Todo volvía a la normalidad, tal cual eran las cosas: todo volvía ser un caos y una confusión total.
El resto de la madrugada no pegue los ojos ni un instante. Sopesaba todas las posibilidades que tenia a mi alcance pero ninguna superaba mis expectativas. Nada lo hacia, ni o haría de ninguna forma, eso estaba más que claro. Odiaba a la vida, odiaba a todos, pero había algo mucho peor que todo aquello: el infinito desprecio, la mísera repugnancia que yo mismo me inspiraba. Cuando daría por que las cosas fueran distintas, diferentes. Me sentía de lo peor. El ser más nefasto que jamás haya conocido en la tierra. Algo que no podía ni iba a cambiar de ninguna forma posible.
La alarma sonó cuando el sol comenzaba a salir el lejano horizonte y el cielo se teñía de colores rojos, naranjas y rosados desvaídos, decididos a no inyectarme un poco de ánimo por un día más. Era otoño.
Tomé mi móvil y lo apague. Me levante y comencé un nuevo día albergando la ingenua esperanza de que las cosas iban cambiar de una u otra forma, para bien o para mal; algo había comprendido, ya nada me importaba.
Hoy tenía planes de ir a San Marcos, uno pequeño y concurrido pueblo, a unos cuantos kilómetros de donde vivía; que contaba con un sinfín de tiendas de diversos productos, que de algo me servirían. Necesitaba distraerme por un rato y así aprovecharía la ocasión para comprar unas cuantas cosas que necesitaba. Así que me apure en ordenar mi alcoba. Al finalizar comprendí que había hecho todo lo humanamente posible, así que me rendí.
Lista mi habitación baje a la cocina para desayunar un poco de cereal con leche. Miraba, sin realmente ver, el jardín, masticando el cereal tostado, lentamente; mientras pensaba la manera menos llamativa de cómo alejarme de Cathy; era mi mejor amiga, así que no podía dejar de frecuentarla así como así. Necesitaba una enorme excusa para hacerlo, sin que nadie lo notara. Pero sinceramente era algo imposible; dos inseparables amigos que se han querido toda una vida, apartados sin motivo alguno, no sonaba del todo lógico que digamos; así que debía buscar una forma, lo más pronto posible. Ahora el “pero” de la situación era mi nuevo amigo… Louis; ahora era ahí donde estaba el quid de la cuestión: eran ya dos personas que tenía que alejar y no una.
“Estúpido” me dije maldiciendo para mis adentros el enorme grado de mis tonterías, ¡¿hasta dónde había permitido que llegaran las cosas y de qué forma?! Me levante de la mesa, arroje el plato al fregadero y salí de la cocina. Algo debía hacer, algo, algo… El problema era ¿qué?
Subí a la planta alta brincado de dos en dos lo escalones, hasta que llegue a mi cuarto. Tomé mi toalla del closet, encendí el estéreo y subía todo el volumen. Y al momento la música inundo la casa…
You believe but what you see
You receive but what you give
Caress the one, the Never-Fading
Rain in your heart - the tears of snow-white sorrow
Caress the one, the hiding amaranth
In a land of the daybreak
Amaranth de Nightwish…
Abrí las ventanas para que la música saliera a la acera. Deje la puerta abierta de mi habitación y me dirigí al baño. Tarde un largo rato y después de mucho me encontré listo.
Antes de salir cerré puertas y ventanas. Recorrí la casa dos ocasiones, para asegurarme que todo estaba en orden. Cuando todo estuvo listo. Subí por mi móvil y dinero a mi habitación.
No tenia muchos ánimos de salir pero debía a hacerlo, tenia que mantener ocupada mi mente de cualquier forma; cual fuese era la mejor que encerrarme en mi tan complejo mundo donde nada parecía tener pies ni cabeza; así que entre al baño para cepillarme los dientes. Listo baje las escaleras. Tomé las llaves de una charola que estaba sobre una mesa. Me apure en salir. Cerré la puerta de la casa con llave y al dar la vuelta mi mundo se vino abajo…
Me quede plantado en el porche inconcientemente, con la sorpresa grabada en cada una de mis facciones. Recargado sobre su despampanante automóvil, estaba Louis, sonriendo con los tenues rayos del sol iluminando su rostro de ángel.
Pasé saliva con dificultad.
“La vida sigue con sus malas jugadas” Pensé.
No había duda: conspiraba contra mí; me odiaba de la misma forma que yo lo hacia.
E inminentemente esto no era más que una clara y rotunda declaración de guerra.
Camine por el estrecho caminillo de grava hasta que estuve a unos cuantos pasos de Louis.
-¡Hola!- saludo lo más quitado de la pena, mientras su rostro se contraía en ese hermoso mohín que tanto adoraba y dejaba al descubierto sus blancos dientes.
-Hola- conteste tenuemente sin siquiera disimular la nueva sorpresa que me causaba su inesperada presencia.
- Cómo comentaste que ibas a San Marcos, me pareció buena idea acompañarte, no vaya ser que te roben y después ¿qué hacemos sin ti?- dijo mirándome fijamente, clavando sus ojos azules en los míos como un buen seguro método de persuasión.- ¿Espero que no haya ningún problema?
Guarde silencio.
No había ninguna, ni la más mínima y remota duda: la vida me odiaba y yo de igual forma, e inclusive mucho más puedo asegurar.
Por mi cabeza pasaron muchas preguntas, muchas inquietudes. Esto no era, no podía ser posible; ¿por qué a mi? ¿Por qué él y no cualquier otro? ¿Qué estaba pagando? ¿Por qué el destino y la vida se empeñaban a fastidiarme cada que podían? ¿Qué les había hecho? Y si la respuesta era que estaba pagaba el desorbitante precio por ser como soy, era rotundamente innegable que me salían debiendo.
-Por supuesto que no hay ningún problema. Si hoy estaba por no regresar por ti estaré de vuelta, lo que definitivamente no te agradecerá Anne- dije esbozando una sonrisa mitad alegría, mitad fingida; ¿de que forma iba cumplir mis promesas con esta absurdas jugadas?
El sonrió apartándose de su coche, sin siquiera despegar su mirada de la mía, tratando de descubrir mi verdadero sentir. Y antes de que descubriera algo pregunte:
- ¿Manejas o manejo?- señale su lujoso automóvil y el de mamá que estaba estacionado en el jardín de la casa.
-Me parece justo que como soy el colado lo haga yo a modo de recompensa, ¿no crees?- respondió lanzando otra pregunta.
-Dudo que importe lo que diga, con lo poco que te conozco no creo que me dejes manejar- murmure dirigiendo a la puerta del copiloto, mientras el sonreía triunfante.
-¿Así que sí me conoces?- inquirió recargando su cuerpo sobre la puerta del piloto despreocupadamente.
-Solo lo suficiente como para predecir algunas de tus actitudes más habituales. No te preocupes, nada de más. Ya sabes, como buen amigo debo ser un tanto discreto con lo que se me cuenta, no puedo andar pregonando nada de lo que se me confía- aclare mirándolo detenidamente sobre el toldo del automóvil. Y antes de que siguiera con un interrogatorio tire de la manija, abrí la puerta y entre, mientras él meneaba la cabeza de un lado a otro con ironía.
Sin esperar más subió al auto, puso los seguros y encendió el auto.
-¿Listo?- pregunto posando sus manos sobre el volante.
-Cuando quieras- murmure sin mirarlo. Dicho esto piso el acelerador y salimos lentamente, a un lugar del que indudablemente pronto me arrepentiría, como muy continuamente lo hacia…
Algo corto...pero prometo que mañana subo la continuacion, ahh, en fin me encantaria que comentaran y valoraran si les ah gustado por favor, gracias, pau fuera. :*
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El Otro Rostro de la Vida ➳ l.s
RomanceEn la vida de Harry todo parece marchar viento en popa, sin imaginar que después de una ardua batalla contra sus propios sentimientos, se hallara entre la espada y la pared enfrentando por un lado una amistad pura y sincera y por el otro un loco fre...