XV

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Por más que deseé recordarlo, no pude precisar de qué manera fue en la que llegue a la casa de Louis aquel día. Únicamente puedo recodar que en un abrir y cerrar de ojos ya estaba ahí, a la mitad de vestíbulo, sin nadie más que nosotros en aquella inmensa casa. No había nadie, ni alma en pena que vagara por ahí, solamente estábamos nosotros dos, nos hallábamos a oscuras, escasamente iluminados con la tenue luz que alcanzaba a entrar de las farolas de la acera. Nadie hablaba, nadie decía nada. Se colocó frente a mí y pese a la oscuridad pude verle con claridad, con suma nitidez como si las penumbras no existieran, sus ojos azules centelleaban como dos glaciares. Mi corazón latía febrilmente, con prisa, parecía latir al redoble de los tambores. Tomó mi barbilla con su dedo índice y alzó mi rostro para poder verme, su mirada profunda y enigmática se clavo en la mía y sin esperar más me beso intensamente, como jamás en la vida alguien lo había hecho y al instante pude recordar aquel sueño que hace mucho me había perturbado enormemente.

En respuesta, le seguí en aquel juego que tanto adoraba, mis manos rodearon si cuello, mientras mi pierna rozaba sutilmente su acogedor bulto que ya mostraba débiles señas de vida. Continuamos con aquel juego quien sabe cuanto tiempo hasta que nuestros pulmones imploraron un poco de aire, me aleje de sin soltar su mano. Recargue mi cabeza sobre su pecho y el llevo su mano sobre mi cabello con el cual tanto le gustaba jugar... Escuche por mucho tiempo el latir de su corazón que  a diferencia del mío latía más pausada y lentamente, sin nada que le preocupara como a mí.

Sin decir palabra alguna deshizo el abrazo y me dirigió rumbo a su alcoba, subimos los peldaños de las escales con sumo cuidado, sin soltarnos un instante siquiera, así hasta que llegamos a su habitación. Nos adentramos en aquel lugar sin más. Mientras el cerraba la puerta a mis espaldas, me coloque a la mitad del  cuarto y miré a detalle cada rincón de aquel lugar, con la única finalidad de guardármelos en lo más profundo de mi corazón. Y de pronto recordé lo último que había sucedido en esta habitación, el recuerdo me robo una sonrisa que se escapo débilmente, sin que él se diera cuenta.

Sin previo aviso de algún lugar comenzó a reproducirse una bella melodía que me estremeció hasta los huesos: All I Need de Within Tempation.

De pronto sentí como Louis se acercaba a mí, hasta que por fin sentí su cuerpo incandescente a mis espaldas, su rostro se amoldo a la perfección sobre mi hombro a un costado de mi oreja, su boca busca la calidez de mí cuello hasta que la encontró. Eché la cabeza hacia a tras para darle mayor campo de acción y así lo hizo, mientras tomaba mis manos entre las suyas y le dedicaba un poco de acción a mi miembro que ya hacia acto de presencia sobre mi ropa. Curve mi espalda para que mi trasero se colocara sobre aquella columna de hierro que hace poco había conocido. El contacto era nulo con la ropa puesta, pero la sensación que se lograba transmitir era inigualable. Y así seguimos hasta que mí boca se encontró con la suya y su manos desabotonaron mi pantalón que cayó al piso cubierto por una alfombra, al instante sus manos se deslizaron sobre mi ajustado bóxer y tomó entre sus manos mi miembro que aun estaba semiinconsciente hasta que lo hizo alcanzar su mayor amplitud.

Hecha su tarea me hizo girar para hacerme quedar frente a él. Su pie piso mi pantalón y al instante comprendí su siguiente movimiento. Levante unos cuantos centímetros mis piernas hasta que quedaron libres. Tomó los bordes de mi camisa y de un solo tirón me despojo de ella y la arrojo al piso.

Completamente desnudo, le miré atónito, mientras en seguía ahí con toda su ropa  puesta, privándome de su escultural cuerpo que tanto éxtasis me provocaba. Intente desnudarlo pero no me lo permitió, mientras en su rostro se dibujaba aquello aturdidora sonrisa. ¡Quería enloquecerme!

El Otro Rostro de la Vida ➳ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora