah, a ti te encantaría el de robótica.

—¿Hay uno de robótica?

—Claro, conozco al profesor que está a cargo, luego hablamos con él.

—Sería genial — sonrió.

—Ya casi terminamos — comentó Perla —. Cuando salga tengo que ir a la clase de danza, la profesora Rainbow Quartz me pidió que llegara temprano.

—Y eso sólo significa una cosa — Lapis rió.

—Quiere que le ayude con la rutina —se emocionó la joven de ojos celestes —. ¿No es genial? Me encanta que me tome mucho en cuenta, me hace saber que soy buena en eso.

—Pero claro que lo eres, no he visto a alguien que baile mejor que tú — Lapis volvió a apoyarse en el pupitre.

—Gracias — un pequeño rubor apareció en su claro rostro, lo que la hizo lucir aún más bella.

—Ahora, ¿alguien me explica el tema?

Perla y Peridot rieron.


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—¿Segura que quieres quedarte? — caminaban por el pasillo, el cual solo contaba con pocas presencias.

—Sí, será interesante verte practicar, Lapis.

—No lo sé...

—¿No te parece la idea?

—No, no es eso. Solo que me daría pena hacer el ridículo frente a ti — rió.

-¿Por ejemplo?

—Resbalarme, caerme, esas cosas, me pasan seguido.

—Oh, no me burlaría. Y si lo hago es porque no pude evitarlo.

—Eso no me ayuda.

—Perdón — sonrió —. Sólo quiero acomopañarte un rato...

—Y, ¿cuál es la otra razón?

—Me atrapaste — acomodó sus lentes de nuevo —. Sara me pidió que recogiera la casa si llegaba temprano hoy.

—Bien, mejor quédate. Pero estarás un buen rato en las gradas, y no harás nada más que ver a un montón de adolescentes tratando de nadar, y en algunos casos, tratando de no ahogarse.

—Todo sea por no llegar temprano.

—De acuerdo — arribaron al área de la piscina, la gran piscina —. Puedes estar por allá, yo iré a vestirme.

—Está bien — se alejó de ella y fue a sentarse, antes de eso se había quitado la mochila y la había puesto a su lado.

Veía a los jóvenes conversar y a otros quedarse en la orilla de la piscina. No eran muchos, Peridot había contado a nueve chicos, y con Lapis Lazuli serían diez.

Pudo divisar a una mujer, era algo mayor que los demás, de piel aperlada, su cabello era de un tono rubio muy claro y sus ojos eran verdes, más claros que los suyos.

De inmediato pensó que era la entrenadora Malachite, Lapis ya le había hablado de ella mientras iban caminando hace unos minutos.

Cuando volteó de nuevo, atisbó a una chica. Era Lapis Lazuli, la bella nadadora.

Bella, fue lo primero que se le ocurrió al verla en ese momento.

Traía puesto un traje de baño azul marino, con el emblema de la preparatoria, su corto cabello estaba atado.

No pudo evitar verla con detalle, era alta, y delgada, pero a pesar de tener solo dieciséis años, tenía una buena figura. Agradable a los ojos de cualquiera. Eso, sumado a los ojos del color del océano, era la mejor combinación que Peridot pensó, podía haber.

—Veo... que son pocos chicos — la rubia quiso pensar en otra cosa, y miró hacia la piscina.

—Así es, a Malachite le gustaría que hubiera más en el equipo, pero no a muchos les gusta la natación. No lo entiendo, esto es genial — sonrió.

—¿Crees que yo pueda entrar? — preguntó impulsivamente, la idea apenas había aparecido en su mente.

—¡Claro! Sería genial que entraras, si le comentas a la entrenadora, puedes empezar pronto.

—¿Qué tal si le digo cuando termines? — la miró de nuevo, con una apenada sonrisa.

—Seguro, tengo que ir ya — volteó a ver a la piscina —. Si me resbalo no te rías, eh — sonó casi amenazante, casi.

—Lo intentaré.

Lapis rió y se alejó de las gradas, acercándose con los demás jóvenes nadadores. Peridot intentó no solo mirar a Lapis durante el tiempo que estuvo ahí, pero le fue imposible.

Era fantástico verla nadar, con tanta alegría y verdadero talento, era obvio que ella amaba estar en el agua. Y también se burló una vez cuando ella se resbaló repentinamente, gracias a las estrellas que ella no lo notó.





¿Puedo amarte? | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora